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Figuras. Entrevistas de la escena

FIGURAS

Rosana Torres. Catarroja (Valencia), 1953. Periodista cultural.

(34´23´´)

Para cualquier estudiante de periodismo que se precie, Rosana Torres debería ser un ejemplo a seguir. Por su independencia a la hora de enfrentarse y tratar la información; por saber que el periodista siempre debe estar en un segundo plano y no convertirse en protagonista, y por tener ese olfato proverbial que la caracteriza para saber cómo encontrar una buena noticia. Llegó a este oficio casi por casualidad; sin embargo, pronto se convirtió en una de las informadoras culturales más leídas y respetadas. Comenzó en plena Transición en la revista La Guía del Ocio, para pasar después a El País, el diario que continúa siendo su casa. También coqueteó en varias ocasiones con la televisión en cadenas públicas que, entonces, no dudaban en apostar por la cultura. Optimista, bon vivant y muy amiga de sus amigos, la honestidad, el compromiso social y político, así como la responsabilidad están muy presentes en el ADN no solo de su trabajo, sino también de su propia vida.

  • Fecha: 7 de mayo de 2024
  • Lugar: Domicilio de Rosana Torres
  • Duración: 34´23´´
  • Operador de cámara: Víctor Camargo.
  • Realización y edición: Ana Lillo.
  • Entrevista realizada por: Rosa Alvares.

Créditos de fotografías

  • Fernando Suárez, Basabe, Manuel Martínez Muñoz, Chicho y Mª José González Ribot.

Créditos de las músicas

  • Drops of H2O (The Filtered Water Treatment) by J. Lang. (c) copyright 2012 Licensed under a Creative Commons Attribution (3.0) license. Ft: Airtone
  • Nobody´s daughter (ambient ver1) by SO SHA. (c) copyright 2023 Licensed under a Creative Commons Attribution Non commercial (3.0) license. Ft: Bernard L’ermite
  • Documentary. HeartDrumMachine

Agradecimientos

  • El País.

La niña que merendaba con Fernán Gómez en el Gijón

Nacer en una familia que perdió la Guerra Civil imprime carácter. Por un lado, te acostumbras a ciertos silencios (“¡No hables de eso, que está delante la niña!”); por otro, adquieres una conciencia social que te acompañará de por vida. Es lo que le sucedió a Rosana Torres, hija de Manuel Torres (condenado a muerte por Franco tras la contienda y desterrado, finalmente, a Catarroja, donde nació la periodista) y de Juana Reinés (actriz de El Buho, la mítica compañía creada por Max Aub en la Segunda República). “En el colegio yo no podía insinuar que mi familia era antifranquista”, recuerda. “Mis hermanos, que me llevaban 10 años, eran militantes comunistas, así que yo a los 13 años ya les ayudaba a hacer octavillas”. El compromiso político que se respiraba en aquel hogar iba unido al interés por la cultura, por más que la economía familiar no fuera tan boyante como para gastar en ocio. Por suerte, la pequeña de la casa podía ir con frecuencia al teatro con su padre (convertido ya en director y productor de cine), al que siempre invitaban. En compañía paterna, la niña Rosana conoció también a lo mejorcito del artisteo y la intelectualidad española cuando acudía a las legendarias tertulias del Café Gijón y al bullicioso bar del Teatro María Guerrero. Imposible no recordar a personajes como Fernán Gómez –que asustaba a la cría con su voz personalísima–, Pilar Bardem, Narros, Aleixandre o Alfonso González, el cerillero anarquista del Gijón… Aquellos paraísos de la cultura menos oficialista sustituyeron a parques infantiles para propinarle experiencias que atesora y que, de hecho, la han convertido en personaje de la comedia Un bar bajo la arena, de José Ramón Fernández, y del ensayo Ronda del Gijón, escrito por Marcos Ordóñez.

