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NúM 6
1. MONOGRÁFICO
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1.2 · DRAMATURGAS DE FINALES DEL SIGLO XX


Por Virtudes Serrano
 

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Desde los comienzos de la década se van incorporando a los ya existentes otros nombres que se manifiestan, en ocasiones, mediante los premios con los que son distinguidas en concursos de autoría joven o restringidamente femenina. En 1984, desde el Instituto de la Juventud del Ministerio de Cultura, se crea el Premio Marqués de Bradomín para jóvenes autores; durante las dos primeras décadas obtuvieron accésit del mismo nombre que ya pertenecen al conocimiento actual dentro del siglo XXI: Margarita Sánchez, Carmen Delgado, Yolanda Pallín, Eva Hibernia, Itziar Pascual y Marilia Samper. El Premio lo obtuvo, por primera vez, en 2000, Gracia Morales. El objetivo, en la década de los noventa, será luchar junto a los autores por unos espacios donde mostrarse. Paloma Pedrero afirmaba en 1995, durante un Curso Internacional de la Universidad de Salamanca sobre “Recepción, público y crítica en el teatro español contemporáneo”, que “por primera vez la autora teatral viaja en grupo y en la misma clase que los hombres”17.

Desde 1994, se convoca, con el patrocinio del Instituto de la Mujer, la Asociación de Directores de Escena y la SGAE, el Premio María Teresa León para autoras dramáticas, que distingue a las mujeres del resto de los autores de teatro. La edición de los textos premiados que lleva a cabo la ADE y el ámbito hispano que poseen las participantes hace que la nómina de nombres conocidos sea cada vez mayor. También en el 94 se publica Mal bajío que en 1989 había ganado (ex aequo con La tienda, de Antonio Velasco) el Premio Calderón, y fue la segunda vez que un nombre femenino surgía en las listas de este premio inaugurado en 1950. Mal bajío es una obra que merece mención por suponer, casi por vez primera en nuestra dramaturgia, un rotundo testimonio de la vida dentro de una cárcel de mujeres18, había sido compuesto por Elena Cánovas, en colaboración con Paula Monmeneu y Victoria Nacario [fig. 12]. Cánovas era funcionaria de prisiones e inició, en 1984, su proyecto de trabajo con las presas de Yeserías, entonces la cárcel de mujeres, formando un grupo teatral que facilitara a las reclusas la posibilidad de realizar una actividad creativa y motivadora que las apartase del cerrado mundo de la prisión; Cánovas cursó entonces estudios de dirección escénica y desde hace más de treinta años viene desarrollando una meritoria labor de reinserción de las presas. Al comienzo montó piezas breves y de humor de otros autores que se escenificaban en la propia cárcel, pero poco a poco fue desarrollando un interesante trabajo de dramaturgias propias, a partir de las experiencias de las reclusas, surgidas en las improvisaciones. Consiguió permiso para sacar sus espectáculos a la calle, primero custodiadas por los guardias y, más tarde, de forma independiente. La trayectoria del grupo Yeses, que aún continua, como ponen de manifiesto las representaciones que realizan y los trabajos y ediciones que se le dedican, representa una clara muestra de esfuerzo, tesón y arte (O’Connor, 2009 y Cánovas, 2017).

En 1994, la colección Nuevo Teatro Español edita un volumen en el que se reúnen cuatro autoras con obras de Itziar Pascual, Encarna de las Heras, Sara Molina y Liliana Costa. Elvira Lindo estrena en 1995 en el Teatro Alfil de Madrid, La ley de la selva [fig. 13]. La crítica norteamericana comienza a incorporar los nuevos nombres: Candyce Leonard y John P. Gabriele editan, en 1996, dos volúmenes antológicos de teatro de los noventa en donde autores y autoras comparten en paridad el espacio; incluyen textos y entrevistas de Lluïsa Cunillé, Itziar Pascual y Margarita Sánchez, que obtuvo un accésit del Premio Marqués de Bradomín en 1989, con Búscame en Hono-Lulú.

