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De Electra a Casandra:
Su intertextualidad con los clásicos

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1.1. El nominalismo en Electra

Es de destacar que el nominalismo, tan notable en la obra galdosiana, es una de las claves que mejor nos permite asociar la obra con la leyenda griega y matizar el carácter de los personajes, acercándolos, en ocasiones, a los del mito clásico, como, entre otros, han destacado Finkenthal (1980) o Kidd (1994-995), dejando ver cuál es el hilo conductor entre la Electra que en el siglo V a. C. nos legaran los trágicos griegos y la que en los comienzos del siglo XX nos propone el autor de Fortunata y Jacinta y cuyo estudio nos puede hacer llegar a conclusiones sorprendentes.

El propio nombre de Eleuteria, que denota la libertad en griego, haría referencia a la libertad sexual que practicó la madre de la protagonista durante una temporada de su vida, fruto de la cual nació Electra, y que la acercaría a la Clitemnestra clásica con su adulterio en la ausencia de su marido (Finkenthal, 1980:137).

Tanto Urbano (Fig. 3), nombre parlante, como su mujer, Evarista ('la mejor', 'la óptima', 'la noble', en griego) 15 (Fig. 4), representan, según sus nombres indican, a la burguesía biempensante, que busca una vida digna para Electra, sin que se repitan los desórdenes de su madre. Según Kidd, el sometimiento de Urbano a su dominante esposa evocaría el carácter apocado de Agamenón en Esquilo, especialmente en el momento en que este, impelido por su mujer, pisa el tapiz de púrpura, cometiendo con ello desacato (hybris) contra los dioses. El mismo estudioso ha señalado la condición poco maternal de Evarista, quien, pese a sus numerosas obras de caridad, no soporta el jaleo que producen los pequeños de Máximo, lo que la acercaría a la Clitemnestra que, si bien lloró y vengó la muerte de su hija Ifigenia, trató con lejanía y desprecio a sus otros hijos, Electra y Orestes.

No me los traigas, no. Adoro a las criaturas; pero a mi lado no las quiero. Todo me lo revuelven, todo me lo ensucian. El alboroto de sus pataditas, de sus risotadas, de sus berrinches, me enloquece (861; 2.2).

Salvador Pantoja (Fig. 5) también tiene un nombre parlante, aunque no lo acerca a la tragedia clásica: Su afán es evitar que una supuesta tendencia heredada de la madre haga de Electra una mujer frívola y alocada. Su obsesión por el pecado llevará a intentar salvar (de ahí su nombre) a la protagonista de la condenación y para ello intenta, incluso mediante la calumnia, coartar la libertad de la muchacha, enamorada del joven científico Máximo (Escobar Bonilla, 1995: 72), cuyo nombre también está lleno de connotaciones positivas, propias para un sabio avanzado y hombre sensible y sin prejuicios (Fig. 6). Más complicada de sostener me parece la opinión de Kidd, según la cual el nombre de Máximo indicaría “altura”, lo que le acercaría a Orestes, ‘el hombre de los montes’ en griego (Kidd, 1994-1995: 113).

Siguiendo con las interpretaciones hechas de la onomástica de la obra, nos encontramos el nombre de la monjita que, en connivencia con Máximo y el Marqués, posibilitará la escapatoria de Electra del convento: la hermana Dorotea (Fig. 7), que, efectivamente, como un “regalo de dios” ayuda a solucionar el conflicto, por lo que Kidd considera que hace la función de dea ex machina, propia de las tragedias de Eurípides, pese hay que hay cierto consenso, al que me uno (Cao, 1995: 300; Iglesias Zoido, 2006: 464), en considerar que esta función la hace la aparición del fantasma de Eleuteria a su hija, al asegurar que no debe hacer caso a la calumnia inventada por Pantoja y que no le une ningún lazo de sangre con Máximo, el hombre que ama (Fig. 8).

1.2. La subversión del mito

Visto el asunto del nominalismo, lo que es cierto es que, en varios puntos de la trama argumental, Galdós subvierte el mito: La Electra clásica llora y recuerda insistentemente la figura del padre muerto, mientras que esa figura añorada se representa  en el drama del escritor canario mediante la figura recordada de Eleuteria, la madre difunta (Cao, 1995: 297).

Viva la guardo en mi corazón, que no es todavía más que una gran memoria, y en esta gran memoria la están buscando siempre mis ojos ansiosos de verla. ¡Pobre madre mía! (Acto I, escena IX).

Esta, incluso, cuando Electra era niña, se le aparecía, como se le aparecerá en el momento final, cual dea ex machina, para desmentir la calumnia de Pantoja, según la que Electra y Máximo son hermanos de padre.

ELECTRA.– Cuando estaba yo muy triste, muy solita o enferma; cuando alguien me lastimaba dándome a entender mi desairada situación en el mundo, venía mi madre a consolarme. Primero la veía borrosa, desvanecida, confundiéndose con los objetos lejanos, con los próximos. Avanzaba como una claridad... temblando... así... Luego no temblaba, tía... era una, forma quieta, quieta, una imagen triste; era mi madre: no podía yo dudarlo. (Acto II, escena V).

