Escena IV

Numantinos 2,4,5

¡Romanos! ¡Ah, romanos! ¿Puede acaso ser esta voz oída de vosotros?

Dice Numancia, General prudente, que quiere, si tú quisieres, acabar la guerra con una breve y singular batalla.

Cipión

Donaire es lo que decís, risa y juego, y loco el que piensa hacerlo.

Usad el medio del humilde ruego, si queréis que se escape vuestro cuello de probar el rigor y los filos diestros del cuchillo romano y de nuestros brazos.

Mía será Numancia, a pesar vuestro, sin que me cueste un mínimo soldado.

Numantino 5

¿No escuchas más, cobarde?

Numantino 4

¿Ya te escondes?

Numantino 2

¿Enfádate la batalla igual y justa?

Numantino 5

Mal correspondes con tu nombradía.

Numantino 4

Mal podrás sustentarla de este modo.

Numantino 2

En fin, como cobarde me respondes. Cobardes sois, romanos, vil canalla,

Numantinos 2,4,5

confiados en vuestra muchedumbre

Numantino 5

y no en los diestros brazos levantados.

Numantino 2

¡Pérfidos!

Numantino 4

¡Desleales!

Numantino 5

¡Tiranos!

Numantino 2

¡Cobardes!

Numantino 4

¡Indiciosos!

Numantino 5

¡Malnacidos!

Numantinos 2,4

¡Adúlteros!

Numantinos 2,4,5

¡Infames, conocidos por sus manos industriosas, mas cobardes!

Numantino 5

Teniéndonos atados de esta suerte,

Numantinos 2,5

¿qué gloria alcanzaréis

Numantinos 2,4,5

en darnos muerte?

Teógenes

Dulces amigos, nuestra suerte nos tiene en términos,

Numantino 5

que sería ventura acabar nuestros daños con la muerte.

Numantino 2

Por nuestro mal, por nuestra desventura,

Numantino 4

visteis el triste agüero del sacrificio

Numantino 1

y a Marquino tragar la sepultura.

Teógenes

El desafío no ha importado un cero.

Numantinos

¿Qué nos queda por intentar?

Teógenes

Esta noche se muestre el ardimiento del pecho numantino acelerado y se ponga por obra nuestro intento.

Numantino 5

Salgamos a morir a la campaña,

Numantinos

y no como cobardes en estrecho.

Teógene

Bien sé que esta hazaña sólo sirve para que a nuestro morir se mude el modo que con ella la muerte se acompaña.

Numantina 3

Dulces señores míos, tras cien males padecidos hasta aquí por Numancia, que son menores los que son mortales,

Numantina 6

y en los bienes también que ya son idos,

Numantina 7

siempre mostramos ser vuestras mujeres

Numantina 8

y vosotros también nuestros maridos.

Numantina 3

¿Por qué en las ocasiones tan siniestras que el cielo airado ahora nos ofrece,

Numantinas

nos dais tan cortas muestras de aquel amor?

Numantina 8

Hemos sabido, y claro se parece, que queréis arrojaros en las romanas manos, pues su rigor hace menos daño que la hambre de que veis cercaros.

Queréis dejar las vidas peleando y dejarnos también desamparadas, ofrecidas a deshonras y a muertes.

Primero, ofreced nuestro cuello a vuestras espadas, que es mejor partido que vernos deshonradas de enemigos.

Yo tengo instituido en mi intención que, si puedo, haré todo lo posible por morir con mi marido; y esto mismo hará la que quiera mostrar que los miedos de la muerte no estorban de querer a quien bien quiere.

Numantina 7

¿Qué pensáis, varones claros?

¿Revolvéis aun todavía en la triste fantasía de dejarnos y ausentaros?

¿Queréis dejar, por ventura, las vírgenes de Numancia a la arrogancia romana?

¿Y a vuestros hijos libres queréis dejarlos esclavos?

¿No será mejor ahogarlos con vuestros propios brazos?

¿Queréis hartar el deseo de la codicia romana?

Numantina 6

¿Queréis que triunfe su injusticia sobre nuestro justo trofeo?

Nuestras casas serán derribadas por manos ajenas.

Y las bodas esperadas ¿las han de gozar romanos?

En salir haréis error que acarrea cien mil yerros, porque dejáis el ganado sin los perros, y sin señor.

Si queréis salir al foso, llevadnos en tal salida.

Numantinas

Porque tendremos por vida morir a vuestro lado y porque la hambre tiene cuidado de cercenar el estambre de la vida.

Numantina 3

Hijos de estas tristes madres, ¿qué es esto?

¿Cómo no habláis y con lágrimas rogáis que no os dejen vuestros padres?

Basta que la hambre insana os acabe con dolor, sin esperar el rigor de la aspereza romana.

Decidles que os engendraron libres y nacisteis libres, y que vuestras madres tristes también os criaron libres.

Y pues nuestra suerte va tan decaída, decidles que, como os dieron la vida, asimismo os den la muerte.

También las tristes doncellas ponen en vuestra defensa el remedio de su ofensa y el alivio a sus querellas.

Numantinas

Desesperación notoria es esta que queréis hacer.

Numantina 3

Breve muerte y larga gloria.

Mas, aunque esta hazaña salga mejor que yo pienso,

Numantinas

¿qué ciudad hay en España que quiera daros favor?

Numantina 3

Mi pobre ingenio os advierte que, si hacéis esta salida, al enemigo dais vida y a toda Numancia muerte.

Numantinos

Pero, decidnos: ¿qué harán tres mil contra ochenta mil?

Numantina 3

No dejéis tan ricos robos a las codiciosas manos.

Numantinos

Los romanos son lobos hambrientos y fieros.

Teógenes

Y tened entendido que vuestra angustia la sentimos tanto que responde al amor nuestro subido.

Pensábamos salir al foso, ciertos antes de morir allí que de escaparnos,

Numantinos

pues fuera quedar vivos, aunque muertos, si muriendo pudiéramos vengarnos.

Teógenes

Mas, pues nuestros designios han sido descubiertos y es locura aventurarnos, amados hijos y mujeres nuestras, nuestras vidas serán desde hoy más las vuestras.

Numantinos 2,5

Sólo se ha de mirar que el enemigo no alcance de nosotros triunfo o gloria.

Numantinos 1,4

Él ha de servir de testigo que apruebe y determine la historia.

Numantinos

Que no quede cosa aquí en Numancia de donde el contrario pueda hacer ganancia.

Teógenes

En medio de la plaza se haga un fuego, en cuya ardiente llama licenciosa se echen luego todas nuestras riquezas, desde la pobre a la más rica cosa.

Numantinos

Y si lo hacemos todos de común acuerdo, mil siglos durará nuestra memoria.

Numantino 5

Digo que se venga presto a la ejecución de un hecho tan honroso.

Numantinos

Vamos a ser todos ministros luego de encender el ardiente y rico fuego.

Numantinas

Nosotras, desde ahora, ya comenzamos a dar con voluntad nuestros arreos.

Y entregamos las vidas a las vuestras, como se han entregado los deseos.

Numantinos

Vamos, y se abrasen en un punto los trofeos que pudieran hacer ricas las manos y aun hartar la codicia de los romanos.