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La empresa privada y el mundo de la fantasía, una ecuación rentable.
(El teatro infantil de iniciativa privada en Madrid. 1939-1945)

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2. EL TEATRO PARA LA INFANCIA INTERPRETADO POR NIÑOS

2.1. Manuel Herrera Oria

Manuel Herrera Oria es hermano de uno de los hombres más influyentes del periodo: Ángel Herrera Oria, el principal líder del movimiento católico, así como del catolicismo social y político en la España del s. XX. Su nombre aparece vinculado a la Editorial Católica, uno de los más destacados grupos de comunicación de los años 20 y 30, que editó El Debate, pero también Ya o el diario infantil Jeromín, así como varias cabeceras de periódicos locales. Durante la República adoptó una política de acatamiento activo al gobierno legalmente establecido, lo que explica la desconfianza del franquismo hacia él en la primera posguerra y la reducción del grupo a la edición de Ya.

Este paréntesis me parece indispensable para acercarnos a la figura de Manuel Herrera Oria, quien, al margen –o no tanto– de este entronque familiar, puesto que colaboró con su hermano en algunas de sus actividades, desarrolló una intensa labor como empresario no solo teatral, sino también cinematográfico y editorial, sin faltar su faceta como constructor (Sánchez Garrido, 2016: 39). Es decir, un verdadero hombre de negocios con unas muy poderosas relaciones.

En el terreno teatral comenzó su labor con la financiación de la construcción del Teatro Pereda en Santander, que más tarde gerenció (Fig. 1), y en la producción y gira de El divino impaciente, de Pemán. Ya en Madrid, entre 1919 y 1949, gestionó en diferentes periodos los teatros Lope de Vega, Español, Alkázar y Fontalba.

Durante la temporada 1935/36, lo descubrimos como promotor de la Agrupación Artística de Niños de la B.A.T. (Bilbaína Artística Teatral). Las actuaciones de zarzuela y teatro de este colectivo infantil se exhibieron en los teatros Calderón y Cervantes cuando su interpretación era lírica, y Alkázar y, sobre todo, Fontalba, cuando representaban espectáculos dramáticos, siempre dirigidos por José Luis Sertucha, quien, en la década de los 40, con frecuencia, adoptó el seudónimo de Guillermo Ordeñana.

Esta agrupación echó a andar el 31/10/1935, en el teatro Fontalba, y su repertorio lo conformaban “comedietas, zarzuelitas, cuentos escenificados, fantasías líricas y entremeses cómicos, sin que falten finales de fiesta con número de variedades, todo ello orientado en la más sana moral” 3. En el reparto figuraban José Mª y Julián Usunaga, Begoñita Miguel, Mirenchu Egusquiza, Ali Garayalde, Begoñita y Purita Orne, entre otros. Su repertorio lo configuraron los espectáculos Blancanieves, Barba azul, Menestra, La casa embrujada o El sueño de una muñeca, etc., que, en más de una ocasión, ya en 1936, aparecieron en la cartelera bajo el epígrafe “Gran temporada Jeromín” (ABC, 5/1/1936, p. 61), lo que adelanta una característica que veremos en la década de los 40: la frecuente vinculación del teatro para la infancia con determinadas publicaciones infantiles.

Durante la contienda civil, la Cª de Carmen Díaz realizó gira por territorio nacional e, incluso, participó en la inauguración del teatro San Fernando de Sevilla ante el general Queipo del Llano (Martínez Cachero, 2001). En esta misma ciudad y teatro encontramos a la compañía nada más terminada la guerra (ABC, Sevilla, 21/4/1939, p. 19) alternando las representaciones de Muchachas de blanco, para adultos, y Zí, ¿por qué?, de J. L. Sertucha y el compositor Manuel Gordillo, para público infantil. En el reparto, nuevamente, Ali Garayalde y Begoñita Miguel, así como Carmina Varela, “maravilla de gracia e intuición”.

Los párrafos precedentes sirven para encuadrar una de las primeras actividades dedicadas a los espectadores infantiles en la década de los 40. Manuel Herrera Oria (Aguilera, 1993: 53) obtuvo la concesión del teatro Español, de titularidad municipal, en la temporada 1939/1940, en la que contó con las compañías de Niní Montián-Guillermo Marín y de Guerrero-Mendoza para la programación de adultos, a la par que creó la ‘Compañía Infantil del Teatro Español’, dirigida por José Luis Sertucha (Fig. 2 y Fig. 3). Entre octubre de 1939 y abril del año siguiente, según datos de DHTE (1939-1940), se realizaron 9 programas y medio centenar de funciones en jueves y domingos, no circunscritas al periodo navideño.

