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La casa de Bernarda Alba
de Calixto Bieito

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Federico García Lorca concluyó la escritura de La casa de Bernarda Alba el 19 de junio de 1936, apenas un mes antes del comienzo de la Guerra Civil Española y de su asesinato el 18 de agosto del mismo año. Por todo ello, el estreno mundial de esta magistral obra se produjo fuera de nuestras fronteras, bajo la dirección de escena e interpretación como Bernarda Alba de Margarita Xirgu; el texto lorquiano subió a las tablas por primera vez en el Teatro Avenida de Buenos Aires (Argentina) el 8 de marzo de 1945 (Delgado, 2017: 108).

En España, durante la dictadura franquista el escritor granadino fue relegado al silencio. Las primeras exposiciones de La casa de Bernarda Alba se realizaron con una “lectura dramatizada en Barcelona en 1948” (Delgado ,2017: 107) y con el estreno en Madrid, “casi clandestino y en sesión única” (Sánchez Trigueros 1999: 19), de Teatro Ensayo La Carátula en 1950. El “estreno comercial” (Delgado, 2017: 107) fue el 10 de enero de 1964 en el Teatro Goya de Madrid, con dirección de Juan Antonio Bardem. Tras la muerte del dictador, Ángel Facio realizó una versión del texto protagonizada por una Bernarda interpretada por Ismael Merlo en 1976.

En los comienzos de la Democracia, José Carlos Plaza dirigió La casa de Bernarda Alba en 1984 en el Teatro Español de Madrid, “un ejemplo perfecto de naturalismo puro” (Sánchez Trigueros, 1999: 20), y Alfonso Zurro, con el grupo teatral independiente andaluz Teatro de La Jácara, relató un proceso de montaje de la obra de García Lorca en un novedoso contexto, los presos de una cárcel. Durante 1998, celebración del centenario del nacimiento del autor, una producción del TNT (Territorio Nuevos Tiempos) de Sevilla con dirección de Juan Dolores Caballero gestó un espectáculo próximo “a las piezas y situaciones más patéticas y angustiosas del llamado teatro del absurdo” (Sánchez Trigueros, 1999: 23). Ya en el siglo XXI, Lluís Pasqual realizó para el Teatre Nacional de Catalunya una puesta en escena en castellano protagonizada por Nuria Espert (Bernarda Alba) y Rosa María Sardà (La Poncia). Ese mismo año se pudo visualizar la original propuesta de Pepa Gamboa, también producida por el TNT, protagonizada por mujeres de etnia gitana.

Las dramaturgias creadas en España a partir de La casa de Bernarda Alba son ejemplos claros de la enorme dimensión que puede alcanzar la obra de Federico García Lorca. El grupo malagueño Teatroz estrenó en 1995 Casting, a la caza de Bernarda Alba, una comedia musical al estilo Broadway que se iniciaba con el proceso de selección de los actores ante el patio de butacas. En 2017, en los Teatros del Canal de Madrid, Esto no es La casa de Bernarda Alba fue una versión multidisciplinar interpretada mayoritariamente por hombres actores que experimentaban la original opresión femenina creada por Lorca. En el ámbito de la danza, el texto lorquiano fue dirigido por Lluís Pasqual junto al bailarín Antonio Canales en el espectáculo Bengues (1997) (Delgado, 1998-2001: 387-406). Recientemente, el Teatro de la Zarzuela de Madrid representó en 2018 la versión operística con música de Miguel Ortega y libreto de Julio Ramos.

Calixto Bieito, el director de escena con mayor proyección internacional de la escena española contemporánea, estrenó su particular versión de La casa de Bernarda Alba también en el año de la celebración del centenario del nacimiento de Federico García Lorca. Este se produjo el 11 de noviembre de 1998 a las 20 horas en el Teatro María Guerrero de Madrid1 e inauguró la temporada 1998-1999 de este espacio teatral cuando se cumplían veinte años de la creación del Centro Dramático Nacional.

