Efemèrides
El estreno de ‘La sirena varada’, de Alejandro Casona
En 1932 nace el Premio Lope de Vega del Ayuntamiento de Madrid. Por su antigüedad y por la lista de autores que lo han ganado, suele ser considerado como uno de los más importantes premios teatrales en España. La primera edición premió la obra Leonor de Aquitania, de Joaquín Dicenta, hijo del célebre autor de Juan José e iniciador de una larga dinastía de profesionales del teatro. La segunda edición premió a un autor nuevo, si bien ya conocido como escritor: un año antes, en 1932, este inspector de enseñanza, hijo de maestros, había ganado el Premio Nacional de Literatura con Flor de leyendas. Pero, por más que hubiera comenzado como poeta y hubiera sido distinguido por sus cuentos, Casona llevaba ya tiempo envenenado con el teatro, traduciendo a Strindberg, versionando a Wilde. Al fin, el 17 de marzo de 1934 debutaba en el Teatro Español de Madrid uno de los autores más importantes del Teatro español del siglo XX.
A la figura de Casona ya nos hemos referido en esta sección de Efemérides en dos ocasiones: Con motivo de los cincuenta años de su regreso a España tras veinte de exilio y el estreno en Madrid de La dama del alba, en abril de 1962; y con motivo del estreno de Los árboles mueren de pie en Madrid, en diciembre de 1963; y de los estrenos de 1936 y 1966 de Nuestra Natacha. En esas notas se pueden encontrar ya unas pinceladas que permiten conocer la trayectoria vital y literaria de Casona. Nos centramos ahora en aquel primer estreno: las crónicas de la época celebraban la aparición de un autor nuevo, no sólo por lo inédito, sino también por su búsqueda de nuevos caminos en la escritura dramática. Entre las muchas opiniones elogiosas, baste citar la de Federico García Lorca, que escribía en 1935: «El aire del mar que sopla de modo misterioso en el poema de Casona, es un aire de mar nuevo y verdadero que refresca las eternas bambalinas del teatro. Yo brindo con alegría por el futuro de este autor y le deseo que más adelante mueva, bajo los telares y las diablas, una sirena de verdad donde se agudice la norma y la forma de su poesía. Deseo para bien del teatro y de Alejandro que La sirena varada sea pronto sirena alada».
Lorca y Casona, casi de la misma edad – Lorca es cinco años mayor que el asturiano -; comprometidos con dos proyectos en los que se imbricaban pedagogía y teatro, La Barraca y las Misiones Pedagógicas; defendidos por los mismos excelentes actores. En la fotografía, Enrique Borrás, que quiso participar en este estreno con un papel episódico, y los protagonistas: Margarita Xirgu y Pedro López Lagar. Con ellos, intervinieron en este estreno Alberto Contreras, Enrique Guitart, Fernando Aguirre, Enrique Álvarez Diosdado y Fernando Porredón: la compañía Xirgu-Borrás, que había asumido la programación del Teatro Español por tres años desde agosto de 1932 y que ya ha aparecido por estas páginas con motivo de aquella mítica Medea de Séneca/Unamuno en Mérida o del estreno de Divinas palabras de Valle-Inclán.
La sirena varada lleva varada más de medio siglo: salvo representaciones vocacionales o universitarias, no encontramos en nuestras bases nuevas producciones desde las dos que se exhibieron en aquellos años del regreso a España de Casona: en 1963, con dirección de Armando Moreno y protagonizada por Nuria Espert; y en 1965, en el Bellas Artes de Madrid, con dirección de Mario Antolín y protagonizada por Maria Fernanda D’Ocon