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Efemèrides

Estreno en España de ‘El rinoceronte’, de Ionesco

Teatro María Guerrero de Madrid, 13.1.1961
Estreno en España de ‘El rinoceronte’, de Ionesco
José Luis Alonso estrenaba la obra de Ionesco en el Teatro María Guerrero en 1961

El 13 de enero de 1961 se estrenaba en el Teatro María Guerrero de Madrid la obra El rinoceronte, de Eugène Ionesco, con traducción de Trino Martínez Trives, dirección de José Luis Alonso y escenografía y figurines de Manuel Mampaso. Fueron sus intérpretes: Lola Gálvez, Antonio Ferrandis, Pepita C. Velázquez, José Bódalo, José María Orus, Luis Morris, María Dolores Pradera, José María Prada, José Vivó, Adela Calderón, Manuel Tejada, Joaquín Molina, María Luisa Hermosa, Matilde Calvo, Tina Sainz, José María Celdrán, Antonio Paúl, Enrique Navarro, Jesús Alonso, Manuel del Valle y Francisco Santiago.

En 1960, cuando José Luis Alonso asume la dirección del Teatro María Guerrero, Ionesco es uno de los grandes nombres del Teatro mundial y está viviendo uno de sus mayores éxitos: su obra El rinoceronte ha sido estrenada en el Teatro Odeon de París en enero de 1960, dirigida y protagonizada por Jean-Louis Barrault, junto a Simone Valère; y en el Royal Court Theatre de Londres en abril de 1960, dirigida por Orson Welles y protagonizada por Lawrence Olivier y Joan Plowgriht (más tarde sustituida por  Maggie Smith). En las notas del programa de mano del estreno madrileño, Alonso también hace referencia al estreno en Nueva York, en ese mismo 1961, de la versión dirigida por Joseph Anthony y protagonizado por Eli Wallach, Anne Jackson y Zero Mostel.

En su nota para el programa, José Luis Alonso Mañes, que se había presentado como nuevo director del María Guerrero con el estreno, el 28 de octubre de 1960, de El jardín de los cerezos, comentaba que había escogido la obra de Ionesco para el segundo estreno de la temporada porque “acéptese o no se acepte, es indudable su interés y que está en el primer plano de la actualidad teatral de todos los países”.

Las palabras de Alonso en aquella nota nos resultan sobrecogedóramente actuales: “¿A qué se debe el éxito de esta obra?” Tal vez a que Ionesco se ocupa en ella de una epidemia que se extiende alarmántemente por todos los países: la rinoceritis, y cuyos síntomas son: el embrutecimiento y animalización del hombre, su inclinación a seguir a la manada, la anulación del YO. El monólogo final resume la tesis de toda obra. Son clave las palabras de Berenguer cuando decide conservarse puro, incontaminado y grita angustiósamente: No capitularé.”

 Alonso, tras advertir al espectador de que se iba a encontrar ante una obra extraña, concluía su nota poniendo en valor el asunto de la obra: “¿Se puede dar algo más hermoso que cantar a la libertad humana?”. Era Madrid, en 1961.

 

Alonso concedía una entrevista en Arriba, el 11 de enero, y dejaba algunas consideraciones que creemos que vale la pena recuperar:

 “El teatro de Ionesco me ha producido siempre dos impresiones simultáneas: atracción y malestar. Me parece extraordinario como muestra aislada, porque si todo el teatro siguiese su camino sería para volverse loco. Creo que es el maravilloso contrapunto para el teatro burgués. Ionesco es como un estallido, un revolucionario que no se atiene a ninguna clase  de ley escénica. (…) El rinoceronte es la culminación de todo su teatro. La prueba es que con esta obra ha saltado a los escenarios más comerciales del mundo entero. El éxito de público se debe a que el simbolismo está clarísimo. Por otra parte, el envoltorio de lo simbólico, la forma de materializarlo sobre la escena es jocosa y hace reír en muchos momentos.”

Y a la pregunta de si el público comprenderá la obra, Alonso deja una respuesta de oro: “Creo que sí. Hay que tener en el público español más confianza de la que generalmente tenemos. ¿No es una prueba el haber dado más de cien representaciones con magníficas entradas de “El jardín de los cerezos” de Chejov?”.

 

Llegó el estreno y un enorme éxito, con el añadido de una gira, para confirmar la confianza de Alonso en el público español. La obra supuso un gran reconocimiento para el trabajo de José Luis Alonso y para el de los protagonistas José Bódalo, María Dolores Pradera y Antonio Ferrandis.

 El crítico de la Vanguardia, Manuel Pombo Angulo, pudo ver la puesta en escena de Londres, por Laurence Olivier, y afirma que era más densa, más pesada, más aburrida y paradójicamente, mucho menos trascendental que la puesta en escena excepcional, alegre, pimpante, casi de circo, de José Luis Alonso, quien había añadido una escena no representada en Londres, la escena de los bomberos, cosa que el crítico consideró un gran acierto.

Pombo Angulo no considera extraño el lenguaje de Ionesco, y cree que el público español ya ha sido preparado por el teatro moderno de los Mihura, Tono o incluso Calvo Sotelo. Llega a afirmar que Tres sombreros de copa o La mujer asesinadita dan varios pasos más adelante que la comedia de Ionesco en ese sentido. “El rinoceronte no es una obra común, pero el público estaba perfectamente preparado para comprenderla. Cuando aplaudió, no lo hizo deslumbrado por un snobismo, sabía, sin duda, lo que aprobaba.”, concluye el crítico.

 

 En esta sección ya nos hemos referido  a la llegada de las obras de Ionesco a España, en 1954, con el estreno de La lección y La cantante calva, dirigidas por Trino Trives.

En otra de nuestras notas, recordamos que Alonso volvió a dirigir una obra de Ionesco poco tiempo después, El rey se muere, en 1964.

En muchas de las notas de esta sección de efemérides ha aparecido el nombre de José Luis Alonso, considerado por muchos como el más importante director de escena español de los años sesenta, junto con José Tamayo. Alonso fue desde 1960 hasta 1975 el director del Teatro María Guerrero y convirtió su programación en un referente de calidad y de apertura de miras. El CDAEM conserva, como uno de sus tesoros, la voz de Alonso en una entrevista telefónica concedida en 1989 a Pere García, gracias a una donación de este en 2012.

 

En la biblioteca del CDAEM tenemos varios ejemplares de El rinoceronte. Entre ellos, un volumen perteneciente a la donación José Gómez Pérez, de la editorial argentina Losada, que publicó esta obra muy pronto, en 1961, traducida por una escritora española exiliada en Buenos Aires: María Martínez Sierra, es decir, María Lejárraga, la gran escritora española, viuda de Gregorio Martínez Sierra.

 

La fotografía que ilustra la nota forma parte de la colección de Gyenes perteneciente al fondo documental del CDAEM.