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El Espectáculo y la crítica

Grabación

Shock. El cóndor y el puma

Página 4

3.1 La Nada es Bella

Las primeras escenas de esta parte explican la relación que hubo entre las investigaciones psiquiátricas de Donald Hebb y Ewen Cameron en los años 50 con las teorías ultra liberales de la Escuela Económica de Chicago, liderada por Milton Friedman.

La primera escena se desarrolla en la Universidad de Chicago. En el espacio escénico se distingue bien la plataforma giratoria que va a ser el centro de la escenografía del montaje. Bajo iluminación fría, azulada, siguen los mismos personajes del Prólogo. La narradora presenta a Friedman, situado ahora encima de la plataforma. Se supone que está dictando una conferencia. Su caracterización es una caricatura grotesca del hombre, un fantoche, que aparece enmascarado con una media que deforma su rostro. Su gestualidad acompaña también la deformación; en contraste, proyectan imágenes reales del propio Friedman como galardonado por el Nobel. Esta técnica, propia del teatro del oprimido2, muestra al personaje histórico desde el pensamiento político, en este caso utilizando una estética degradada, como vocero del capitalismo. El discurso del fantoche gira en torno a la fabricación de un lapicero, ejemplo que utiliza para promover las teorías del mercado libre y la “magia del sistema de precios”. Seguidamente, en clara oposición, suenan retazos, entre sombras, de un discurso de Salvador Allende: “La semilla de la conciencia de miles de chilenos no podrá ser sesgada definitivamente”. “La Historia es nuestra y la hacen los pueblos” (Fig. 3). Esperanzadora réplica que precede al cierre de escena con la proyección en las pantallas de la frase: La Nada es bella. El personaje Allende abandona la escena por un pasillo iluminado hacia el oscuro. Aviones en la pantalla, acompañados de música solemne.

La segunda escena tiene lugar en una planta elevada del hotel Ritz de Montreal, durante la primavera de 1957. Se trata de una recreación ficticia de Cameron con agentes de la CIA, parece ser que existió alguna reunión (no documentada) en este hotel por aquellas fechas con el fin de captar científicos para incorporarlos a la agencia de inteligencia.

Sobre la plataforma que gira lentamente, el Dr. Cameron y tres agentes inician una conversación distendida aludiendo, a modo de anécdota, al magnate Howard Hughes y su implicación en la industria armamentística: “La guerra no es la muerte, sino otra forma de vida”. Los agentes, ante Cameron, manifiestan estar preocupados por si los comunistas han encontrado un método para lavar el cerebro, tema relacionado con el trato a soldados estadounidenses prisioneros en Corea. Al parecer, en esos momentos, el Dr. Hebb ya no estaba interesado en proseguir con la experimentación sobre la privación sensorial. Hasta entonces, Hebb había demostrado que los sujetos voluntarios sometidos al experimento no podían estar más de 30 días en aislamiento y sin privación sensorial sin exponerse a consecuencias devastadoras para el cerebro. Por eso no había seguido.

¿Cuál es su propuesta? pregunta Cameron a los agentes: “Más que una propuesta, es un sueño que llevaría a cabo un hombre de ciencia patriota, su Gobierno le ofrece dinero y libertad, fondos ilimitados para controlar y erradicar la plaga (de pensamiento anticapitalista, se entiende)”. Cameron parece persuadido y concluye que solo la ciencia puede asumir la tarea de aunar lo bueno con lo bello. El trato está hecho. Llega entonces el momento de explicar el significado de La Nada es bella, como resultado de la propuesta-sueño a Cameron. Este había ido más allá que Hebb, cuando limitó el experimento a sesiones de seis electroshocks en cuatro tratamientos alternos. Cameron, sin embargo, había aplicado el tratamiento dos veces diarias durante treinta días a los mismos sujetos, un total de 360 descargas de 200 voltios por persona.

AGENTE DE LA CIA.− Lo bello. ¿Qué es para usted lo bello?

