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La cultura vallisoletana despide a Juan Antonio Quintana, el «gran maestro» de la escena
Su hija Lucía prepara un libro sobre el legado de sus padres, el actor fallecido este martes y la artista Mery Maroto
Con el acompañamiento de su música más querida, entre acordes del 'Aleluya' de Leonard Cohen o el 'Cinema Paradiso' de Ennio Morricone, el mundo cultural vallisoletano ha desfilado este miércoles por la mañana por el patio de butacas del Teatro Zorrilla para despedir al «gran maestro» de la escena, Juan Antonio Quintana.
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Un magisterio que, como se vio en el Zorrilla, alcanza a muchas generaciones, pues no descansó prácticamente hasta el final de sus días. Allí estaban, para rendirle homenaje, Javier Semprún, del Teatro Corsario –uno de sus primeros alumnos–, pero también Óscar Puente, el alcalde de Valladolid, que formó parte de su compañía en una etapa intermedia, o Carlos Recio, que le acompañó durante los últimos doce años de su vida.
«Era un personaje en sí mismo, fuera y dentro del escenario», recuerda Semprún. Coinciden muchos en destacar que no era fácil saber cuándo interpretaba y cuándo no, tan imbricado estaba lo actoral en su vida cotidiana. Recio recuerda que hace solo tres años acudió al ensayo de una obra que preparaba con la soprano Consuelo Bravo y, desde su silla de ruedas, no paró de darles indicaciones. «En los últimos años había que ayudarle a subirse al escenario, pero, en cuanto se ponía en pie, en escena se le pasaban todos los males».
Su hija Lucía Quintana ejerció de anfitriona ante todos los que se acercaron al Zorrilla para mostrar sus respetos a su padre. Entre ellos, el exalcalde Javier Leon de la Riva, el presidente de Amigos del Teatro, Pedro Ojeda, que le comunicó su intención de preparar un homenaje, pero también el anterior responsable de la institución, Ángel María de Pablos, o el presidente del Ateneo, Celso Almuiña, quien, siendo vicerrector, colaboró con Quintana en la puesta en marcha del Aula de Teatro de la Universidad.
Actores como María José Pelayo, Pilar San José, Carlos Martínez o Carlos Domingo, entre otros muchos, acudieron a su capilla ardiente. Y muchos quisieron pasar un tiempo sentados en las butacas para alargar la despedida. También se vio en el Zorrilla al subdelegado del Gobierno, Emilio Álvarez Villacián, que conoció a Quintana durante su etapa como profesor de instituto, al crítico cultural Fernando Herrero, y a la viuda del exalcalde Tomás Rodríguez Bolaños y a su hijo Pablo.
Visiblemente afectada, pero serena, Lucía Quintana explicó que está preparando un libro para el Ayuntamiento de Valladolid que recoja el legado de sus padres: Juan Antonio Quintana y la diseñadora Mery Maroto. (…)
(Vidal Arranz. Valladolid)
