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NÜM 4

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1. MONOGRÁFICO

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1.9. Adenda · Don Quijote. Acercándonos a su locura


Adaptación de Yoichi Tajiri
 

 

Cuadro 1

CORO 1

En un lugar de la Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme, no ha mucho tiempo que vivía un hidalgo de los de lanza en astillero, adarga antigua, rocín flaco y galgo corredor.

CORO 2

Una olla de algo más vaca que carnero, salpicón las más noches, duelos y quebrantos los sábados, lentejas los viernes, algún palomino de añadidura los domingos, consumían las tres partes de su hacienda.

CORO 3

Tenía en su casa una ama que pasaba de los cuarenta, y una sobrina que no llegaba a los veinte, y un mozo de campo y plaza, que así ensillaba el rocín como tomaba la podadera.

CORO 4

Frisaba la edad de nuestro hidalgo con los cincuenta años; era de complexión recia, seco de carnes, enjuto de rostro, gran madrugador y amigo de la caza.

CORO 9

Este sobredicho hidalgo, los ratos que estaba ocioso –que eran los más del año–, se daba a leer libros de caballerías con tanta afición y gusto, que olvidó casi de todo punto el ejercicio de la caza, y aun la administración de su hacienda.

CORO 10

En resolución, él se enfrascó tanto en su lectura, que se le pasaban las noches leyendo de claro en claro, y los días de turbio en turbio.

NARRADORA

Y así, del poco dormir y del mucho leer se le secó el celebro, de manera que vino perder el juicio. Llenósele la fantasía

NARRADORA+CORO 5

de encantamentos, pendencias,

NARRADORA+CORO 5・6

batallas,

NARRADORA+CORO 5・6・7

desafíos,

NARRADORA+CORO 5・6・7・8

heridas,

CORO MUJERES

requiebros,

CORO HOMBRES

amores,

CORO TODOS

tormentas y disparates imposibles.

NARRADORA

Asentósele de tal modo en la imaginación que era verdad toda aquella máquina de aquellas soñadas invenciones que leía, que para él no había otra historia más cierta en el mundo.

CORO 5

En efecto, rematado ya su juicio, vino a dar en el más extraño pensamiento que jamás dio loco en el mundo, y fue que le pareció convenible y necesario, así para el aumento de su honra como para el servicio de su república, hacerse caballero andante, y irse por todo el mundo con sus armas y caballo a buscar las aventuras, y a ejercitarse en todo aquello que él había leído que los caballeros andantes se ejercitaban, deshaciendo todo género de agravio.

CORO 7

Y lo primero que hizo fue limpiar unas armas que habían sido de sus bisabuelos, que, tomadas de orín y llenas de moho, luengos siglos había que estaban puestas y olvidadas en un rincón.

CORO 8

Fue luego a ver su rocín, que era solo piel y huesos.

CORO 6

Cuatro días se le pasaron en imaginar qué nombre le pondría. Y así, después de muchos nombres que formó, borró y quitó, añadió y tornó a hacer en su memoria e imaginación, al fin le vino a llamar Rocinante.

CORO TODOS

Rocinante.

CORO 7

Puesto nombre, y tan a su gusto, a su caballo, quiso ponérsele a sí mismo, y en este pensamiento duró otros ocho días, y al cabo se vino a llamar don Quijote.

CORO MUJERES

Pero, acordándose que el valeroso Amadís añadió el nombre de su reino y patria, y se llamó Amadís de Gaula,

CORO TODOS

así quiso, como buen caballero, añadir al suyo el nombre de la suya y llamarse don Quijote de la Mancha.

DON QUIJOTE 1

Contra cuerdos y contra locos, está obligado cualquier caballero andante a volver por la honra de las mujeres. Por tu vida, Sancho, entiende que todo cuanto yo he hecho, hago e hiciere, va muy puesto en razón y muy conforme a las reglas de caballería.

Te digo otra vez, Sancho, que sepas que el famoso Amadís de Gaula fue uno de los más perfectos caballeros andantes. No he dicho bien fue uno: fue el solo, el primero, el único, el señor de todos cuantos hubo en su tiempo en el mundo. Fue el norte, el lucero, el sol de los valientes y enamorados caballeros, a quien debemos de imitar todos aquellos que debajo de la bandera de amor y de la caballería militamos. Siendo, pues, esto ansí, como lo es, hallo yo, Sancho amigo, que el caballero andante que más le imitare estará más cerca de alcanzar la perfección de la caballería.

Y una de las cosas en que más este caballero mostró su prudencia, valor, valentía, sufrimiento, firmeza y amor fue cuando se retiró, desdeñado de la señora Oriana, a hacer penitencia en la Peña Pobre. Ansí, que me es a mí más fácil imitarle en esto que no en hender gigantes, descabezar serpientes, matar endriagos, desbaratar ejércitos, fracasar armadas y deshacer encantamentos. Y pues estos lugares son tan acomodados para semejantes efectos quiero imitar a Amadís, haciendo aquí del desesperado, del sandio y del furioso, puesto que yo no pienso imitar a Roldán, parte por parte, en todas las locuras que hizo, dijo y pensó, haré el bosquejo, como mejor pudiere, en las que me pareciere ser más esenciales.

