1. MONOGRÁFICO
1.9. Adenda · Numancia, de Cervantes
Versión de Yoichi Tajiri
Leonicio
Terribre ofrecimiento es el que has hecho, y en él, Marandro, se nos muestra claro que no hay pecho enamorado cobarde.
He estado atento al miserable extremo que te ha dicho Lira en que se halla, y que tú has prometido de librarla de este presente daño y arrojarte a batalla en las armas romanas.
Yo quiero, buen amigo, acompañarte y ayudarte con mis pequeñas fuerzas en empresa tan justa y tan forzosa.
Marandro
¡Oh, amistad de mi alma venturosa!
¡Oh, amistad no dividida en los trabajos!
Quédate, Leonicio, en la ciudad, que yo no quiero ser homicida de tus verdes años.
He de ir yo solo.
Y solo espero volver con los despojos merecidos a mi inviolable fe y amor sincero.
Leonicio
Pues ya tienes, Marandro, conocidos mis deseos, que, en buena o mala suerte, son parejos a los tuyos, y sabrás que ni los medios de la muerte me apartarán de ti un solo punto.
Contigo tengo que ir.
Contigo junto he de volver, si el cielo no ordena que, en tu defensa, quede allá difunto.
Marandro
Quédate, amigo.
Porque, si yo acabare aquí la vida en esta empresa llena de peligros, que puedas consolar en el trance riguroso a mi madre dolorida, y a la esposa de mí tanto querida.
Leonicio
Cierto que estás, amigo, muy donoso en pensar que en tu muerte quedaría yo con tal quietud y tal reposo, que de consuelo alguno serviría a la doliente madre y triste esposa. Pues en tu muerte está la mía, segura tengo la ocasión dudosa.
Mira cómo ha de ser, Marandro amigo.
Marandro
Pues no puedo estorbarte el ir conmigo, en el silencio de esta noche oscura tenemos que saltar al enemigo.
Leonicio
Vamos, que seguiré tus órdenes.
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