Itziar Pascual es una mujer que siempre estuvo cercana al mundo del teatro por su labor periodística y, desde 1992, venía estrenando espectáculos y siendo distinguida con diversos premios; en 1994, escribe El domador de sombras, que recibe en 1995 el Premio Ciudad de Alcorcón19. En 1997, obtiene un accésit del Premio Marqués de Bradomín por Las voces de Penélope, donde reutiliza al personaje clásico y el motivo de la espera para construir una realidad femenina sin espacio preciso [fig. 14]. Un año después, en 1998, Blue Mountain (Aroma de los últimos días) recibe el Premio María Teresa León. Tras estudiar en la Real Escuela Superior de Arte Dramático de Madrid, obtiene plaza de profesora de Literatura Dramática. Su carrera como mujer de teatro continua; desde 2001 forma parte de la Asociación de Mujeres en las Artes Escénicas de Madrid (AMAEM), “Las Marías Guerreras”, en la que se reúnen mujeres que trabajan profesionalmente en el teatro, la música y la danza, y desde donde surgen todo tipo de iniciativas culturales: estudios teóricos, talleres, performances, espectáculos. Todo ello con un marcado carácter de defensa de la mujer (Pascual, Encarnación y Reiz, 2004)20. Actualmente existe una amplia bibliografía de y sobre su obra; en 2004 formó parte del grupo más joven de las autoras de mi antología Teatro breve entre dos siglos, junto con Laila Ripoll y Diana de Paco Serrano.

Aunque la escritura que se inicia en los talleres y las clases de dramaturgia, como hemos apuntado, constituye una marca caracterizadora del teatro de los noventa, algunas autoras de la más joven generación, surgen de manera individual; es el caso de Diana de Paco Serrano [fig. 15], quien, en 1998, recibe el accésit del Premio de Textos Teatrales de la Universidad de Sevilla; queda finalista en 2000 del Premio Calderón de la Barca con Polifonía,una pieza de 1998 que ha tenido fortuna en los escenarios a partir de 200721; recibe el Premio Libro Murciano del año en teatro, en 2002, por Lucía y La antesala; es la primera mujer que ha ganado, en 2008, el Premio Palencia convocado, cada dos años, desde 1963; y en 2015, obtiene el Primer Premio Irreverentes de comedia. Hasta hoy, ha escrito casi una treintena de obras de diversa estética y temática diferente y une a su faceta de autora la de investigadora teatral.

Otras trayectorias se inician en estos años, como las de Margarita Reiz, Patricia Población, Laila Ripoll, ella, como en otros casos, también es directora de espectáculos22. Más presencias surgen en los volúmenes de piezas teatrales que han ido publicándose desde los noventa en las referida coleccione de la ADE, en las de la AAT o en la Antología Teatral Española de la Universidad de Murcia (ATE), donde, hasta su cierre en 2017, se han publicado textos de Carmen Conde, Paloma Pedrero, Carmen Resino, Concha Romero, Pilar Pombo, María-José Ragué-Arias, Diana de Paco Serrano, Antonia Bueno, Gracia Morales. La editorial Cátedra, en su colección Letras Hispánicas ha incorporado diversos nombres de autoras en volúmenes propios (Pedrero, 1999 y 2013; Resino 2016) y en otros antológicos (AA.VV. 2004 y 2014). Sería prolijo enumerar las nuevas colecciones surgidas en los dos mil que recogen textos de autores y autoras ya, casi siempre, en paridad, como las interesantes antologías publicadas por Esperpento o Irreverentes. También recientemente la revista de la AAT ha dedicado un número de Las puertas del drama, en 2016, a la presencia de las autoras y en la publicación en la que ahora planteamos este panorama, se hizo balance en 2012 del teatro en el siglo XXI con la presencia de varias autoras emergentes.

Con relación a las estéticas, en general, las autoras que surgen en los ochenta prefieren fórmulas realistas de construcción; se defendía un realismo selectivo, a veces, no exento de poesía cuya más fiel representante es Paloma Pedrero23. Los temas de la condición femenina, en el ámbito social y en el particular de la pareja, formulados en clave de humor o con consecuencias trágicas y el de la búsqueda de la propia identidad, surgen en los años ochenta en la escritura dramática de mujer. Las autoras colocan a sus protagonistas en situaciones límite y las hacen defender un territorio que por derecho les pertenece.



17 Algunas autoras imparten ya talleres de creación; Juan Mayorga y Jesús Gonzalo, participantes en el Coloquio “Seis autores de los noventa” (Primer Acto, 1993, 35-36), afirman que han recibido clases de dramaturgia de Paloma Pedrero. En el mismo lugar se da a conocer Angélica Lidell Zoo, que había escrito entonces El jardín de la mandrágora y Leda.

