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Figuras. Entrevistas de la escena

FIGURAS

Carmen Roche. Zaragoza, 1948. Bailarina, coreógrafa y profesora de danza.

(35’ 53’’)

Con solo seis años, se escapó de casa para preguntar en una escuela de danza cuánto dinero costaba que la enseñaran a bailar. Lejos de quedarse en una travesura infantil, aquella anécdota marcaría para siempre el futuro de Carmen Roche: la danza sería su profesión y su manera de expresarse. Creció artísticamente con María de Ávila y Antonio Ruiz, quien la hizo llevar su arte más allá de nuestras fronteras. Después llegaría la danza clásica y la oportunidad de trabajar como bailarina solista en Bruselas con uno de los grandes coreógrafos de todos los tiempos, Maurice Béjart. Fue con él cuando descubrió una nueva vocación, ser maestra de danza, lo que le hizo colgar las zapatillas con 28 años. Desde entonces, ha compartido sus conocimientos con una nómina de alumnos que incluye a los mismísimos Nureyev y Baryshnikov. En su magnífica trayectoria, figura haber sido subdirectora del Ballet Clásico Nacional y directora del Taller Nacional de Danza Clásica; haber creado el Centro Internacional de Danza de Madrid; poner en marcha la Fundación Carmen Roche, así como el Centro Superior de Artes Escénicas Scaena, donde sigue compartiendo su maestría.

  • Fecha: 26 de octubre de 2021.
  • Lugar: Salón de Actos de Gerencia de Infraestructuras y Equipamientos de Cultura, Madrid.
  • Duración: 35’ 53’’
  • Operador de cámara: Víctor Camargo.
  • Realización y edición: Ana Lillo.
  • Entrevista realizada por: Rosa Alvares.

Créditos de fotografías

  • Daniel Alonso y Archivo personal de Carmen Roche.

Créditos de los vídeos

  • Compañía Nacional de Danza.

Créditos de las músicas

  • Onlymyth by septahelix (c) copyright 2019 Licensed under a Creative Commons Attribution Noncommercial (3.0) license. http://dig.ccmixter.org/files/septahelix/60657. Ft: onlymeith, Reiswerk.
  • The swinging dutchman by Stefan Kartenberg (c) copyright 2021 Licensed under a Creative Commons Attribution Noncommercial (3.0) license. http://dig.ccmixter.org/files/JeffSpeed68/63276. Ft: Martijn de Boer (NiGiD).
  • The Nutcracker (suite), Op.71a - 5. Arabian Dance. Piotr Ilich Chaikovski. EuropeanArchive.
  • A Midsummer Night's Dream, Op. 61. Mendelssohn. European Archive.
  • Swan Lake 20Op. Act II. Piotr Ilich Chaikovski. European Archive.

Agradecimientos

  • Ángela Santos, Compañía Nacional de Danza y Gerencia de Infraestructuras y Equipamientos de Cultura, del Ministerio de Cultura y Deporte.

Tres momentos de la entrevista

¡Mamá, lo que yo quiero es bailar!

Imaginemos la escena: una niña acostumbrada a bailar jotas en la intimidad familiar pasa por una escuela de baile donde unos críos aprenden al ritmo de un piano. Con solo seis años, Carmen Roche (Zaragoza, 1948) comenta en casa que ella también quiere bailar; sin embargo, su madre no está dispuesta a apoyar aquel capricho infantil. La pequeña no cejará en su deseo: tras escapar un día de casa para preguntar el precio de las clases, se declara en huelga de hambre para conseguir su propósito. Y como con la comida no se juega, el veto paterno desaparece. Así comienza la historia de una de nuestras mejores profesionales de la danza.

Años de aprendizaje, de ilusiones compartidas con sus compañeros de clase, entre los que destaca un niño (llamado Víctor Ullate) con quien, pasado el tiempo, crearía su propia familia. “El padre de Víctor nos llevó a ver un espectáculo en el que se representaba La ratita presumida. ¡Me fascinó! Entonces supe que yo también quería estar sobre un escenario”, recuerda con ternura. Su debut profesional llegó muy pronto, de la mano del gran Antonio Ruiz, que acudió a ver a los alumnos de María de Ávila , entre los que se encontraban Roche y Ullate. Ella tenía 13 años. De Antonio aprendió lo que suponía vivir para la danza, un compromiso consigo mismo y con el público. “Aquella etapa fue importantísima para mí, aunque era tan cría que no me daba cuenta de lo que estaba viviendo. ¡Si hasta la primera vez que vi el mar, iba con Antonio a Cannes!”.