Las llaves de Barba Azul , de J. L. Sertucha y José Santonja, con música de Bertrán Reyna, se re-estrenó el 12 de octubre como “comiquísico cuento lírico”. En Ya (12/10/1939), se nos adelanta la formación de esta joven compañía, ya experimentada en la preguerra y a cuyo frente figura Sertucha, “hábil preparador de pequeños artistas, muchos de los cuales llegaron a ser valores positivos del arte escénico”, y del que se recuerda su labor patriótica con Carmen Díaz en la zona sublevada. La crítica de A.F. ( Ya, 13/10/1939), además de aludir a la perspicacia y buen hacer del empresario, apunta a “la amenidad, simpatía e interés de la fábula” y a que el “libro y música son primorosos” (Fig. 4). Informaciones (14/10/1939) se hizo eco, así mismo, de este estreno, del que explicó: “Enmarcados en el conocido cuento de Barba Azul, vimos los más variados números revisteriles: todos ellos limpios, amenos e instructivos y apropiados para el cultivo del gusto artístico infantil”. Además de alabar a Carmina Varela, de seis años, alude a la nueva generación de artistas madrileños y señala como artífices del éxito, además de los autores e intérpretes, los decorados de Fontanals y López Giovannini, así como el vestuario de Encarnación Iglesias, para terminar con las siguientes palabras: “En toda la representación campea un buen gusto y exquisita moralidad, prueba del cuidado que el Sr. Herrera Oria pone en la selección de sus espectáculos”.

De similar factura fue el re-estreno de Blancanieves (23/11/1939), del que Ródenas (ABC, 24/11/1939) alaba la labor del libretista, Sertucha, y del compositor, Zubizarreta, quienes con su esfuerzo logran llegar al público infantil, el cual no puede “calibrar las bellezas literarias” ni las “sutilezas del lenguaje”, por lo que los autores deben “recurrir a la plástica, subrayada con evocaciones de cuentos hogareños” (Fig. 5). “Para intérpretes y autores hubo abundantes aplausos”. Como es lógico según lo explicado, nuevamente es Ya (24/12/1939) el medio que informa del siguiente estreno del teatro Español el 23 de diciembre: el programa doble formado por Belén, pastoral lírica y El sueño de la muñeca, un teatro, según F., crítico del diario, “movido y vistoso, pero al mismo tiempo educativo y cristianizador de las conciencias infantiles de la nueva España”. Sobre la primera de estas obras, dice el crítico:

La pastoral Belén, exposición plástica del Misterio de la Natividad de Nuestro Sr. Jesucristo, versión de Guillermo Ordeñana [Sertucha], sobre la música de Víctor Zubizarreta, es, además de toda una ópera perfectamente ambientada y desarrollada musicalmente con inspiración melódica y dominio orquestal, un espectáculo que subyuga y alecciona por su significado religioso y el encanto que a su realización escénica aportan los niños intérpretes. (Fig. 6).

El sueño de la muñeca , de Sertucha y el compositor Juan de Orúe, por el contrario, era un “juguetillo”, interpretado por Carmen Varela, nutrido de abundantes números musicales. De la escenografía se ocupó, nuevamente, López Giovanini. Favorable fue, igualmente, la reseña de Madrid (9/1/1940), quien señaló el buen hacer de Ali Garayalde y Begoñita Miguel y alabó “en la orquesta el desglose de inspiración y unción bien concertadas”.

En los primeros días de enero de 1940, se compuso un programa doble con Belén y Blancanieves, para dar paso al siguiente estreno el 11 de enero: Clínica de bebés y Zí, ¿por qué?, escritas por J. L. Sertucha (también con su seudónimo Ordeñana), con música del compositor Manuel Gordillo. El crítico de Ya (13/1/1940), B., además de señalar que las dos obras “llevan su moraleja aleccionadora”, informa de que, en este programa, participaron artistas de la Cª Guerrero-Mendoza (Julio Arroyo y José Escamilla) y Ángel Soler, quien anteriormente había formado parte de la Cª de Carmen Díaz y, con posterioridad, de Radio España. Afirma, igualmente, que las obras fueron escritas “a la medida” de sus intérpretes: Carmina Varela y sus “intervenciones coreográficas de estilo andaluz”, las romanzas para lucimiento de Begoñita, las danzas de la niña Llofriú, etc., es decir, los mismos “vicios” (divismo, papeles a medida,…) que las compañías privadas profesionales.