18 En 1962, según data el texto la autora, Carlota O’Neill describe en Cómo fue España encadenada, el tiempo y las circunstancias que soportó recluida en el penal de Victoria Grande de Melilla, tras su detención el 22 de abril de 1936, condenada por “adhesión a la rebelión”, hasta la primavera de 1941, cuando salió en libertad. Juan Antonio Hormigón aporta en su edición todo tipo de información y documentación sobre la autora y su génesis familiar (O’Neill, 1997). Sobre este texto dramático y otros de O’Neill pueden verse (Serrano, 2010, 619-631y 2012, 619-631).

19 El texto formó parte dela publicación de final de carrera de egresados de la RESAD de la promoción 1992 a 1996; se encontraba en el volumen con Ostras, de Emeterio Díez; Secreto de Estado, de Carmen Dólera; Bienvenido al Klan, de Yolanda Dorado; Mu (Fragmentos), de Eva Hibernia; y Hambre ciega, de Margarita Reiz (AA.VV., 1996).

20 En otros espacios de la geografía del país existen grupos de intenciones afines a las Guerreras: Sorámbulas, de Alicante; Proyecte Vaca, de Barcelona; Federicas, de Granada; Dones en Art, de Valencia o AMAE, de Málaga.

21 Se estrenó en 2007 en la Universidad de Giessen por el grupo Aula 02, Teatro español de JLU (Institut für Romanistik). En 2016 se presentó en Sevilla, en el Teatro Távora, por la compañía Triade Teatro, con dirección de Miguel Cegarra. La autora ha vertido en su dramaturgia sus conocimientos del mundo clásico, del que procede como profesora de griego, en obras en las que las mujeres míticas reaparecen para contar su verdadera historia. No obstante, nunca abandona la perspectiva de la actualidad, ni el compromiso con la mujer, como se muestra en un reciente volumen de sus obras en donde mujeres de antes y de ahora, de diversas edades y condiciones, reaparecen en la escena para reivindicar su derecho a ser y defenderse de la violencia soportada y de los arquetipos donde han sido encasilladas (De Paco Serrano, 2016).

22 En Teatro breve entre dos siglos (AA.VV., 2004) incluía a esta autora, aún en ciernes, junto con quienes venían de los años anteriores y quienes se manifestaban entonces con fuerza. Su experiencia en el teatro tiene larga trayectoria y origen familiar. Su madre es la actriz Concha Cuetos, y ella ha desempeñado diversas funciones en el ámbito de la escena. Cursó estudios en la Real Escuela Superior de Arte Dramático de Madrid y, desde 1992 dirige montajes teatrales con la compañía Micomicón. Sus primeros trabajos fueron en interpretación, en escenografía y en adaptación y dramaturgia textual. En 1996 recibió el Premio CajaEspaña por La ciudad sitiada, una obra que se acerca al teatro documento, y en la que se tratan temas como la injusticia, la violencia y la opresión, mediante una estructura fragmentada en la que lo dramático y lo narrativo se van entremezclando. El montaje le valió el Premio a la Mejor Dirección en el II Certamen de Directoras de Escena y el Premio José Luis Alonso, ambos en 1999. En 2000, obtuvo una “Mención especial” del jurado del Premio María Teresa León para Autoras Dramáticas, por Atra bilis (Cuando estemos más tranquilas…), una grotesca estampa de mujeres “de los pueblos de España” que velan al difunto hombre de la casa, con no pocos puntos de contacto con el Lorca de La casa de Bernarda Alba, y con el esperpentismo de Valle. Este montaje le abrió un fructífero camino que recorre hasta la actualidad.

23 No es mi intención generalizar, sino plantear una directriz que, en gran medida, siguen autores y autoras del momento. No obstante, yo misma hice notar en la edición de su Teatro diverso (Resino, 2001), donde concurren obras de estéticas diferentes, cómo Carmen Resino se mueve con libertad en el realismo y en un sistema constructivo neovanguardista de mayor abstracción; en la comedia de situación o en el drama que reutiliza a los clásicos y la historia. Ya se ha aludido al I Encuentro de Autores/as jóvenes organizado por el Instituto del Teatro de Asturias celebrado en Gijón en enero de 1990 en el que afirmaban la recuperación del realismo que se estaba produciendo en un sector de la joven dramaturgia.

 

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