logo MINISTERIO DE CULTURA Y DEPORTE logo INAEM logo CDAEM

De Electra a Casandra:
Su intertextualidad con los clásicos

Página 3

1. ELECTRA (1901)

La puesta en escena de Electra supuso un hito, no solo en la producción dramática galdosiana, sino en la historia de la escena española. Las circunstancias que acompañaron el estreno de la obra han sido bien estudiadas en varias ocasiones 10. El oscurantismo religioso imperante en el país se había sustanciado unos meses antes en el llamado “caso Ubao”, apellido de una joven que, abducida por los manejos del jesuita padre Cermeño, dejó su hogar para ingresar en un convento. Se daba la circunstancia de que la muchacha, rica por su casa, era menor de edad e ingresó en el convento sin el conocimiento de su madre viuda. La familia litigó hasta llegar al Supremo, donde fue defendida por el republicano Salmerón, frente al conservador Maura. La sentencia fue favorable a la familia a mitad de febrero de 1901, días después del estreno de la Electra galdosiana.

Al mismo tiempo, otro suceso enardece al pueblo y prende la mecha del anticlericalismo: el matrimonio de la Princesa de Asturias con el hijo del Conde de Caserta, declarado carlista, en contra de la opinión del Congreso.

Todo ello lleva a un rechazo de la parte más tradicional de la esfera eclesiástica que el público vio reflejada en algunos personajes en el escenario del Teatro Español el día del estreno de Electra, el 30 de enero de 1901. Los espectadores se manifestaron a lo largo de la representación de la obra con gritos contra los jesuitas y al acabar hubo desórdenes y un nutrido grupo de admiradores acompañó al reconocido autor hasta su propio domicilio. El estreno de la obra tuvo tal repercusión social que el nombre de Electra llegó a dar título a una revista que difundía las nuevas ideas de progreso 11 y se propagó tanto el nombre de la heroína griega que se dio en denominar la “moda Electra”. Las consecuencias ayudaron incluso a propiciar la caída del gobierno conservador y a acelerar la subida de Sagasta al poder (Escobar Bonilla, 1995: 69). En fin, todo ello justifica que Imman Fox (1966: 131) haya considerado el estreno de esta obra como uno de los acontecimientos más importantes de la historia intelectual de la España de entre siglos.

Dado el argumento de la obra, bien conocido, puede sorprender el nombre de Electra que encabeza el drama y que al espectador culto le haría evocar las tragedias homónimas de Sófocles y Eurípides. Sin embargo, nos encontramos con una Electra contemporánea, una jovencita hija de padre desconocido, que, tras pasar su primera infancia junto a su madre, vivirá en un convento (Fig. 1) y con diversos parientes, hasta que a sus dieciocho años la acogen sus tíos, personas religiosas y de orden, cuyo amigo Pantoja, personaje oscuro y ultramontano12, que se quiere suponer padre biológico de la muchacha, pretende a toda costa su salvación, que pasaría por estar encerrada definitivamente en un convento. Frente a él aparece la figura luminosa de Máximo, sobrino de los tíos de Electra, joven viudo progresista, dedicado a la ciencia y a los experimentos con la electricidad, del que la joven se enamorará y por el que será correspondida (Fig. 2). Salvador Pantoja, opuesto totalmente al proyecto de un matrimonio entre ambos, llegará a levantar el falso testimonio de que Máximo y Electra son hermanos de padre. La protagonista, enloquecida, ingresará en un convento de donde Máximo, acompañado por su amigo el Marqués de Ronda, la sacará a la fuerza, una vez que Electra no pone impedimento porque se le ha aparecido el fantasma de su madre y le ha asegurado que entre Máximo y ella no hay relación de consanguineidad.

En apariencia nada remite a la desdichada hija de Agamenón; sin embargo, una lectura cuidadosa del texto puede llevarnos a sorprendentes conclusiones.

En mi opinión, es cierto que, con toda probabilidad, la elección del nombre de Electra hace un guiño a la electricidad 13 –por cierto, inaugurada en la capital por esas fechas–, que significa la luz y el progreso (personificados también en la figura del científico Máximo). La identificación de la protagonista con la electricidad se hace explícita, por ejemplo, en los siguientes textos:

MARQUÉS.– Exceso de imaginación quizás, desequilibrio. ¿Es viva? (Referido a Electra.)

DON URBANO.– Tan viva como la misma electricidad, misteriosa, repentina, de mucho cuidado. Destruye, trastorna, ilumina...

EVARISTA.– Tiene usted razón, Salvador. Siempre la tiene, y ahora, en el caso de Electra, en razón es como un astro de luz tan espléndida, que a todos nos obscurece. (Acto I, escena VII).

Sin embargo, no parece que pueda dudarse de que Galdós, admirador, como dijimos, del mundo clásico, pretenda ligar asimismo la figura de la protagonista con la de la saga de los Atridas. El tema ha sido tratado en las últimas décadas por distintos autores 14, de lo que podremos sacar aquí un estado de la cuestión que nos dé una visión de conjunto.

La ligazón de la Electra galdosiana con la tragedia ática, aparece y explícitamente en la obra por mano del autor quien, por boca de Urbano, explica el nombre de Electra como un hipocorístico de Eleuteria, el mismo de su madre, a la que se atribuía el tal porque el desdichado abuelo de la protagonista, militar, como el general argivo, había tenido una vida matrimonial desgraciada hasta el punto de que se le conocía como Agamenón, quien, como es notorio, fue engañado y finalmente asesinado por su esposa Clitemnestra.

URBANO.– Esta niña, cuyo padre se ignora, se crio junto a su madre hasta los cinco años. Después la llevaron a las Ursulinas de Bavona. Allí, ya fuese por abreviar, ya por embellecer el nombre, dieron en llamarla Electra, que es de grande novedad.

MARQUÉS.– Perdone usted, novedad no es; a su desdichada madre, Eleuteria Díaz, los íntimos la llamábamos también “Electra”, no sólo por abreviar, sino porque a su padre, militar muy valiente, desgraciadísimo en su vida conyugal, le pusieron Agamenón. (Acto I, escena 2).

A la hora de analizar la obra y las posibles reminiscencias clásicas, opino que hay que tener en cuenta dos consideraciones: en primer lugar, el nominalismo de los personajes y en segundo lugar, la posible subversión del mito, que oscurece realmente su identificación.

10 Fundamental es Catena (1974: 79-112), más brevemente Escobar Bonilla (1995: 68-73). Volver al texto

11 Fundada por Valle-Inclán, Maeztu, Baroja, Villaespesa y Manuel Machado y en cuyo primer número el propio Galdós publica un artículo. Volver al texto

12 Ya Catena (1974: 93) considera que de alguna manera Pantoja, bajo su figura seglar, encubre la moral de los jesuitas. Volver al texto

13 También Ragué-Arias (1999: 27). Volver al texto

14 Kidd (1994-1995: 104-117), Escobar Bonilla (1995: 61-76), Ragué-Arias (1999: 27), Cao (1995: 296-301), Arencibia (2015: 263-278), Finkenthal (1980: 136-137); Smith (2005: 160-161). Volver al texto