DR. CAMERON.− La Nada. La Nada es la más bella de las realidades porque es la única posibilidad de todas las posibilidades. Provoca al Todo. (…) Trabajamos sobre la hipótesis de que el viaje del regreso a la salud mental real y absoluta ha de pasar por la destrucción violenta de las mentes como acto de higiene, desinfectante. Limpiar del todo para poder construir. (…)

AGENTE DE LA CIA.− Tábula rasa. Es una idea fascinante.

Los estudios de Cameron recibirían financiación durante años y en 1960 ya dictaba conferencias sobre estos temas ante públicos militares. Sus ideas se recogieron en manuales de la CIA (MK.Ultra) con los que todavía se adiestra a soldados.

La conversación anterior progresa distendida, ya todos de pie, bebiendo alcohol sin reparo. Alguien pregunta a Cameron si conoce a Friedman, porque ven entre sus ideas una fuerte conexión: “Donde usted utiliza la electricidad, Friedman utiliza la política. Creo que deberían conocerse en persona”. Y otra agente propone: “Mejor fusionarse en una persona, un brebaje, el extraño caso del Dr. Cameron y Mr. Friedman”. Tras una pausa breve, un agente obliga a beber dos vasos de lo que simbólicamente pueden ser el brebaje de esa fusión porque, al segundo, Cameron comenzará a retorcerse de dolor y gritar, mientras en las pantallas aparece el rostro de Friedman en diversos tamaños. El monstruo ha nacido. Sonidos punzantes acompañan los espasmos de Cameron en plena mutación.

Los Agentes de la CIA cambian su vestuario por chaquetas universitarias de los Chicago boys. Suena una música de ceremonia solemne, mientras rostros del nuevo Dr. Shock se proyectan iluminados en complementarios tonos azul y amarillo. El actor que ha interpretado a Cameron ha cambiado su vestuario por un frac y se ha colocado sobre el rostro la media de fantoche que antes llevaba Friedman. Se observa que la nuca ahora está dividida en dos partes coloreadas una en negro y otra en rojo. Es la marca de la fusión Cameron-Friedman comunicada al público por continuos zumbidos eléctricos y la ingesta continuada de alcohol, un efecto sensorial impactante.

El Dr. Shock se ha sentado en una butaca en mitad de la plataforma, mientras por el fondo aparece otro personaje que representa a Arnold Auebach, prestigioso entrenador de baloncesto, profesor emblemático en los años 60 de la Universidad de Chicago. Aparece ya mayor, pelo cano, con gafas, apoyado en dos bastones, pero conservando su aire deportivo en la camisa de estampados que porta (Fig. 4). “Yo conocí al hombre”, comienza diciendo, mientras señala con un bastón a la pantalla donde se está proyectando la ceremonia de entrega del Premio Nobel en Ciencias Económicas a Milton Friedman en 1976. La escena se utiliza para relatar un incidente, el único que se ha producido en la recogida de un Nobel. Sucedió cuando, al ir a recoger su galardón, Friedman recibió algunos silbidos del público mientras un joven activista se le acercó, antes de ser reducido, para gritar por la libertad del pueblo chileno. Auebach manipula el encontronazo para ensalzar al economista: “Fiedman y el anticapitalista juntan las miradas, dando lugar a una foto imposible que explica gran parte del siglo XX”. “Yo conocí al hombre”, remata cerrando la anécdota. El fantoche saluda desde el centro de la plataforma con una reverencia al público de Estocolmo, proyectado en imágenes reales.