CORO TODOS

¡Señor!

SANCHO

Paréceme a mí que los caballeros que lo tal hicieron fueron provocados y tuvieron causa para hacer esas necedades y penitencias; pero vuestra mereced, ¿qué causa tiene para volverse loco? ¿Qué señales ha hallado que le den a entender que la señora Dulcinea del Toboso ha hecho alguna niñería con moro o cristiano?

DON QUIJOTE 1

Ahí está el punto, y ésa es la fineza de mi negocio; que volverse loco un caballero andante con causa, ni grado ni gracias: el toque está en desatinar sin ocasión.

NARRADORA

Limpias, pues, sus armas, hecho del morrión celada, puesto nombre a su rocín y confirmándose a sí mismo, se dio a entender que no le faltaba otra cosa sino buscar una dama de quien enamorarse.

CORO HOMBRES

Y fue, a lo que se cree, que en un lugar cerca del suyo había una moza labradora de muy buen parecer.

CORO MUJERES

Llamábase Aldonza Lorenzo, y a ésta le pareció ser bien darle título de señora de sus pensamientos.

NARRADORA

Y buscándole nombre que no desdijese mucho del suyo,

CORO HOMBRES

como era natural del Toboso,

NARRADORA

vino a llamarla Dulcinea del Toboso.

DON QUIJOTE 1

¡Oh, Dulcinea del Toboso, día de mi noche, gloria de mi pena, norte de mis caminos, estrella de mi ventura, así el cielo te la dé buena en cuanto acertares a pedirle!

Pero dime, Sancho, ¿traes bien guardado el yelmo de Mambrino, que ya vi que le alzaste del suelo cuando aquel desagradecido le quiso hacer pedazos? Pero no pudo; donde se puede echar de ver la fineza de su temple.

SANCHO

Vive Dios, señor, que no puedo sufrir ni llevar en paciencia algunas cosas que vuestra merced dice. Porque quien oyere decir a vuestra merced que una bacía de barbero es el yelmo de Mambrino, y que no salga deste error en más de cuatro días, ¿qué ha de pensar sino que quien tal dice y afirma debe de tener güero el juicio?

DON QUIJOTE 1

Mira, Sancho, por el mismo que denantes juraste, te juro que tienes el más corto entendimiento que tiene ni tuvo escudero en el mundo. ¿Que es posible que en cuanto ha que andas conmigo no has echado de ver que andan entre nosotros siempre una caterva de encantadores? Ellos todas nuestras cosas mudan y truecan, y las vuelven según su gusto, y según tienen la gana de favorecernos o destruirnos; y así, eso que a ti te parece bacía de barbero, me parece a mí el yelmo de Mambrino, y a otro le parecerá otra cosa. Y fue rara providencia del sabio que es de mi parte hacer que parezca bacía a todos lo que real y verdaderamente es yelmo de Mambrino, a causa que, siendo él de tanta estima, todo el mundo me perseguiría por quitármele; pero como ven que no es más que un bacín de barbero, no se curan de procuralle. Guárdale, amigo Sancho.

Digo, Sancho, que mis amores y los suyos han sido siempre platónicos, sin extenderse a más que a un honesto mirar. Y aun esto, tan de cuando en cuando, que osaré jurar con verdad que en doce años que ha que la quiero más que a la lumbre destos ojos. No la he visto cuatro veces; y aun podrá ser que destas cuatro veces no hubiese ella echando de ver la una que la miraba; tal es el recato y encerramiento con que su padre, Lorenzo Corchuelo, y su madre, Aldonza Nogales, la han criado.

SANCHO

¡Ta, ta! ¿Que la hija de Lorenzo Corchuelo es la señora Dulcinea del Toboso, llamada por otro nombre Aldonza Lorenzo?

DON QUIJOTE 1

Ésa es, y es la que merece ser señora de todo el Universo.

SANCHO

Bien la conozco, y sé decir que tira tan bien una barra como el más forzudo zagal de todo el pueblo. ¡Vive el Dador, que es moza de chapa, hecha y derecha y de pelo en pecho, y que puede sacar la barba del lodo a cualquier caballero andante, o por andar, que la tuviere por señora! ¡Oh hideputa, qué rejo que tiene, y qué voz! Sé decir que se puso a llamar unos zagales suyos que andaban en un barbecho de su padre, y aunque estaban de allí más de media legua, la oyeron. Y lo mejor que tiene es que no es nada melindrosa, porque tiene mucho de cortesana: con todos se burla y de todo hace mueca y donaire. Ahora digo, señor Caballero de la Triste Figura, que puede y debe vuestra merced hacer locuras por ella.

CORO HOMBRES

Es aquí el lugar adonde

el amador más leal

de su señora se esconde,

y ha venido a tanto mal

sin saber cómo o por dónde.

Tráele amor al estricote,

que es de muy mala ralea;

y así, hasta henchir un pipote,

aquí lloró don Quijote

ausencias de Dulcinea del Toboso.

CORO HOMBRES

Y aquí, una copla:

CORO MUJERES

Mejor que la cigarra que canta el calor insoportable, la luciérnaga que en silencio se inmola ardiente.

CORO HOMBRES

¡Eso!

 

 

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