Jesús Cimarro. Ermua (Vizcaya), 1965. Empresario y productor teatral

De artesano de la producción teatral a pujante empresario de espectáculos

Pasar las páginas de su manual Producción, gestión y distribución del teatro (Ediciones Autor, 1997), del que prepara ya la cuarta edición, es adentrarse en la sabiduría empresarial de un hombre de teatro hecho a sí mismo que ha aprendido con la experiencia de más de 30 años que “producir equivale a crear”.

Esta figura del productor-creador es la que hoy en día reivindica Cimarro y la que, de alguna manera, tuvo que inventar en una etapa en la que la ebullición artística no encontraba una estructura empresarial que la sostuviera. “La figura del productor no existía en el anterior siglo”, afirma este emprendedor rememorando sus inicios en la época de la Transición, en la que pervivía la tradición de que fueran los propios autores o directores de las compañías quienes asumieran las funciones de producción.

De ahí que el empresario vasco irrumpiera en la década de los ochenta con la fuerza de un pionero, participando en la fundación del Taller de Teatro de Ermua en 1980 -el primero en Vizcaya y cantera de actores como Álex Angulo- y convirtiéndose en presidente de Geroa entre 1983 y 1986, años en los que la compañía se codeaba con pesos pesados del Teatro Independiente como Cómicos de la Legua o Els Joglars .

La entrada de Cimarro a Geroa sustituyendo a Julio Perugorría, cabecilla del grupo junto a Paco Obregón, conllevó la profesionalización de la figura del productor y distribuidor, lo que se tradujo en golosos contratos de más de 100 funciones por obra que permitieron a la compañía de Durango autofinanciarse y regular su situación. Títulos como Kaixo Aguirre (1979) o Ertzaina al pil-pil (1988) marcaron una línea transgresora que alcanzó su máxima representación con Muerte accidental de un anarquista (1983), obra dirigida por Antonio Malonda sobre el agitador texto de Dario Fo, y aupada por el joven Cimarro a la suma de 500 representaciones y una gira por las principales cárceles del Norte de España. El dramaturgo Ignacio Amestoy, responsable de los dos grandes aciertos de Geroa, Durango: un sueño, 1439 (1989) y Doña Elvira, imagínate Euskadi (1986), se refiere con admiración a la portentosa repercusión lograda por Cimarro para este último montaje: “Completó una gira por EE UU y Canadá que sobrepasó las 125 representaciones, todo un récord para una producción vasca”. La postura crítica que adoptó Geroa con el conflicto vasco, al rojo vivo en aquel entonces, permitió al productor no sólo saborear el éxito sino también tomar conciencia del impacto que el teatro podía causar en la sociedad: “Fueron años muy difíciles en los que desde la cultura luchábamos con muchos frentes”.

Empujado por su espíritu emprendedor, Jesús siguió los pasos de tantos artistas dando el salto a Madrid: “Con la inconsciencia de un chico de 21 años que decide irse de su pueblo a la capital a buscarse la vida, dejé una situación privilegiada en la que ganaba un sueldo con la compañía y trabajaba además como corresponsal de El Correo Español del Pueblo Vasco en Ermua”. Con las ganas de aplicar todo lo aprendido, y de aunar la parte artística con la de gestión, Cimarro encontró en Tato Cabal, José Luis Alonso de Santos, Rafael Álvarez El Brujo, Gerardo Malla y Margarita Piñero los aliados perfectos para consolidar su carrera en la producción privada de las artes escénicas fundando en 1988 la empresa Pentación.

La apuesta por autores españoles se colocó en el primer lugar del ideario de la productora: Alonso de Santos (Pares y nines, Yonquis y yanquis), Paloma Pedrero (Invierno de luna alegre), Javier Tomeo (Amado monstruo), Adolfo Marsillach (Yo me bajo en la próxima, ¿y usted?, Una noche con los clásicos) y, especialmente, Fernando Fernán Gómez como dramaturgo de dos de los hitos protagonizados por El Brujo (El Lazarillo de Tormes y El pícaro), marcaron la primera década de la productora y su carácter renovador tanto del lenguaje como de los temas. Con la mirada siempre puesta en aquello que interesara al público, Pentación no tardó en combinar éxitos del teatro anglosajón llevados al cine como La huella (1998) y Amadeus (2000), de los hermanos Anthony y Peter Schaffer respectivamente, o El precio (2003), de Arthur Miller, con textos de teatro clásico como La dama duende (2000), coproducida con la Compañía Nacional de Teatro Clásico, o Fedra (2007), en versión de Juan Mayorga; una tónica que se ha perpetuado en la línea de programación de Pentación, que Cimarro resume en tres palabras “hacemos de todo” siempre que se trate de “teatro de calidad”.

Para garantizar este requisito, Cimarro siempre ha tenido claro el peso de las caras conocidas y se ha rodeado de Federico Luppi (El guía del Hermitage), Marisa Paredes (Sonata de otoño), María Galiana (Conversaciones con mamá), José Sacristán (Muñeca de porcelana), un sinfín de ases entre los que destacan fieles de la casa como Lola Herrera (Seis clases de baile en seis semanas, Cinco horas con Mario), Concha Velasco (Hécuba, Olivia y Eugenio, El Funeral) o Héctor Alterio (El Túnel, La sonrisa etrusca, El padre…). Este último protagonizó una de las producciones más aplaudidas de su carrera, Yo, Claudio, la obra de Robert Graves con la que ganó el Premio Max 2005 al Mejor Empresario Privado de Teatro.

La capacidad de trabajo destaca entre las virtudes de este empresario que, aparte de lanzar como productor y distribuidor más de 160 títulos, ejerce como director del Teatro Bellas Artes y el Teatro La Latina -labor que también desempeñó al frente del Teatro Muñoz Seca en 2003-, además de ser actualmente firme capitán del festival teatral más antiguo y emblemático de nuestro país: El Festival Internacional de Teatro Clásico de Mérida, una institución pública gestionada desde la iniciativa privada que ha aumentado descomunalmente sus cifras de espectadores y taquilla desde que cogiera el timón en 2012. Convencido de la necesidad de revalorizar la profesión, Cimarro ha compaginado su faceta de productor con la política de gestión cultural que desempeña al frente de Faeteda, APTEM (Asoc. de Productores y Teatros de Madrid), como miembro de la Federación Europea de Empresarios de Espectáculos y, a partir de 2018, desde su puesto de presidente de la Academia de Artes Escénicas de España. Desde esa nueva atalaya, seguirá luchando por “colocar al sector donde le corresponde y conseguir un mayor mestizaje entre todas las especialidades de las artes escénicas”.

Mientras tanto, la maquinaria de Pentación continúa imparable engrosando la lista de estrenos que año tras año persiguen el objetivo que Cimarro pone en mayúsculas: “Hacer que el público disfrute más de la vida”.

Natalia Erice