La continuación de la escena sucede entre los Chicago boys, sentados en círculo con Auebach, rodeando a su ídolo (Fig. 5). Estos jóvenes fueron a Chicago con un convenio entre la Universidad Católica de Chile y la Universidad de Chicago, donde impartía clases Milton Friedman. Se repartieron abundantes becas entre varios países para que toda América Latina quedara representada. Las declaraciones recogidas en esta escena son extraídas de entrevistas reales de hace pocos años a antiguos Chicago Boys en las que realizan una revisión de los hechos. Hablan de sus recuerdos de juventud, y de su vinculación con el golpe de Estado. En su vestuario se combina la chaqueta universitaria con la corbata de ejecutivo para marcar este flashback del recuerdo. También el fantoche, que baja de su pedestal, se mimetiza con una chaqueta universitaria en otro estudiante más. Todos son lo mismo. Recuerdan lo que trabajaron en el manual de Friedman Capitalismo y libertad; incluso recitan de memoria algunos principios del libre mercado. En todo este diálogo han continuado bebiendo alcohol en unos vasos similares, si no iguales, a los que se utilizaron en la escena de los agentes de la CIA. Esta acción se repetirá en más ocasiones, justo en aquellas que mantienen el mismo “fluido” conductor de la conspiración.

Entre risas y cada vez con más signos de ebriedad y diálogos más confusos, se van escuchando frases literales de las entrevistas antes mencionadas: “Sudamérica se convirtió en un símbolo de los países pobres de todo el mundo”, “La igualdad es un problema de envidia”, “Los gringos alucinan con nosotros”, “Entonces nos hicimos una promesa: vamos a volver a Chile y vamos a cambiar la economía chilena”. Todos rematan con un eufórico: ¡Sí! Y se ponen a bailar. Una música instrumental discotequera, con un ambiente de luz roja acompaña un baile sensual desinhibido en esta orgía prepotente de recuerdos (Fig. 6).

Auebach cambia el tono y el ritmo de la escena cuando se pone a hablar del 4 de febrero de 1970, día en que la Unidad Popular de Salvador Allende gana las elecciones en Chile proponiendo una serie de acciones. Los antiguos estudiantes, que ya han vuelto a sus asientos, comentan el episodio con abrumadoras críticas, siguen bebiendo y hablan de que por suerte apareció Nixon. Auebach, que en esa fecha estaba en Chile, recuerda que escribió una carta a sus colegas de Chicago para informarles de que en sectores de la derecha se estaba planteando un golpe militar. Sutilmente, este grupo va a rematar la escena con una coreografía de varios minutos al ritmo de la canción Freedom, de George Michael. Algún crítico lo ha valorado como un número de variedades, otros, como un coro de tragedia griega. Lo cierto es que es un procedimiento técnico muy acertado de distanciamiento y confrontación, porque enfatiza lo esencial de las escenas anteriores, y así, al ritmo desenfadado de Freedom, se van a escuchar las frases literales que documentan las entrevistas a los antiguos Chicago boys sobre el golpe a Allende:

Era el momento de tomar medidas. Solo una crisis produce un cambio real. Lo que pasó… no importan las motivaciones… lo importante es que Chile ganó y con eso yo también gané.

No estoy a favor de la violación de los derechos humanos, pero sin un gobierno duro no se habría conseguido nada. No es indoloro. Siempre sale algún perjudicado.

El golpe: una alegría infinita. Ideal. Fantástico para este país. Buena plata invertida.

Finaliza esta serie Auebach: “Todo podía haber sido mucho peor, mucho peor”. Y mientras se escuchan gritos ahogados y sonidos de sirenas, el coro de los Chicago boys sigue bailando al ritmo de Freedom:

All we have to do now

Is take the lies and make

Them true somehow

All we have to see

Is that I don’t belong to you

And you don’t belong to me, yeah, yeah

Freedom! Freedom!

La transición hacia la siguiente escena parte de los videos con imágenes de barricadas, incendios y confusión, anticipaciones de lo que está por venir. En el centro de la plataforma se han colocado unas butacas, una mesita baja con una licorera y vasos a juego. Una periodista va a realizar una entrevista a Edward M. Korry, embajador de Estados Unidos en Chile hasta la proclamación de Allende. Aparece junto a su esposa, que va a permanecer junto a él como mera figurante.

