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Efemerideak

…Y Fernando Fernán-Gómez.

Lima (Perú), 28.8.1921
…Y Fernando Fernán-Gómez.
Actor, director y dramaturgo fundamental en el siglo XX, habría cumplido cien años en este mes

“Recuerdo haber leído no sé dónde que no se debe escribir sobre la propia infancia, porque las infancia de todos los hombres es la misma. Efectivamente, yo nací, como todo el mundo, en Lima. Pero no me registraron allí, sino que, como a todos los hombres, me sacaron del Perú casi de contrabando, porque la compañía en que actuaba mi madre continuaba su gira, y fui inscrito días después en Buenos Aires. Mi abuela, como las abuelas de todos los demás, tuvo que desplazarse – a sus sesenta años de costurera madrileña – a la ciudad del Plata para hacerse cargo del evento, ya que mi madre se había contratado en otra compañía trashumante, la de Antonia Plana y Emilio Díaz, y no sabía qué hacer con aquel regalo de la Providencia.”

Así contaba sus primeros pasos en el capítulo 2 del imprescindible libro de memorias El tiempo amarillo. Fernando Fernán-Gómez nació el 28 de agosto de 1921, hijo natural de la actriz Carola Fernán-Gómez y del actor Fernando Díaz de Mendoza y Guerrero, hijo este de los actores María Guerrero y Fernando Díaz de Mendoza. Se cuenta que fue su abuela paterna, María Guerrero, la responsable del peculiar apellido del actor: le sugirió a Carola reducir y unir sus apellidos, Fernández Gómez, y tomar así el del célebre Comendador de Fuenteovejuna. No debe confundir un árbol genealógico tan teatral, ya que Fernando no tuvo relación – más allá de mensajes por terceras personas – ni con su padre ni con sus abuelos. Una consecuencia curiosa de este agitado principio es que Fernando Fernán-Gómez tuvo pasaporte argentino hasta que adquirió la nacionalidad española en 1984.

La revista El Cultural se adelantó unas semanas a este centenario – la lógica empresarial, el cierre de agosto – con un extraordinario monográfico sobre FFG, encabezado con un sabio artículo de su presidente, Luis María Anson, compañero de FFG en la Academia – Anson ha intentado siempre que en esa Casa haya un dramaturgo; así FFG, Francisco Nieva, Juan Mayorga - , y en un artículo de ese monográfico, firmado por Sergio del Molino, encontramos cifras que explican muchas cosas: “210 películas como actor, 30 como director, 36 guiones para cine y televisión, 13 novelas, 12 obras de teatro, dos poemarios y una docena de libros de ensayos sobre cine, teatro, literatura y la vida en general”.

Estas notas deben centrarse en el teatro, en esas doce obras, entre las que se encuentra una de las más importantes del último medio siglo, Las bicicletas son para el verano; y en esa novela sobre los cómicos que ya es un clásico de nuestra literatura, El viaje a ninguna parte, que llegó a los escenarios en una excelente adaptación de Ignacio del Moral.

También tendríamos que mencionar su carrera como actor y director de teatro, obviando sus esporádicos episodios de odio y hartazgo, en los que decía que su mayor ilusión era ver una columna de humo cuando se dirigiera a hacer la función: que el teatro se había quemado y no tenía que volver a la tortura de salir otra vez al escenario…

