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Figuras. Entrevistas de la escena

FIGURAS

Merche Ochoa. Logroño, 1967. Payasa, directora de escena y pedagoga del clown.

(36’34’’)

Cuando se pone la nariz roja (símbolo universal de quienes se dedican a su oficio) y sale al escenario, Merche Ochoa ofrece a los que la contemplan algo de su esencia más íntima: una parte de inocencia, vulnerabilidad, honestidad y, por supuesto, ganas de dar alegría. Entonces se crea un vínculo mágico entre la payasa y el espectador, una comunión a través de la risa capaz de derribar prejuicios, tristezas y otras barreras aparentemente infranqueables. Llegó al mundo de la interpretación siendo una niña, como si de un juego se tratara; después, se matriculó en la Escuela de Arte Dramático de La Rioja, pero fue en Barcelona donde descubrió que el clown le brindaba la oportunidad de jugar consigo misma, con sus fortalezas y debilidades, para transformarlas en sonrisas. A sus numerosos montajes escénicos, Ochoa suma su labor pedagógica en su propia escuela, El Rinclowncito, donde enseña el apasionante arte del payaso y a preservar el nobilísimo oficio de hacer reír.

  • Fecha: 15 de diciembre de 2022.
  • Lugar: El Rinclowncito, Barcelona.
  • Duración: 36’34’’
  • Operador de cámara: Irispress.
  • Realización y edición: Ana Lillo.
  • Entrevista realizada por: Rosa Alvares.

Créditos de fotografías

  • Stephan Bundi y Virgilio Crespo Clarión.

Créditos de los vídeos

  • Sil de Castro, Circ Cric, Cirque du Soleil, Compañía Anna Confetti, La Churry, Festival Internacional de Payasas y Artistas de Circo de Cantabria, Festival Internacional de Pallases del Circ Cric, Festival Internacional de Payasas de Navarra-Producción: Segunsurja, Marcel Gros, Circo de los Horrores, Cirque du Soleil, Gardi Hutter, "Marcelino, el mejor payaso del mundo" © Estación Cinema, Payasos sin Fronteras, Estefanía de Paz y Circo Raluy Legacy.

Créditos de las músicas

  • Documentary Abstract. Awesome Music;
    Inspiring cinematic piano and string orchestra. Praded;
    Quirky Comedy (ending tail). GentleJammers;
    The Stars Look Different (Ziggy Stardust Mix) by spinningmerkaba (c) copyright 2016; Licensed under a Creative Commons Attribution (3.0) license; http://dig.ccmixter.org/files/jlbrock44/52765 Ft: stefsax and Dimitri Artemenko

Agradecimientos

  • A una nariz pegadas, Berty Tovías, Editorial Alba, Festival Internacional de Pallases d’Andorra, Mujeres con narices y Nola Rae.

Érase una mujer a una nariz pegada

Los payasos deberían ser Patrimonio de la Humanidad. Porque hacer feliz a la gente es no solo un arte, sino también una forma empática y consciente de estar en el mundo. Cuando Merche Ochoa (Logroño, 1967) conoció el oficio de clown, despertó en ella algo que llevaba dentro sin siquiera saberlo. Es cierto que ya con 12 años había descubierto su pasión por el teatro, uniéndose a la Compañía Epidauro, con la que hacía bolos al estilo de los cómicos de la legua. Quería ser una actriz dramática, y eso la llevó a la Escuela de Arte Dramático de La Rioja; sin embargo, cuando la cerraron, hizo las maletas rumbo a Barcelona donde se inició en las artes del clown de la mano de Berty Tovías y su Escuela Internacional de Teatro Estudis. Un ámbito creativo que la atraparía para siempre. “Cuando decides que vas a dedicarte a este oficio, socialmente te estás situando en un lugar muy determinado, decides poner el humor, la inocencia y la vulnerabilidad como punto de partida de todos tus trabajos”, explica la payasa, para quien su oficio es indispensable. “Vivimos en un mundo convulso y necesitamos reír. Siempre he defendido que la risa es la respiración del alma, y una vez que tenemos cubiertas las necesidades esenciales, el siguiente paso es sonreír para tener una salud mental y emocional que nos ayude a estar en el mundo”.