Clínica de bebés y Pichi, aventurero, patriota, esta última con libreto de Ordeñana (Sertucha) y música del maestro Font de Anta, en la que “descolló un chotis coreado desde la sala y el conjunto patriótico final, que es un número de gran fuerza emotiva”, conformaron el siguiente programa, estrenado el 27 de enero. “Éxito magnífico” (Benjamín, Ya, 28/1/1940). Por la prensa que generó, Mari-Pepa, en el país del Koko, con texto de Emilia Cotarelo y música de Francisco Cotarelo, despertó mucho mayor interés, si bien es cierto que la mayor parte de las obras hasta ahora mencionadas ya habían sido estrenadas durante la preguerra por las “huestes” de Sertucha. Ródenas (ABC, 9/2/1940) comienza su crítica apuntando que Emilia Cotarelo, de quien conocemos su participación en Pelayos (Martín Martínez, 1968: 63), es una “literata distinguida que escribe y escribe bien” y, a partir de allí, se deshace en elogios de un texto lleno de imaginación, poesía y ensueño, de un cuento escenificado lleno de inventiva, cuyos pasajes van subrayados por “una música fácil e inspirada” ( Fig. 7). La prensa, en general (Informaciones, Madrid, Ya), elogió la labor de la autora y el compositor, sin olvidar el elenco en que nuevamente intervenía algún actor de la Cª Guerrero-Mendoza (Fig. 8, Fig. 9). Importante destacar al respecto que Mari Pepa fue la protagonista de una serie de cuentos de “claro carácter propagandístico” en su primera época, que dan paso a unos planteamientos ideológicos y educativos del régimen franquista” (Sotomayor, 2007: 19). Es ésta, como veremos, la tónica en numerosos espectáculos de éxito en el periodo reseñado.

El siguiente estreno, Malibú, los tres cerditos y tú, de Julio Ponte y Fernando Navarrete, se produjo el 29 de febrero y de él la prensa destacó la música de Mili Porta, que fue definida de verdadera partitura de opereta, a base de “ritmos modernos” (Ya 1/3/1940) (Fig. 10). Porque contrasta con las anteriores reseñas, siempre elogiosas, reflejamos la del diario Arriba (2/3/1940): “La obra explota sin originalidad trucos, personajes y símbolos ya conocidos en el cinematógrafo, si bien con cierta gracia y una gran realidad, […]. La música, ramplona. Y la escenografía, muy desigual”.

La Compañía Infantil del Teatro Español estrenó días después su último programa, formado por El sueño de una muñeca, del que ya hemos hablado, y Los ojos de Mariflor, de Guillermo Ordeñana (Sertucha). Benjamín, de Ya (26/3/1940), a modo de cierre de esta temporada infantil, alude a que esta compañía no se ha apartado de lo prometido en su presentación, y debe ser tomada “como ejemplo y estímulo” de lo que debe ser el teatro para niños: “arte sencillo y de fácil comprensión, basado sobre cimientos de absoluta limpieza moral y con profundo sentido cristianizador de futuras generaciones” (Fig. 11). Los ojos de Mariflor, en esencia, “está impregnada de un aroma francamente cristiano”.

Casi al mismo tiempo que se producía el estreno Los ojos de Mariflor en el Teatro Español, la compañía dirigida por Sertucha y de cuya producción se responsabilizaba Manuel Herrera Oria, comenzaba sus actuaciones –con casi idéntico repertorio–, en el teatro Fontalba, si bien en una simbiosis con Radio España en Madrid, emisora con la que el empresario, a lo largo de este lustro, realizó más de 250 funciones (galas) dirigidas al público infantil. Pero no acaba aquí la actividad de este colectivo que ahora se denominaba ‘Compañía Galas Infantiles de Radio España’. En mayo de 1940, encontramos a la joven compañía, con sus “figuras” de siempre, haciendo una breve temporada en el teatro San Fernando de Sevilla, donde eran conocidos por sus actuaciones con la Cª de Carmen Díaz (ABC, Sevilla, 1/5/1940).

Se me permitirá aquí hacer un paréntesis que puede ayudar a entender mejor la realidad del teatro para la infancia en la década de los 40. Conviene destacar la importancia que diferentes emisoras desempeñaron en la captación de públicos, entre ellos los más jóvenes. Gómez García (2011) ha estudiado los afanes de Radio Nacional de España (RNE) y, a través de ella, del Frente de Juventudes, para conseguir un doble objetivo con las programaciones infantiles: devolver la alegría a los más jóvenes tras las penurias de la contienda civil y transmitirles las consignas políticas y religiosas del Movimiento, de modo que, en el futuro, se convirtieran en la juventud “aleccionada” y totalmente afín al régimen, es decir, diversión y formación en unos principios claramente determinados por la Falange. Sin embargo, RNE, más centrada en la información y adoctrinamiento, no consiguió captar la atención de públicos amplios como sí lo consiguieron las emisoras -que buscaban el entretenimiento de las clases populares– de la Sociedad Española de Radiodifusión (SER), entre las que se encontraba Radio España, con la que tan estrechamente colaboró Manuel Herrera Oria. Murelaga (2009) ha dejado constancia, a su vez, de que el enfrentamiento solapado –o no tanto– entre la Falange y la Asociación Católica de Propagandistas, es decir, entre el nacionalsindicalismo y el nacionalcatolicismo, se traspasó al enfrentamiento entre RNE y la SER, hasta 1945, cuando RNE es controlada por personas de la Asociación Católica de Propagandistas, y, por lo tanto, afines a la familia Herrera Oria.