A pesar de formar parte de aquel ambiente farandulero, dedicarse a él nunca fue una opción: “Nunca fui tan masoquista como para ser actriz. He visto lo mal que lo pasan, lo que significa estar seis meses en paro y que los amigos te inviten a comer o a cenar”. Su vocación tenía más que ver con la educación, por eso, estudió Magisterio y se implicó en diversos movimientos de renovación pedagógica. Hasta que llegó el periodismo en forma de colaboración para escribir sobre literatura y teatro infantil y juvenil en La Guía del Ocio: una revista de la Transición en la que grandes firmas, con lenguaje desenfadado, proponían planes modernos. “Entonces no había las vías de hoy para saber qué hacer y a dónde ir. Entre los que la hacíamos estaban Fernando Trueba, Carlos Boyero, Óscar Ladoire, Ana Lorente… Era un gusto estar allí”, rememora. Así, sin pretenderlo, llegaría años después la propuesta de hacer un programa sobre el mundo de la escena en Televisión Española. Y a su experiencia fue sumando espacios como El carro de la farsa, Taller de Teatro o Candilejas para TVE, así como A la calle en Telemadrid.

Con todo, si hay un medio de comunicación que ha sido (y sigue siendo) su casa, es el diario El País, donde comenzó a colaborar un par de años después de su fundación, en 1976. La cultura y la creatividad bullían en aquel Madrid de la Movida que Rosana Torres recuerda, haciendo gala de su humor, con mucho sueño: “Me pasaba el día de aquí para allá, buscando información. Por las mañanas, ruedas de prensa; por la tarde, al teatro, del que salías muy tarde. Después, había que ir a Rockola, a Oliver o a Boccaccio. Como yo iba en moto, me hacía la ruta a diario”. Aquellos años en la redacción de El País fueron la mejor universidad de periodismo que pudiera imaginar.

A lo largo de sus casi 50 años en la profesión, Torres ha asistido a algunos de los momentos más relevantes de la escena española contemporánea: por ejemplo, la bocanada de aire fresco que supuso el Teatro Independiente; la creación del Instituto Nacional de las Artes Escénicas y la Música o del entonces llamado Centro de Documentación Teatral (hoy Centro de Documentación de las Artes Escénicas y la Música), así como la puesta en marcha del Centro Dramático Nacional, la Compañía Nacional de Teatro Clásico y el Centro Nacional de Nuevas Tendencias Escénicas, entre otros hitos. Por sus ojos (y sus textos) ha pasado el teatro realista, el social, el de texto, la escena interdisciplinar… Y, en algunos, casos, a través de una tribuna tan relevante como El País, ha contribuido a que muchos creadores pudieran dar a conocer sus trabajos, como ocurrió con Cirque du Soleil o con un jovencísimo actor malagueño llamado Antonio Banderas… “Esos méritos no me los tengo que atribuir yo”, dice con humildad. “Nunca he sido jefa en el periódico, sino una plumilla que ha tenido muy buenos jefes”.

Rosana cree que el secreto para ser una buena periodista es mantener intacta la curiosidad y no perder de vista la independencia a la hora de contar lo que has observado o te han contado. También actuar con honestidad, algo que ha llevado a otros ámbitos de su vida, como su compromiso político y social. Ese que ha hecho que haya reivindicado a nombres que merecen estar presentes en el imaginario escénico de este país, como el dramaturgo José Ricardo Morales, uno de los creadores desterrados por culpa de la dictadura franquista. “Conté su historia en El País porque hay que recuperar a los olvidados”, afirma. El periódico no le pagó el viaje a Chile, donde él vivía, pero la justicia poética hizo que su artículo mereciera el Premio de Periodismo Cultural Paco Rabal… Más allá de la escena, se ha implicado en causas como la rehabilitación de la memoria histórica, el apoyo al Comité de Ciudadanos Antisida, el No a la Guerra o la reivindicación para que las personas con movilidad reducida, como ella, puedan acceder a todos los espacios como el resto de los viandantes. “La gente del teatro ha iniciado muchas batallas contrarias al poder, aun sabiendo que en ello iba parte de su oficio, porque las venganzas existían. Pero yo me he rodeado siempre de una profesión en la que la solidaridad con las causas justas ha estado presente”.

Rosana Torres sigue siendo una mujer apasionada por la vida y por su trabajo. De hecho, se niega a jubilarse. “No hay nada en todos estos años que me hubiera gustado hacer y no haya hecho”, concluye. “Es cierto que desde hace 10 años tengo limitaciones físicas, pero vivir tiene estas cosas y hay otras muchas que se pueden hacer. ¿Por ejemplo? Esta entrevista con vosotros”. También charlar de teatro en el Café Gijón, recordando cuando de niña se sentaba a merendar con la crema de la intelectualidad. Y quizá, con un poco de imaginación, incluso resuene en sus oídos la voz de aquel señor pelirrojo que tanto la impresionaba...

Por Rosa Alvares.

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