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El Espectáculo y la crítica

Grabación

Shock. El cóndor y el puma

Página 5

3.2 El Golpe

Este bloque está centrado en el golpe militar sobre el presidente chileno Salvador Allende. Se utilizan documentos audiovisuales, grabaciones de voz del propio Allende y música de Víctor Jara, simultaneados con acciones teatralizadas que complementan la información. Las confrontaciones: víctimas-opresores, libertad-represión, capitalismo-socialismo son evidentes.

A la vez que en pantalla se lee en letras rojas: Santiago de Chile, 11 de septiembre de 1973, se ven movimientos de vehículos militares y se escuchan sonidos de aviones, una voz en off informa: “Por primera vez en la historia del ejército profesional de Chile, su comandante en jefe encabeza una insurrección contra el presidente de la República. Tras la marina y la aviación, parece evidente que también el ejército de tierra está en el golpe”.

Aparece por el mismo pasillo de luz que se fue en el Prólogo el presidente Allende, un militar de élite operativa fuertemente armado. Los personajes en escena son cargos de confianza de Allende, están dentro del Palacio de la Moneda, rodean al militar y sus gestos demandan explicaciones. Suena el teléfono, que ya vimos al inicio, y contesta el presidente. Una voz en off impele a desalojar el Palacio antes de las 11 h.; de lo contrario será bombardeado (Fig. 10). Con una escena en penumbra, el teléfono no para de sonar. Un asesor informa a Allende de que el Gobierno ha sido derrocado y las Fuerzas Armadas han ocupado todo. Pide al presidente que deje el mando para salvar su vida. Allende responde que sabe lo que tiene que hacer y cuál es su lugar.

En medio de una situación confusa, la ejecución de movimientos pasa a realizarse a ralentí y la voz en off, como si se tratara de un disco rayado advierte una y otra vez: “Sr. Allende, Sr Allende”. Es la forma de comenzar un flashback que marcan las pantallas: “Tres años antes” junto a la imagen de un mapa de Chile: Es el Tren de la Victoria que recorre Chile durante la campaña presidencial de Salvador Allende. El centro de la escena ha permanecido con los personajes estáticos, con la plataforma girando lentamente en penumbra. Únicamente un cenital se proyecta sobre una mesita donde está situado el teléfono junto a una botella y vasos de cristal. Se sigue oyendo la letanía amenazante: “Sr. Allende, Sr. Allende”.

En pantalla, un dibujo en blanco y negro de manifestantes con un pequeño cartel que dice “Hacia la victoria”, mientras se emiten los resultados apabullantes de las elecciones que elevaron a la presidencia a Allende. Se escucha su voz real: “Soy un luchador social que cumple una tarea que el pueblo me ha dado. No daré un paso atrás”, dando presencia en pantalla a un retrato a carboncillo del presidente.

Se va iluminando de nuevo el centro escénico y la narradora interviene: “Cuando Allende fue proclamado (…) fue como si el mundo se hubiera dado la vuelta”. El personaje Allende manifiesta: “Más importante que el hombre ponga los pies sobre la luna es que los grandes países los pongan sobre la tierra y se den cuenta de que hay millones de hombres que padecen hambre, que no tienen trabajo ni cultura”. La narradora prosigue informando de que, a los cinco días de estas palabras, en Chile se nacionaliza la industria del carbón. Se oye una voz opositora que tacha al Gobierno de comunista.

Las pantallas cobran el foco de atención para volver al tiempo presente: “Palacio de la Moneda, 11:00”. Se oyen los primeros bombardeos y se ven imágenes del exterior del Palacio. El equipo de Allende intenta protegerse y ponerse a salvo. Se ha colocado un gobo que proyecta desde el foco un efecto de enrejado amenazante sobre todos ellos. De nuevo, una llamada que contesta Allende: en cinco minutos serán atacados. Llega una despedida muy dolorosa. Todos se abrazan y van saliendo de escena con pesar, dejando al presidente, que hace una llamada simbólica (Fig. 11). Es su mensaje de despedida, en el que, entre otras cosas manifiesta:

Esta será la última oportunidad en que pueda dirigirme a ustedes. La Fuerza aérea ha bombardeado las antenas de radio postales. Mis palabras no tienen amargura, sino decepción. Trabajadores de mi patria: Quiero agradecerles la lealtad y la confianza. (…) Estas son mis últimas palabras. Tengo la certeza de que mi sacrificio no será en vano. De que, al menos, sea una lección moral que castigue la felonía, la cobardía y la traición. (Fig. 12)

Un militar avanza desde el foro por el pasillo de luz y se para ante la plataforma que sigue girando. Allende cuelga el teléfono, lentamente, se limpia las gafas y se dirige hacia el militar. En off se oye: “Misión cumplida. Moneda tomada. Presidente muerto”. Ambos personajes se cruzan. El presidente sale de escena y sube el militar a la plataforma, se lleva el dedo a los labios pidiendo silencio (Fig. 13). En pantallas, un primer plano de Allende con el rostro de Pinochet en segundo plano, mientras una música triste, solemne y melancólica, cierra la escena.