Una simple nariz roja convertida en la mejor y más incruenta arma para transformar conciencias y aliviar el dolor y las injusticias. Merche Ochoa (o lo que es igual, 8A, como a ella le gusta escribir) lo sabe bien. “Los payasos podemos ayudar a crear una sociedad más justa, equilibrada y saludable”, asegura. Por eso colabora con Payasos sin Fronteras, la organización no gubernamental liderada por Tortell Poltrona, con quienes devuelve la alegría a niños y mayores que precisan que, en otras zonas del planeta más afortunadas, sepamos de ellos y apoyemos sus causas.

Si mágico resulta despertar sonrisas poniéndose en los zapatos de quienes contemplan su trabajo, no es menos gratificante continuar la tradición circense enseñando la técnica del clown a quienes deseen aprenderla. “Acompañar a la gente que descubre lo que supone hacer de payaso también me aporta momentos de pura magia”, confiesa Ochoa, que fundó en Barcelona su propia escuela, El Rinclowncito, uno de los pocos espacios dedicados específicamente a formar nuevos profesionales. Asimismo, imparte clases de clown en el Máster de Mediación Artística de la Facultad de Educación de la Universidad de Barcelona y también organiza talleres, conferencias, exposiciones (como Payasas, baúles y cachivaches) y encuentros para crear nuevos públicos interesados en las artes circenses de calidad. Porque otro de los objetivos vitales de nuestra protagonista es acabar con la falsa creencia de que los payasos son una propuesta escénica reservada solo a la infancia: “El humor es universal, y no entiende de edades. Por eso, desde la formación hay que dignificar el oficio y hacer que llegue a públicos más amplios”.

Reconoce que, cuando se inició en el mundo del clown, solo conocía a los famosos Hermanos Tonetti y poco más. Paulatinamente, fue ampliando su nómina de referentes porque solo si se conoce la tradición es posible adecuarla al tiempo en el que vivimos. Merche Ochoa se formó con Agustín Oteiza, Johnny Melville, Jango Edwards o Philippe Gaulier, además de su maestro Berty Tovías; sin embargo, también reconoce el magisterio de payasos míticos como Charlie Rivel y Grock, así como de sus contemporáneos Tortell Poltrona, Claver Clown y Marcel Gros. Ahora bien, ¿quiénes han sido las payasas que le han servido de ejemplo? “No tenía referentes hasta que vi a Laura Herts; luego, Gardi Hutter, Nola Rae y todas mis compañeras que luchan por dignificar este oficio”. Porque, reconozcámoslo, si ya es difícil hacerse un hueco como payaso, las mujeres lo tienen algo más complicado. Y no porque no haya grandes payasas, sino por lo mucho que les cuesta entrar en los circuitos de exhibición y por la escasa visibilidad de su trabajo. “Hay que echarle muchas narices para ser payasa, pero nosotras tenemos muchas narices”, reivindica Ochoa, que está convencida de que el humor hecho por mujeres difiere del masculino. No en vano, hasta hace relativamente poco tiempo, ellas eran con bastante frecuencia el objeto de las burlas. “Cuando nos convertimos en cómicas, cuando nos reímos de nosotras mismas, dinamitamos al poder que ha usado el humor como herramienta de sometimiento de la mujer. Y esa es una herramienta muy poderosa”. Juntas, las payasas del mundo son aún más fuertes. De ahí que las distintas muestras y plataformas que las han ayudado a mostrar su trabajo (como el Festival Internacional de Payasas de Andorra, el Festival de Humor Mujeres con Narices de Burgos, los Encuentros de Payasas de Salou, el Festival de Payasas de Navarra o el Festival de Payasas del Circ Cric) se convirtieran en el mejor escaparate para empoderarlas.

Merche Ochoa ama su oficio y cada galardón que recibe por él (como el Premio Nacional de Circo o el Premio Mujeres en el Arte de La Rioja) supone un espléndido modo de reivindicarlo y engrandecerlo. Aunque su mayor reconocimiento es, sin duda, la risa del público y esa conexión que se establece de corazón a corazón. Porque, detrás de esa nariz roja de payasa, además de una gran artista, se esconde un gran ser humano.

Por Rosa Alvares

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