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Extracto de la noticia publicada en elpais.com , el 13.6.2017.
El disgusto de Lorca: sin plaza en la Residencia de Estudiantes

Federico García Lorca y Salvador Dalí. Imagen: Archivo CDT

El disgusto de Lorca: sin plaza en la Residencia de Estudiantes

Una correspondencia inédita y estudiada por Roger Tinnell del poeta con el músico Adolfo Salazar desvela el empeño del poeta por ingresar un año más en el centro con sus amigos

En ese oasis madrileño que es la colina de los chopos aún se puede sentir la presencia de Federico García Lorca. La Residencia de Estudiantes conserva las mismas fachadas en la calle Pinar, los mismos espacios traseros que emulan un campus de prestigio con toque anglosajón e incluso el jardín con acequia donde Juan Ramón Jiménez plantó sus adelfas. Era el paisaje que le ayudó a abrir los ojos en su juventud, junto a sus compañeros de farras inventivas, cuando como orgullosos integrantes de los putrefactos, ese surrealismo germinal español, se abrían a la vanguardia y todos los caminos del arte. Pero hubo unos meses en que el poeta se quedó fuera. Por tardar en hacer la inscripción.

Es lo que desvelan las eufóricas, cariñosas y desinhibidas cartas que se cruzó en esa época con su amigo músico y crítico, Adolfo Salazar. Un correo inédito que el musicólogo y experto en la generación de la Edad de Plata, Roger Tinnell, ha analizado en el archivo de la Residencia. Ha sido después de que llegara el legado de Salazar desde México —donde este se exilió hasta su muerte en 1959— a Madrid. “Fueron grandes amigos. Le ayudó cuando era muy joven y contribuyó a lanzar su carrera. Desde que lo conoció en 1919 se volvieron muy cómplices”, afirma Tinnell.
Por el tono, queda claro. A través de sus líneas comentan el arte, la vida y las preferencias entre los hombres envueltas en los códigos gais de la época, aunque abiertamente. “No tuvieron ninguna relación amorosa, pero sí una franca amistad donde cabían, claro, las confidencias”.
Entre ellas, la rabia que le dio quedarse en 1922 sin plaza en Madrid. “En la carta sugiere que no quiere ir a otra pensión porque le asustan, dice, los ambientes Baroja y Galdós”. También le camela para que hable con Alberto Jiménez Fraud, el director del centro: “¿Iré a Madrid? Gestiona tú algo…. pero muy delicadamente y sin decir que yo te lo he dicho. ¡Qué fastidio!…. y qué niño soy. Me figuraba que ir a la Residencia era cosa de decir voy y ya está”. Lorca lo suplica porque dice ahogarse en Granada y que necesita ir para darse un baño de amistad. […]
Compartían además amistad con Falla, mencionado en las cartas, así como con otros músicos como el guitarrista Regino Sainz de la Maza o el compositor Roberto Gerhard. Junto a Salazar, Lorca comparte otra de sus facetas esenciales: la música. “Quiso dedicarse a ello en un tiempo. Pero no lo veían bien en su familia, querían que estudiara Derecho”. Algo que hizo, por cumplir expediente, sin pena ni gloria. Consciente de que no había venido a este mundo para batirse por intereses ajenos en los tribunales. Sino a fijar el rumbo de la poesía y el teatro futuros. Mientras pudo. […] (Jesús Ruiz Mantilla)