Entre marzo de 1940 y finales de 1945, la Cª Galas Infantiles de Radio España, además de reponer los títulos representados en el teatro Español, en el Fontalba estrenaron una serie de títulos en los que nuevamente Sertucha/Ordeñana desempeñaba un enorme protagonismo, bien como libretista y/o compositor, y siempre como director de los espectáculos. Entre los colaboradores de la Cª Galas Infantiles en estos años aparecen reiteradamente Agustín Embuena y Pedro Llabrés, como libretistas, y Luis Araque y Ordeñana como compositores, si bien es cierto que la prensa de la época, tanto la cartelera como la crítica, escasamente dan cuenta de los espectáculos infantiles.

Gracias a la cartelera de DHTE, conocemos algunos de los estrenos que, en el teatro Fontalba, protagonizó la Cª Galas Infantiles: en 1941, Colmillete y Bigotines y Muñecos de trapo, ambas del tándem Embuena (libreto) y Benito Morató (música), si bien en el texto de esta última participó, igualmente, Ordeñana (Fig. 12); al año siguiente, la comedia lírica El capitán Kiriki, de Juan de Diego y Luis Araque (Fig. 13), de quien también era la música de la fantasía lírica Los tres pelitos del diablo, escrita por Pedro Llabrés. Con Su majestad Cascarrabias, de Embuena y Ordeñana, ahora responsable de la música, se pone fin al año 1941. El crítico de El Alcázar (21/12/1942) afirmaba que ambos creadores sabían adaptar perfectamente sus obras al público al que se dirigían:

G. Ordeñana, músico inspirado de habilidad extraordinaria para matizar sus composiciones con el ritmo justo y adecuado siempre al auditorio para el que son destinadas. El libreto del Sr. Embuena movido, muy cómico y con dosis de emoción oportunamente amoldadas al mismo, tiene un fondo ético y didáctico que cautiva el alma de los espectadores más jóvenes. (Fig. 14).

En el reparto seguían apareciendo Ali Garayalde y Pepita García, a las que se sumaron, en esta ocasión, el libretista y Ángel Soler.

El mismo dúo de autores de la obra anterior se repite en el cuento El aprendiz de brujo en 1943, y en los siguientes años se reponen las obras en repertorio y se estrenan espectáculos con texto de Pedro Llabrés y música de Ordeñana: el cuento lírico Bartolín y Bartolón , sobre el que el crítico de Ya (18/12/1945) dice “el mejor exponente del límite de la perfección alcanzado por esta clase de representaciones”, y Uñitas de oro, alabada encarecidamente en el texto, música e interpretación por la reseña de Arriba (26/3/1946) (Fig. 15). No faltan los elogios en El Alcázar (8/11/1946) hacia la labor desarrollada por la Cª Galas Infantiles en el inicio de su temporada 1946/47.

Pese a las afirmaciones de la prensa encomiando las actuaciones de esta compañía, testimonios recientes muestran una realidad algo diferente. La bailarina Tona Radely, (Algar, 2015: 286-287), antes de dedicarse a la danza profesional, se inició en el mundo del espectáculo de la mano de las compañías infantiles impulsadas por Manuel Herrera Oria. Sus recuerdos son muy esclarecedores de la realidad del teatro infantil del momento, o por lo menos, de “este” teatro:

Entre José Luis Sertucha y su hija Carmelín nos dirigían la música, la interpretación y la danza. Era totalmente amateur aunque Doña Juli, la mujer de José Luis, nos repartía unas pastitas. El presentador era “El Mago Bondadoso” interpretado por Ángel Soler, que era locutor de Radio España. Interpretábamos muchos cuentos: Barba Azul, Blanca Nieves, Mari Pepa en el país del Coco… En Navidades hacíamos un Santoral, obra mística que se interpretaba toda la pasión de Navidad cantada. Todos aprendimos a cantar. Con cada obra, o sea con cada cuento montado, estábamos varios meses. Interpretábamos los personajes de los cuentos. La modista era Encarnación, que era la modista del Teatro Español. [...] Las actuaciones eran los jueves y domingos a las cuatro de la tarde durante todo el invierno. El primer año fue en el teatro Español y el segundo en el teatro Fontalba. Recuerdo que a las representaciones asistía la hija de Franco, Carmencita, y se sentaba en el palco de autoridades. Esto nos hacía mucha ilusión.

3 Nos ha resultado imposible localizar el periódico. La cita procede de: Centro de Documentación Teatral, 2017, temporada 1935/36, p. 240 ( Recuerdos de un siglo de teatro). Volver al texto