La casa de Bernarda Alba fue una producción de Focus con el soporte del Ministerio de Educación y Cultura (INAEM) y el Departament de Cultura de la Generalitat de Catalunya. Para Bieito, este texto teatral era el primero que realizaba de Federico García Lorca e incluso declaraba no haber visto hasta el momento ninguna representación de esta obra dramática2. Para la crítica Rosana Torres: “ello se explica por el hecho de que, en Cataluña, donde ha realizado la mayoría de sus montajes, no ha habido tradición de representar esta obra” (Torres, 1998b). El interés que La casa de Bernarda Alba provocaba en Calixto entroncaba directamente con una de sus claves poéticas, el reflejo de la violencia extrema. En varias declaraciones del director se recogía este aspecto: “es una obra que destila veneno y donde no se puede salvar a ningún personaje” (Piña, 1998):

… su tremenda dosis de violencia que reflejaba la que había en España en 1936, tanto en un bando como en otro. […] Yo solo tengo treinta y cuatro años y no he vivido ese clima espantoso, pero sí que entiendo muy bien la violencia que engendra la religión en torno a la sexualidad (En: Guzmán, 1998).

Sin embargo, para su puesta en escena, Calixto Bieito no se olvidó de la poesía que irradia el texto teatral de Lorca. En el programa de mano para las funciones en el Teatro María Guerrero, comentaba su deseo de “poder compartir con Federico García Lorca ese teatro” que, concluía, debía “ser mágico, qué si no” (Programa de mano, 1998).

La dramaturgia que realizó no fue un encargo para conmemorar el centenario del nacimiento de Federico García Lorca, sino que era un proyecto de cerca de dos años de antelación, que, tal y como el director argumentaba, “una coincidencia de calendarios y una oportunidad histórica” (Cuaderno Pedagógico, 1998: 15) provocó que se materializara. Pero sin duda, su origen se encontraba en un taller que Bieito hizo con alumnos postgraduados de la escuela de actores de la Compañía del Piccolo di Milano en 1994 (Català, 1996: 42; Pérez de Olaguer, 1994; Víllora, 2002: 94). Esta experiencia fue esencial en su trayectoria como director de escena, tal y como él mismo declaró: “era muy inseguro. Tardé años en sentir realmente que podía dirigir. Me tuve que ir fuera, a Milán, […] y ahí me di cuenta de que podía serlo. Debía tener unos 28 años, porque empecé a dirigir muy pronto” (Ricart, 2011).
Bien es cierto que su gusto por los textos clásicos de la literatura universal también propició que, finalmente, optara por este título lorquiano para el espectáculo de 1998 que nos ocupa. Al respecto, Bieito explicaba:

Lo que tengo claro es que los clásicos hay que agitarlos y zarandearlos, y no siempre sale bien. Con Bernarda Alba me enfrento a toda una tradición de puestas en escena. La obra ha acumulado muchos tópicos y una parte de la crítica tiende a considerarla demasiado realista, en la línea de Ibsen. No pienso abordarla como un retrato de época de la sociedad española, sino como una historia de violencia y sexo en una familia muy concreta (Ley, 1998: 47).

Según una entrevista para ABC, el poder deshacerse de cualquier planteamiento preconcebido le permitió generar su trabajo “como si fuese Macbeth o El rey Lear, algo lleno de fuerza shakesperiana” (Víllora, 1998: 92). Su declaración de principios para la propuesta escénica vinculaba y resaltaba los elementos que, para el director de escena, tenía en común uno de los autores dramáticos clave de su trayectoria teatral, William Shakespeare, con el poeta español.

El equipo técnico y artístico elegido, en su mayoría procedente de Cataluña, contaba en su haber con colaboradores habituales. El diseño de escenografía fue obra de Alfons Flores, el vestuario y la caracterización de Mercè Paloma y la iluminación de Xavier Clot. Aunque el sonido lo firmó Òscar Roig, para este montaje tuvo la “colaboración especial” del músico y compositor Carles Santos, que en sucesivos espectáculos del director de escena se encargaría de la creación de la partitura musical. Su aportación eliminó aspectos costumbristas del texto y dotó al espacio sonoro de una nueva concepción contemporánea.