La periodista comienza pidiéndoles que vean unas imágenes que tuvieron lugar en el Despacho Oval el 15 de septiembre de 1970, antes de las elecciones en Chile, entre el presidente Richard Nixon, su secretario de Estado Henry Kissinger y el asesor Egil Krogh. Oscuro sobre la escena y en las pantallas se proyecta un video actuado, editado en blanco y negro3, donde se recrea dicha reunión de la que sí hay constancia (Fig. 7). Mientras Nixon bebe, manifiesta la importancia de provocar un golpe de Estado en Chile que impida la investidura de Allende en noviembre: “Hay 10 millones para financiarlo”, “Hay que hacer llorar (su) economía, que se retuerzan de dolor”. El golpe vería “multiplicada por tres la venta de armas” (Fig. 8).

Vuelve la atención sobre la escena central. Rescatamos unas líneas de la entrevista:

PERIODISTA.− Mr. Korry, usted era el embajador de Estados Unidos en esos momentos. ¿Usted cree que sin esas medidas hubiera sido imposible implantar el golpe?

EMBAJADOR.− Of course. Era básico. La CIA canalizaba millones para poder sofocar el ascenso de Allende.

(…)

PERIODISTA.− ¿Usted organizó el golpe?

EMBAJADOR.− No. A mí me presionaron (…) pero no lo hice.

En efecto, no lo hizo. Fue destituido y enviado a Panamá durante mucho tiempo. El nuevo embajador, el coronel Poud Wimert, hasta entonces agregado militar, vehiculó los planes de Nixon. En el video se explica la estrategia: embargo económico más violencia prolongada; eso sí, matiza Kissinger (premio Nobel de la Paz en 1973), “todo esto tiene que hacerse encubierto. De momento, mantener presión sobre Allende de cara al futuro”. “Qué hijo de puta”, reitera constantemente Nixon refiriéndose a Allende.

La periodista se va de escena, sigue el mutis la impávida esposa del Embajador. Este ha permanecido unos instantes más para apurar su copa. En las pantallas ha quedado la imagen de una bandera de los Estados Unidos. Por acción u omisión, los responsables han quedado señalados.

La siguiente escena, por disparatada que parezca, es histórica. Pasó en diciembre de 1970 y tuvo lugar entre Nixon y Elvis Presley. El Rey del Rock quería ser un agente encubierto de la Oficina de Antinarcóticos. Y se atrevió a presentarse ante Nixon para decirle que había realizado un estudio profundo sobre técnicas comunistas para el lavado de cerebro (Fig. 9). Su objetivo en realidad era que le regalaran una simple insignia de la Oficina de Antinarcóticos. Nixon, al momento le consiguió una, ante el entusiasmo de Elvis que, saltándose el protocolo, abrazó efusivamente al presidente.

Este encuentro surrealista, trabajado desde el humor, sirve, por un lado, para introducir un momento de alivio y distensión, antes de tratar los aspectos más dolorosos y traumáticos que va a presenciar más tarde el espectador y de otro, para esperpentizar el significado cultural del estrafalario encuentro. Como indica Andrés Lima en el dossier del espectáculo: “(…) la tragedia contemporánea contiene humor, ironía, carcajada salvaje, dolor, terror y absurdo”. Por ello nos encontramos a un Elvis muy parodiado, que coquetea con varias mujeres del público, mientras le dice a Nixon que necesita las credenciales del FBI, y le intenta regalar un revólver colt 45 que exhibe, en un estuche ante público, una especie de animadora. Al son de Are you long someone to nigth, Elvis firma autógrafos a fans mientras se fotografía con un Nixon ridículo en una escena delirante que bruscamente termina con un apagón, mientras en las pantallas se proyecta el título del segundo bloque:

2 El teatro del Oprimido (1974) es un trabajo escrito por Augusto Boal que recoge las bases teóricas de una propuesta donde se plantea el teatro como un espacio de reflexión activa, abierto a la participación fáctica del espectador, que aspira a ser una herramienta políticamente eficaz y transformadora del mundo. Volver al texto

3 La técnica de la estética en blanco y negro se utiliza en varias ocasiones en el montaje como categoría política. Responde conscientemente a la intención de llevar el foco de atención sobre la parcialidad de lo tratado. Las cosas solo pueden ser blancas o negras, porque muchos temas solo pueden conducir a una condena. Volver al texto