Los videos siguientes dejan ver las calles de Santiago de Chile al día posterior al golpe: manifestantes dispersados con chorros de agua, barricadas, protestas y detenciones de jóvenes que son conducidos al Estadio Nacional de Santiago. El militar todavía ocupa el centro de la plataforma, la narradora le pregunta sobre el número de personas que están siendo detenidas. De forma dubitativa responde que entre 3.500 y 4.000. La narradora se dirige al público:

Tras el golpe, la Junta militar desarrolló una persecución contra los seguidores de Allende. Miles de personas sin cargos ni procesos. Más de 12.000 llegaron al Estadio Nacional, el campo de concentración más grande del país. Otros fueron llevados al Estadio de Chile, como Víctor Jara. Estuvo preso, allí lo torturaron, en el mismo estadio donde cantaba meses antes.

En pantalla, vemos la imagen del cantautor, mientras el personaje irrumpe en escena entre aplausos del pasado, saluda y canta en vivo unas estrofas de la canción Preguntas por Puerto Montt.

Mi bien, voy a preguntar por ti, por aquél…

por ti que quedaste solo

y el que murió sin saber;

Murió sin saber por qué

le acribillaban el pecho

luchando por el derecho

de un suelo para vivir.

Interrumpe la canción un disparo, Víctor Jara personaje cae y la narradora cierra la escena: “Le mataron de 42 balazos, después de que le rompieran las manos”. Para indicar que Víctor Jara sigue presente, en off continúa la canción acompañada del sonido de los 42 disparos. Oscuro y silencio.

La última escena de este bloque se desarrolla el 16 de septiembre. Entre sombras, sigue el militar estático ocupando el centro. Irán apareciendo equidistantes en el círculo de escena Kissinger y Nixon. Suena el teléfono: Kissinger comunica al Presidente que “lo de Chile, ya está hecho, aunque hay prensa que lloriquea porque se ha derrocado a un gobierno procomunista”. Es muy relevante que se cierre esta parte volviendo al origen ideológico del golpe chileno. El formato de conversación se utiliza no solo para corroborar este hecho, sino para revelar uno de los mecanismos de manipulación más eficientes: el miedo.

NIXON.− ¿No hay nada que nos señale a nosotros?

KISSINGER.− Claro, nosotros solo los ayudamos poniendo las condiciones adecuadas.

NIXON.− Nadie va a creer lo que dice la izquierda. Era un Gobierno procomunista, procastrista y antiamericano.

KISSINGER.− La estrategia de Allende ha funcionado, poniendo los límites a la diversidad.

NIXON.− Nosotros somos los que ponemos los límites.

KISSINGER.− Nosotros sabemos a qué tiene miedo la gente.

NIXON.− ¿A qué tiene miedo la gente?

KISSINGER.− A que entren en nuestra casa por la noche, por eso instalamos la misma alarma que ha puesto el vecino; a que nos quiten la comida mientras comemos; a que el inquilino no pague el alquiler. Tenemos miedo todo el rato. En eso reside nuestro poder.

NIXON.− Por cierto, ¿vamos a mandar a alguien al funeral de Allende?

KISSINGER.− No creo que haya previsto nada al respecto. ¿Usted querría ir?

NIXON.− Yo no, y ¿tú?

Suenan los Rolling Stone4 con Start me up para rematar la primera parte del espectáculo antes del intermedio. Andrés Boronat explica en el dossier que tuvieron muchas dudas sobre realizar un intermedio, pero encontraron razones para hacerlo:

Por un lado, es una pieza larga y el intermedio nos venía bien para dar oxígeno a todo el mundo, al público y al equipo, después de un torrente de información y emociones bastante grueso. Pero es que la puesta en escena, además, tiene una lógica de partido de futbol adherida a la propia idea del estadio en el que toda ella va a transcurrir. Y esa lógica también nos pedía jugar a “la media parte”.

4 Es sabido que la música de este grupo sonaba a gran volumen en los estadios mientras se torturaba a los detenidos. Volver al texto