Las actrices elegidas para encarnar a los personajes de La casa de Bernarda Alba constituyeron un reparto que, previo a su estreno, sorprendió mucho a la crítica. Calixto Bieito declaró que era un reparto de “mujeres de pelo claro” (Piña, 1998) que encabezaban María Jesús Valdés como Bernarda Alba y Julieta Serrano como La Poncia. Este montaje supuso el rencuentro profesional de ambas actrices. Julieta Serrano había trabajado recientemente con Bieito en La profesión de la señora Warren (1996), pero para Valdés era su primer trabajo con el director de escena. Rosana Torres expresaba sus primeras impresiones ante el elenco de actrices:

Para interpretar a Bernarda ha elegido a María Jesús Valdés, una mujer dulce, amable, rubia, de las que seducen de inmediato con el poder de una mirada amigable y risueña que delata que, ante todo, es buena persona. En el papel de Poncia ha elegido a Julieta Serrano, mujer enjuta de la que, si bien se conoce su sentido del humor fuera de los escenarios, estamos acostumbrados a verla, al menos en teatro, metida en personajes rigurosos a los que incluso se les asoma un punto de mala leche. […] Solo por esa elección este montaje atrae poderosamente la atención (Torres, 1998a).

Para María Jesús Valdés fue su primera interpretación de una obra teatral de Federico García Lorca, debido a que durante su plenitud profesional, en la década de los cincuenta y junto al director de escena José Luis Alonso, se le planteó la posibilidad de representar Doña Rosita la soltera, aunque la familia Lorca no accedió a autorizar la puesta en escena (Rubio, 1999). Por el contrario, la ininterrumpida carrera profesional de Julieta Serrano le había permitido participar como protagonista en dos versiones anteriores de La casa de Bernarda Alba. En el estreno comercial de la obra de 1964, con la dirección escénica de Juan Antonio Bardem, Julieta Serrano encarnó a Adela. Posteriormente, en la dirección de Ángel Facio de 1976, interpretó a Martirio en lo que para la actriz fue “una versión muy arriesgada y salvaje” (Rubio, 1999). Recientemente, en la versión operística del texto de Lorca de 2018, encarnó a María Josefa.

En el estreno de La casa de Bernarda Alba de Calixto Bieito se completaba un reparto con una lista de actrices algunas de las cuales ya habían trabajado con él en anteriores producciones (fig. 1): Gloria Muñoz (Angustias)3, Roser Camí (Adela), Rosa Vila (Martirio), Chantal Aimée (Magdalena), Mónica López (Amelia), Concha Redondo (María Josefa), Maife Gil (Criada) y María Jesús Andany (Prudencia). Calixto Bieito reconocía en el programa de mano la calidad interpretativa del grupo de actrices y describía el proceso de trabajo que llevó a cabo con ellas:

Primer día de ensayo, primera lectura de la obra: ante mí aparecen diez mujeres poderosas, intensas e intuitivas. Mi trabajo se me antoja desde este día sencillo (Programa de mano, 1998).

Algunos de estos trabajos interpretativos se vieron recompensados con diversos galardones de gran prestigio. A María Jesús Valdés se le concedió el Premio Nacional de Teatro de 1999 a la “Mejor interpretación”, Julieta Serrano obtuvo dos premios: el Premio Margarita Xirgu de 1999 a la “Mejor Interpretación” y el Premio Max de las Artes Escénicas de su III edición del año 2000, también a la “Mejor Interpretación”. A otras actrices como Rosa Vila y Concha Redondo les fueron otorgados, respectivamente, el Premio de la Crítica Teatral de Barcelona en 1999 a la “Mejor Interpretación” y el Premio Especial.