Ya hemos comentado que el jovencísimo actor -criado con su abuela y su madre, debutante como actor con 17 años, en plena Guerra Civil, en cuadros vinculados a la CNT, aprendiendo de Carmen Seco - comenzó a dar sus primeros pasos firmes en los escenarios gracias a la confianza de Enrique Jardiel Poncela: Eloísa está debajo de un almendro, El amor solo dura 2.000 metros, Madre el drama padre, hasta el papel destacado de Los ladrones somos gente honrada que comentábamos en una nota reciente de esta sección de Efemérides. Después de aquel papel de El Pelirrojo llega el cine como un torrente, 33 – sí, 33 – películas en siete años. Entre tanto éxito – en 1948, como él mismo recuerda en sus memorias, alcanza una gran popularidad, es “el que se muere en Botón de ancla” – apenas tiene tiempo para un par de comedias más y lo encontramos, al final de la década de los cuarenta, transitando el territorio del teatro de cámara y ensayo con personajes como Juan Germán Schroeder. En 1950 dirige por primera vez, con el Teatro de Cámara y Ensayo, y su elección es un desafío: El yermo de las almas, de Valle-Inclán, y La torre sobre el gallinero, de Vitorio Calvino. También se estrena como autor, con la comedia Marido y medio. En 1953 va a crear su propia compañía, con la que estrena éxitos como La vida en un bloc , El señor vestido de violeta, La fierecilla domada… y, a partir de 1958, con Analía Gadé, Con derecho a fantasma, Mi querido embustero, Indiscreciones, El pensamiento, Sonata a Kreutzer, La vil seducción, La pereza, Un enemigo del pueblo

Medio centenar de obras, una treintena de trabajos como director de escena… en 1978, cuando se inaugura el Centro Dramático Nacional, su director, Adolfo Marsillach, encarga a Fernán-Gómez el primer texto clásico del CDN, Abre el ojo. Es el mismo año en que dirige y protagoniza El alcalde de Zalamea que ha sido recientemente mostrado en nuestra colección de tesoros audiovisuales. Su último papel en el Teatro, aunque no su última aparición en las tablas. En 1992 dio una serie de extraordinarios recitales con textos seleccionados de la Literatura universal, que concluía con una inolvidable antología de anuncios por palabras de los periódicos.

La década de los ochenta marca una nueva relación con el teatro, como autor: estrena Los domingos, bacanal en 1980 y en 1982 llega uno de los mayores éxitos del último medio siglo, Las bicicletas son para el verano, que había ganado el premio Lope de Vega cinco años antes. Con el viento a favor de ese gran éxito, estrena en los años siguientes Del rey Ordás y su infamia, La coartada, Ojos del bosque, Los ladrones, Defensa de Sancho Panza, Morir cuerdo y vivir loco, Los invasores de Palacio… Y era inevitable que una novela tan pegada a la piel de los cómicos como El viaje a ninguna parte se convirtiera también en palabra para el escenario. Lo hizo hace unos años Ignacio del Moral, con una versión que ya ha comenzado a reponerse y que tendrá larga vida.

Una trayectoria muy importante, muchos cientos de noches levantando el telón, una relación apasionada que disimulaba con bromas: “El teatro, cuando es un éxito, qué disgusto.”

Esto es solo una nota de la sección de Efemérides, pero los cien años de FFG tendrán un reflejo mucho más importante en las publicaciones del CDAEM: la revista Don Galán dedicará su monográfico a este centenario. Coordinados por Juan Antonio Ríos Carratalá, podremos leer artículos de investigación de los profesores Manuel Barrera Benítez, Fernando Doménech, Rafael Gonzalez-Gosalbez, César Oliva, Eduardo Pérez Rasilla, Cristina Ros y Simone Trecca, además del dramaturgo Ignacio del Moral. El nuevo número de Don Galán estará disponible en nuestra web a lo largo del próximo otoño.

Esta web llega a cualquier rincón del mundo y tal vez lea estas líneas alguien que no conozca su trabajo. Para conocer la literatura dramática de FFG se pueden ver en la Teatroteca Las bicicletas son para el verano, Defensa de Sancho Panza, Morir cuerdo y vivir loco y la adaptación de El viaje a ninguna parte.

En la Teatroteca también se puede encontrar uno de sus últimos trabajos como actor de teatro, El alcalde de Zalamea.

Hemos oído en muchas ocasiones a actores veteranos una afirmación que ya en nuestro país, en nuestra Cultura, se ha convertido en un proverbio: “En España hay actores malos, regulares, buenos, muy buenos, extraordinarios… y Fernando Fernán-Gómez”.