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Anillos para una dama

Teatro Eslava de Madrid, 28.9.1973
Anillos para una dama
María Asquerino protagonizó durante cientos de funciones el mayor éxito de Antonio Gala.

Era el 28 de septiembre de 1973. Aparecía Antonio Gala por el Teatro Eslava con un bastón, un complemento que en aquellos días le era necesario por estar aún convaleciente de una operación pero que ya no lo abandonaría nunca. De nuevo, por cuarta vez, era José Luis Alonso – “somos las dos huerfanitas de Paris, estamos muy compenetrados” – quien llevaba un texto suyo al escenario. “La obra, hasta que baje el telón, no se sabrá si es buena”. Pero lo sabían. Lo que tal vez no imaginaban era el inmenso éxito que iba a tener Anillos para una dama. Los actores se preparaban para entrar en escena: María Asquerino, que estrenaba después de tres años y acabará la noche llorando de felicidad; Ballesteros, Pilar Velázquez, Estanis González, Margarita García Ortega, Bódalo, nervioso, recordando al torero Rafael Guerra: “aquí se muere de verdad”.

“El éxito fue de clamor” nos cuenta en su crítica de Arriba Carlos Luis Álvarez. “La postura mental, el buen gusto literario, la irresistible “charme de Antonio Gala, su arte para dotar de trascendencia los caprichos, lo envuelve todo en un brillo extraordinario. En el fondo, la sabiduría admirable de José Luis Alonso, coordinando los diversos tempos y climas de la pieza, componiendo una dinámica única con elementos de alta comedia, de farsa, de tragedia. Y en el centro, María Asquerino, cuya interpretación fue tan perfecta que resultó dolorosa. La grandeza trágica, la desenvoltura de las almas encantadoras y la ternura de las mujeres tristes fueron tres lecciones inolvidables, y n una sola representación. A su lado ganó todos los aplausos imaginables Margarita García Ortega. Y no digamos José Bódalo, cuya expresión de fondo es siempre tan nítida.” La opinión de Álvarez encuentra reflejos similares en el resto de las críticas de la prensa diaria. Muy lejos de esa visión están los juicios de críticos como Alberto Fernández Torres en Pipirijaina (que se llega a preguntar si vale la pena hacer una crítica de esa obra) y Florencio Segura en Reseña.

Lo que sí fue claro fue el juicio del público. Tres años después, María Asquerino seguía girando y girando por España con aquel éxito histórico, encarnando a aquella Doña Jimena, viuda del Cid, enamorada de Minaya Alvar Fáñez, apresada por su papel en la Historia como eterna viuda del gigante (en este aspecto, Florencio Segura apunta la referencia de Jackeline Kennedy / Onassis). Ya no la acompañaban los mismos actores del estreno: el reparto iba cambiando con la sola permanencia de María, hasta que, en Barcelona, un ataque de apendicitis la obligó a parar. La sustituyó para terminar aquella temporada una actriz que regresaba de una década de trabajo en México: Amparo Rivelles. Y Jimena siguió gritando en los escenarios “¡Amo a Minaya!” en una nueva producción de 1977, en esta ocasión con la voz de Carmen Bernardos, dirigida por Antonio Díaz Merat para su gira por ciudades de toda España, con José María Caffarel, Carlos Torrente, Mª Teresa del Olmo, Carmen Robles y Teófilo Calle. En 1982, María vuelve a ser Doña Jimena, esta vez comenzando en el Teatro Reina Victoria de Madrid, en una reposición de la puesta en escena de Alonso, producida por Collado, con Francisco Piquer, Francisco Casares, Alberto Fernández, Trini Alonso y María Jesús Sirvent.

A lo largo de estas páginas de Efemérides se pueden encontrar muchas referencias a Gala, a Alonso, a Asquerino, a Bódalo… Conviene sugerir, además, la nota que publicamos por la muerte de Antonio Gala, en la que además ofrecíamos el vínculo a una interesante entrevista que forma parte de nuestros fondos.

En los fondos del CDAEM contamos con un programa de aquel estreno de 1973, un documento valiosísimo porque reproducía el diseño de escenografía de Vicente Vela y cuatro de los diseños de vestuario de Elio Berhanyer.