La dramaturgia

La versión de La casa de Bernarda Alba de Calixto Bieito se caracterizó, en líneas generales, por respetar casi la totalidad del texto de Lorca, salvo por algunas frases o breves fragmentos que suprimió. El director de escena lo explicaba en la siguiente afirmación: “como todos los grandes textos de la historia del teatro, tiene muy pocas posibilidades de cambio” (A. T. D., 1998). Las contadas variaciones textuales afectaron, por ejemplo, a la escena del duelo del acto primero, en la que se suprimieron los personajes corales de las Muchachas y las Mujeres del duelo.

No obstante, la dramaturgia elaboró grandes aportaciones al texto lorquiano. El personaje de Bernarda Alba se creó al margen de los tópicos preconcebidos. Calixto Bieito deseaba una Bernarda “femenina y sensual” (Víllora, 1998: 92) que mostrara su cansancio y debilidad ante los conflictos de sus hijas, pero a la vez con fuerte temperamento y personalidad, y manifestaba que bien “podría ser nuestro Rey Lear español” (Gutiérrez 1998: 9). Con esta dualidad expresaba el conflicto interior del personaje y lo dotaba de una riqueza de matices que, hasta el momento, en la tradición de la puesta en escena de este texto dramático, era difícil encontrar. Finalmente, la inserción del personaje de la Trapecista, de significación eminentemente simbólica, se convertía, en palabras del propio director, en “la única licencia que me he permitido […] introducir un personaje nuevo, la trapecista, que abre y cierra el montaje” (Torres, 1998b). A pesar de estas opciones dramatúrgicas, no existía alusión al autor de la dramaturgia o de la versión.

Así mismo, Calixto Bieito declaró en varias ocasiones que, como base de la dramaturgia, empleó referencias de su vida de manera consciente: “records, imatges del col·legi, la repressió…”. Igualmente, manifestó creer que estaba trabajando con un gran clásico que “trata de los grandes temas de la humanidad” (“En busca de la innovación”, 1998). También argumentó que se trataba de una historia donde la violencia, dentro del ámbito familiar, estaba unida al odio y el sexo a la religión, “algo muy español presente en toda nuestra tradición cultural” (“En busca de la innovación”, 1998). En el texto de Calixto Bieito del programa de mano del Centro Dramático Nacional se recogían las claves de la propuesta dramatúrgica:

He empujado a las actrices, con su complicidad, a un espacio inmaculado, puro, limpio, como un altar, en una liturgia de odio fraternal, desamor, intolerancia y violencia. Como la define mi buen amigo Carlos Santos, se trata de una obra líquida, de flujos. Yo añadiría de corazones inundados de sangre en pechos de agua. Y ello me evoca la España de erotismo reprimido, de fanática religión y de un profundo sentimiento de muerte; imágenes en blanco y negro de sábado tarde imposibles de olvidar (Programa de mano, 1998).

1 Estuvo en cartel hasta el 13 de diciembre, de martes a domingo, con funciones dobles los sábados a las 17:30 horas y a las 20:30 horas (“Cartelera. Teatros nacionales”, 1998: 106).

2 Más de diez años después del estreno en el Teatro María Guerrero de Madrid de esta propuesta escénica de La casa de Bernarda Alba, el director de escena Calixto Bieito realizó una revisión en alemán para el Nationaltheater Mannheim de Alemania. La premiere de Bernarda Albas Haus tuvo lugar el 1 de abril de 2011 en el Nationaltheater Mannheim. El montaje obtuvo un enorme éxito; de hecho, la producción continúa en la actualidad girando por Alemania.

3 Para interpretar a Angustias se optó por la actriz Maite Brik en la gira nacional previa a su estreno en Barcelona y en parte de sus funciones. Rosa Renom realizó este papel en las últimas representaciones, desde el 28 de mayo al 5 de junio de 1999 (“Cartelera. Teatros”, 1999b).