- Fecha: 1984
- Lugar: Domicilio de Mari Carmen Prendes.
- Duración: 37´40´´
- Cámara y edición: Ángel Fernández.
- Entrevista realizada por: María Paz Ballesteros.
- Texto: José Ramón Fernández.
Créditos de fotografías
- Zegrí, Basabe, Antonio, Gabar, Martín Santos Yubero, Fernando Suárez, Chicho, Alfredo, Fernando Suárez, Roberto Fernández, Francisco Melich, Gyenes, Manuel Martínez Muñoz, Ortiz.
Créditos de los vídeos
- CDAEM.
Créditos de las músicas
- I am music by Jeris. (c) copyright 2011 Licensed under a Creative Commons Attribution Noncommercial (3.0) license. Ft: Debbizo, Clarence Simpson
- Guitarra acústica emocional española by VICTORMUSIC
- Orquesta clásica de Chopin by EpicMann
- Documentary by HeartDrumMachine
La sonrisa sabia de Mari Carmen Prendes
Se retiró de la escena en 1991. La memoria es quien decide cuándo no se puede seguir más, y en el delicioso montaje de Maribel y la extraña familia que en 1989 dirigió Emilio Hernández –que también la había dirigido en Cartas a mujeres– era la incombustible Aurora Redondo quien ayudaba a Mari Carmen apuntándole el texto. No fue este su último trabajo en los escenarios, pues quiso acompañar a José Carlos Plaza en dos pequeños papeles, en La Orestíada y en Comedias bárbaras. Plaza había sido el responsable de un regreso para ella inesperado.
María del Carmen Prendes Estrada (Segovia, 28 de septiembre de 1906 – Madrid, 27 de enero de 2002) estaba casi retirada en aquel 1982, cuando Plaza la incluyó en el reparto de Las bicicletas son para el verano, y más tarde en dos trabajos memorables, la Clotilde de Eloísa está debajo de un almendro y la Poncia de La casa de Bernarda Alba. Prendes había contado con Plaza cuando este era un joven director del teatro independiente, en 1970, para que la dirigiera en una comedia para el teatro Reina Victoria, de modo que el director madrileño –que además había podido ver los trabajos de Prendes con Miguel Narros en el final de los años sesenta, en Las mujeres sabias, Don Juan Tenorio, Te espero ayer, Medida por medida y El sí de las niñas– sabía lo mucho que podía darle Mari Carmen Prendes en un escenario: la sabiduría de medio siglo sobre las tablas, el conocimiento de un modo de hacer que esta intérprete comenzó a atesorar, a base de fijarse en las grandes actrices con las que trabajaba –primero en la compañía de Pepita Díaz y más tarde en la de Rosario Pino, dos de las más grandes del primer tercio de siglo español– desde su debut en Los millones de Monti, allá por 1921, como cuenta en esta entrevista. También nos habla en esta entrevista del que fue su primer gran éxito como actriz, en la obra Cuando los hijos de Eva no son los hijos de Adán, de Jacinto Benavente, en 1931. Así que era ya una actriz célebre cuando salió de gira a Buenos Aires en la primavera de 1936. Allí estaba trabajando cuando comenzó la Guerra de España. La gira de unos meses se convirtió en nueve años de estancia en un país cuyo público la hizo suya. Al tiempo, su hermana mayor, Mercedes Prendes, fue durante la década de los años cuarenta la gran primera actriz del Teatro Español de Madrid, bajo la dirección de Cayetano Luca de Tena, en tanto que su hermano pequeño, Luis Prendes, triunfaba ya como galán.
Mari Carmen regresa a España en 1945 con la experiencia de haber montado su propia compañía en Argentina y hace lo propio en Madrid, protagonizando títulos como La casa de las palomas, Naufragio en tierra, Morena clara o Del brazo y por la calle, con los que recupera el favor del público y su lugar de primera actriz. Tras algunos trabajos que tuvieron un eco menor, Prendes cierra su compañía y comienza a intervenir en otras producciones, y así llega en 1956 a la compañía de Ismael Merlo para hacer un papel en la obra de Carlos Llopis Por cualquier Puerta del Sol. Una sobresaliente intervención en esta obra la lleva a colaborar con Llopis en El amor y una señora, en 1958. En 1959 colabora con Conchita Montes en Tía Mame, y en 1960 llegan nuevos e importantes cambios en su carrera. Por una parte, a partir de 1960 se convertiría en un rostro muy popular, merced a docenas de apariciones en cine y especialmente en los dramáticos de televisión –el recordado Estudio 1–. Por otra, entra en proyectos de prestigio como Mermelada de ciruelas en el Teatro María Guerrero, Doña Endrina, dirigida por Fernandez Montesinos para Dido Pequeño Teatro y Cuidado con las personas formales con la compañía de Rafael Rivelles. En 1961 llegará su primera colaboración con Narros en la recordada Un sabor a miel. En ese año de 1961 trabaja en tres comedias para la compañía de María Fernanda D’Ocón y Mario Antolín y al año siguiente comienza una etapa en la que vuelve a tener compañía propia, compartiendo cartel con Guillermo Marín, contando en ocasiones con la dirección de Cayetano Luca de Tena. Al cumplir sesenta años entra en los proyectos de Miguel Narros para el Teatro Español que ya hemos mencionado, y tras estos títulos colabora con Narciso Ibáñez Serrador en El agujerito y vuelve a formar compañía para ofrecer Una noche en su casa, señora y Se vuelve a llevar la guerra larga. Participa en algunos proyectos menores, ya pensando en la retirada, cuando en 1982 recibe la llamada de aquel joven del Teatro Independiente, que la reclama para participar en la obra con la que Fernando Fernán Gómez había ganado el Premio Lope de Vega. Ya lo hemos contado: Clotilde, Poncia, grandes reconocimientos, la Medalla de las Bellas Artes…
Gracias a esta entrevista realizada por Mari Paz Ballesteros, en los días en que Prendes hacía en el Teatro Español La casa de Bernarda Alba, recuperamos su sonrisa, su juicio sereno, su inteligencia y hasta unos segundos de aquella Poncia inolvidable.
Hay una vieja expresión en el mundo del Teatro: “Fulano pasa la batería”. Se refería a aquellos actores y actrices cuyo talento traspasaba el muro imaginario de aquella pobre iluminación que había en la corbata, en el borde del escenario, y conseguían llegar a los espectadores. Mari Carmen Prendes supo siempre pasar la batería con su oficio, con su talento innato, con una capacidad extraordinaria para hacer verdad en el drama y en la comedia, para adueñarse del corazón del público. Es difícil que quien la vio actuar no la recuerde con una sonrisa.