2. VARIA
2.2 · Don Ramón María del Valle-Inclán: una recreación escénica fallida de su vida y su obra por José Antonio Durán Iglesias y Alberto Castilla.
Por Jesús Rubio Jiménez
La proximidad del centenario del nacimiento de Valle-Inclán hizo que aquellos dos jóvenes se embarcaran en la escritura del drama documental que aquí importa, tras una concienzuda labor de documentación, la que era posible en aquellos años en los cuales todavía los estudios sobre Valle-Inclán estaban llenos de lagunas y sobrados de interpretaciones partidistas. Es llamativo el listado de autores cuyos textos tuvieron en cuenta para escribir su propuesta tanto para entender las bases históricas en las que había que incardinar la obra del escritor gallego como el repaso exhaustivo de estudiosos que le venían prestando atención. Y ello explica que en su listado –incluido en la portadilla del drama– comparezcan historiadores de gran prestigio como Pierre Vilar, Jaume Vicens Vives, José María Jover o Antoni Jutglar. Representan bien la historia social española progresista de aquellos años, combinando en el estudio de los hechos históricos el análisis de sus causas económicas e ideológicas. Aunque estas lecturas históricas quedaran soterradas, sin embargo, eran los cimientos sobre los que construyeron su interpretación histórica de don Ramón.
Por otro lado, recurrieron a textos de un buen número de escritores contemporáneos de Valle-Inclán –Ramón Gómez de la Serna, Pío Baroja, Antonio Machado, Miguel de Unamuno, Rubén Darío, Azorín, Jacinto Benavente, Ramón Pérez de Ayala, Claudio de la Torre…– o también posteriores –Antonio Buero Vallejo, Alfonso Sastre, Camilo José Cela, Alfredo Mañas, Antonio Gala, Carlos Muñiz…– barajados con otros de los críticos más relevantes de la obra de don Ramón: desde históricos como Alfonso Reyes, Ortega y Gasset o Guillermo de Torre, a los académicos posteriores: Pedro Laín Entralgo, S. M. Greenfield, Melchor Fernández Almagro, Allen W. Phillips, Emilio González López, José Rubia Barcia, Guillermo Díaz-Plaja, etc.
Acaso a alguien le chirríe hoy alguno de estos nombres, pero no debe olvidarse que hablamos de 1965 y entonces Pedro Laín Entralgo o Guillermo Díaz-Plaja formaban parte distinguida del mundo intelectual español, con sus luces y con sus sombras. El estudio de la literatura española del cambio de siglo, sometida al método generacional, alcanzaba en sus libros la formulación más extendida y aceptada, respectivamente La generación del 98 y Modernismo frente a 98. Y bajo este marbete será aludida la literatura de entonces a lo largo de la pieza. No se había producido todavía la revisión historiográfica pertinente que llevaría a su descrédito al método de las generaciones. Que aquellos jóvenes no prescindieran de sus opiniones da cuenta de su afán de presentar un abanico de opiniones con el mayor número posible de varillas.
Quedaba manifiesta la voluntad de los autores del texto de realizar un homenaje fundamentado, entrecruzando distintas perspectivas sobre la singular personalidad de don Ramón María del Valle-Inclán. Atrincherados detrás de aquellos autorizados textos defendieron la propuesta ideada como base de una función en homenaje del escritor gallego al cumplirse su centenario. No se trataba de un proyecto improvisado sino bien estructurado, morosamente escrito y organizado.
Una vez preparado el libreto de la función, hicieron gestiones para su estreno entre otras instituciones culturales en el Instituto de Cultura Hispánica, cuyo director, Gregorio Marañón (hijo), respondió con esta educada carta:
Madrid, 19 de abril de 1966
Sr. D. Alberto Castilla
Alcalá, 6 – 5º Drcha.
MADRID.–
Mi distinguido amigo:
Adjunto le devuelvo su recreación escénica de “LA VIDA Y LA OBRA DE RAMÓN DEL VALLE-INCLÁN”.
El Departamento correspondiente de este Instituto me informó en su día.
Me hace dicho informe el justo elogio de esa descripción biográfica de Valle-Inclán, en la que se sustituye el lector de la conferencia por actores a manera de lectura escénica.
Dicho informe, asimismo –soy muy leal con usted– me concreta su desaprobación en relación con cierto desequilibrio en las escenas a representar.
Pedí informe, asimismo a José María Castroviejo, el ilustre gallego escritor y periodista y viejo colaborador de esta Casa. A él le gustó mucho. Me dice, entre otras cosas: “Muy inteligentes lo que hicieron esta recreación, que está movida muy bien y muy bien escogidos los textos. Quizá intencionados injustamente en algunos momentos, ya que lo único que dijo Don Ramón antes de morir a su amigo Andrés Díaz de Rábago fue: “Creí haber estado siempre a bien con Jesucristo”.
Asimismo, tiene mucho interés Castroviejo en confirmarme –tengo libertad para comentar con quien yo desee su comentario– que “Don Ramón del Valle-Inclán no ordenó jamás que fuese enterrado civilmente.”
Quiero dejar constancia en estas líneas, que le ruego transmita a sus colaboradores, que hubiera sido una gran satisfacción para el Instituto presentar su recreación, pero por muchas circunstancias –razones presupuestarias y de otra índole– el homenaje de este Instituto al centenario de Don Ramón del Valle-Inclán se ha limitado a un Curso de conferencias, el cual ya ha sido iniciado con una conferencia del ilustre catedrático Zamora Vicente.
Espero que en otras ocasiones pueda serle más eficaz a sus deseos.
Queda a su disposición y le saluda cordialmente suyo aftmo. amigo
Gregorio Marañón2
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