Se ha señalado que la función del muy amado padre de la heroína griega lo asumiría en nuestra Electra la figura de Máximo, bastante mayor que la protagonista, y que funciona respecto a ella como una suerte de Pigmalión (Fig. 9), en un contexto en el que, como en la tragedia ateniense, el desorden familiar está en trance de engendrar un orden nuevo (Smith, 2005: 160-161).

Por lo demás, el sacrificio o muerte en vida que pretende Pantoja al encerrar a la joven en un convento nos recuerda más bien a su hermana Ifigenia (Iglesias Zoido, 2006: 463), sacrificada a Ártemis en el puerto de Áulide con el fin de que la diosa mande vientos favorables a la armada de los griegos16, aunque, en otra versión17, será llevada en el último momento como sacerdotisa al templo de la diosa en tierra Táurica, donde permanecerá contra su voluntad, ayudando al rito bárbaro de matar a los griegos que recalaban en las playas del lugar, hasta que el propio Orestes se adentra en el santuario para salvarla mediante una estratagema. Esta versión se adecua bien al Máximo-Orestes que, ayudado por el Marqués de Ronda-Pílades (Iglesias Zoido, 2006: 465) se introduce en el convento para salvar a Electra de un destino del que abomina (Fig. 10).

La relación de amistad de ambos es profunda, como la prototípica de Orestes y Pílades, y por boca del propio Marqués se afirma que son “los mejores amigos del mundo”.

MARQUÉS.– No hace mucho he renovado con Máximo mi antiguo conocimiento, y aunque no frecuento su casa, por razones que yo me sé, somos grandes amigos, los mejores amigos del mundo. (Acto I, escena I)

En cualquier caso, se ha destacado la rebeldía de la Electra de comienzos del siglo XX equiparándola con la del siglo V, aunque la galdosiana carece de la idea de venganza.

Sí es cierto que, como ha señalado Finkenthal, la Electra de Eurípides es una obra innovadora con respecto a las Coéforas de Esquilo y a la Electra de Sófocles, basadas en el mismo mito. Eurípides, como Galdós, será un renovador del mito y ambos lo utilizarán para denunciar la relegación de la mujer y el oscurantismo religioso (Finkenthal, 1980: 137).

Por otra parte, el personaje pésimo del drama, Salvador Pantoja, se identifica como Egisto18, amante de Clitemnestra, como aquel de Eleuteria, contra el que cargará la furia de Máximo-Orestes, que no duda en emplear la fuerza para rescatar a su amada (Kidd, 1994-1995: 105-120).

Se ha destacado por parte de Kidd la violencia, inusitada en la paciente figura del científico (Finkental, 1980: 148), a la hora de intentar salvar a su novia, momento en que incluso plantea la muerte de Pantoja y la quema de la casa que se interponen en sus planes amorosos, poniéndola en paralelo con el Orestes de la tragedia homónima de Eurípides 19, en que el hijo de Agamenón pretende matar a Helena y a Hermíone y prender fuego a la casa de Menelao (Fig. 11).

Tal vez el aspecto más claro en la evocación de la Electra clásica es la supuesta relación fraternal de la protagonista galdosiana y Máximo, dando así la réplica a los verdaderos hermanos Electra y Orestes del drama ático. Frente al encuentro y reconocimiento de estos, cuando Orestes llega con Pílades del reino de Estrofio, en nuestro caso se da, sin embargo, una falsa anagnórisis bien estudiada y desarrollada por Iglesias Zoido (2006: 459-474), quien la liga al reconocimiento, en ese caso verdadero, entre hermanos de padre en La Madre Naturaleza de Pardo Bazán, con quien, como es sabido, Galdós tuvo una estrecha relación amistosa y afectiva.

15 Kidd (1994-1995) cree que esa “nobleza” puede atribuirse a sus numerosas obras de caridad. Volver al texto

16 Véase Eurípides, Ifigenia en Áulide . Volver al texto

17 Véase Eurípides, Ifigenia entre los Tauros. Volver al texto

18 Kidd (1994-995:113-114), frente a esta identificación Pantoja-Egisto, asume la de Lázaro Yuste (padre de Máximo y supuesto y falso padre de Electra) con Agamenón, aventurando incluso que su temprana muerte se debiera a su rivalidad con Pantoja por Eleuteria, que hubiera un asesinato en esos “pecados” del pasado a los que Salvador vuelve con insistencia. Volver al texto

19 Me parece difícil asumir esta posibilidad, ya que, frente a Esquilo y Sófocles y el propio Eurípides de la Ifigenia entre los Tauros, que absuelven a Orestes, en la tragedia de este nombre se nos muestra un personaje violento habitado por la locura. Volver al texto