Esa maravillosa aventura debía terminar para seguir creciendo como bailarina. “Necesitaba formarme en danza clásica, aprender un repertorio clásico”, explica. “En 1966, me incorporé al Ballet Gulbenkian, en Portugal”. Fue su historia de amor con Ullate la que, dos años después, la llevó a Bruselas, donde el bailarín había sido contratado por Maurice Béjart. Ella acabaría incorporándose también a su Ballet del Siglo XX, donde participó como solista en la Cantata 51 de Bach, Romeo y Julieta, la Novena Sinfonía de Beethoven o La consagración de la primavera: “Maurice siempre me apoyó, siempre me dio ánimos, incluso cuando como bailarina me sentía en horas bajas”.

Carmen Roche

En el ballet del coreógrafo francés, Roche descubrió su vocación pedagógica: “Antes de iniciar cada espectáculo, los artistas hacen una barra de ejercicios para calentar. Un día, la bailarina que solía hacerlos conmigo me propuso que dirigiera yo; al día siguiente, se fueron sumando otros bailarines… ¡hasta que acabé con toda la compañía!”. La docencia fue cobrando más espacio y, a los 28 años, decidió colgar las zapatillas. Aunque no le gusta decir quiénes han sido sus alumnos favoritos (“los quiero a todos muchísimo y les deseo lo mejor”), los grandes de la danza española e internacional han pasado por sus clases. No en vano, tras iniciar su labor de profesora en el Conservatorio de Bruselas, en 1974, fue contratada por Béjart como directora de enseñanza de la Escuela Mudra. Carmen se hizo a sí misma como pedagoga; sin embargo, fue creando su propio método. Su control sobre el cuerpo de un bailarín, sobre sus acciones y reacciones, es incuestionable. Sabe que hay cualidades físicas que pueden desarrollarse con intenso trabajo; también que eso que llaman duende debe llevarse dentro y potenciarse con disciplina y pasión.

En 1979, Roche regresó a nuestro país para iniciar una etapa como subdirectora del Ballet Clásico Nacional y directora del Taller Nacional de Danza Clásica. “Fue un reto. Me preguntaba cómo íbamos a tener un Ballet Nacional sin contar antes con una escuela nacional de danza, pero me equivoqué: el hecho de crear la compañía al mismo tiempo animó la pedagogía en España, dando los maestros lo mejor para formar a sus alumnos”. Llegó el momento de emprender su aventura más personal y, en 1984, creó el Centro Internacional de Danza de Madrid y su propia compañía. En 1998, puso en marcha la Fundación Carmen Roche y, en 2002, Scaena Artes Escénicas: Centro Superior de Artes Escénicas y Conservatorio Oficial de Enseñanzas Profesionales de Danza, que aúna baile, canto e interpretación, y que ocupa el antiguo estudio de danza de Antonio Ruiz, espacio que ella rescató de la especulación. “Durante 18 años, tuve mi escuela en el madrileño barrio de Tetuán, pero no había espacio para que me permitieran tener un conservatorio, que era mi sueño. Cuando me hice con el estudio de Antonio, pude cumplirlo. El día que di mi primera clase en él, nada más empezar a sonar las notas en el piano, pensé en Antonio. Sé que estaría feliz de que su estudio sea una escuela de danza”.

Carmen Roche puede estar orgullosa de cuanto ha logrado, incluidos reconocimientos como las Medallas de Plata y Oro al Mérito de las Bellas Artes del Ministerio de Cultura, o la Medalla de la Excelencia Artística otorgada por el gobierno de Nicaragua. En 2021 ha recibido la Distinción de Académica de Honor de la Academia de Artes Escénicas de España. Ahora bien, si hay algo que le llena de felicidad, es que sus hijos, Patrick y Víctor Ullate Roche, hayan seguido los pasos de sus padres. “Me arrepiento de que mi trabajo haya robado tiempo a mis dos hijos, a los que recuerdo de niños durmiendo tras el ciclorama, mientras yo bailaba. No quería que se dedicaran a la danza, pero nunca es como los padres queremos”, dice con una sonrisa no exenta de satisfacción. La misma que hoy esbozaría su madre, olvidando la travesura de aquella cría que, un día, escapó de casa para unirse a otros niños que bailaban.

Por Rosa Alvares

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