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2. VARIA

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2.8 · ALGUNOS DATOS SOBRE LA VIDA ESCÉNICA EN SANTANDER ENTRE 1895 Y 1904


Por Fernando Sánchez Rebanal.
 

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3. La guerra de Cuba y funciones benéficas

Divididos por la política, pero unidos por una Guerra de Cuba que hace aún más rico al catoliquísimo y santanderino Marqués de Comillas, encargado del transporte de armas y hombres. La salida de tropas y, sobre todo, la llegada de los soldados heridos, desmoralizados, moribundos a veces, espolea especialmente a la ciudad de 60.000 habitantes, testigo de excepción de estos sucesos, y cuyas donaciones económicas aparecen a diario en los periódicos.

El conflicto inspira patriotismo y colaboración, plasmados, entre otros actos, en representaciones benéficas que tienen lugar en el Teatro Principal en funciones de tarde y noche, con grupos aficionados. Son propuestas por la publicación El Aviso, y tienen lugar el domingo 24 de abril de 1898; la propia decoración de la sala da idea de lo insólito del evento, pues “se adorna con plantas del vivero municipal”9, y “muchas costureras de la localidad se han ofrecido á adornar los palcos” 10.

Distinguíanse los dos (palcos) que ocupan la Diputación provincial, otros dos del Círculo Silvelista, muy elegantes en su decorado con inscripciones de ¡Viva la marina española! ¡Honra sin barcos! y ¡Viva España!; otros del Unión Club, que ostentaban en sus magníficas colgaduras los lemas de Ál Ejército y á la Marina; el palco del Gobernador Civil, que lucía en su adornado antepecho el escudo de España; el del señor Gobernador Militar, elegantemente decorado también [...].11

Para asistir a día tan especial se habían recomendado a través de los periódicos algunos complementos al vestuario, cuando no la indumentaria concreta:

La Comisión organizadora de la función patriótica ruega á las señoras y señoritas que asistan al teatro, luzcan en sus tocados los colores nacionales.

También ruega á los señores militares que vayan de uniforme al espectáculo12.

Y parece ser que la exhortación surtió efecto:

Pero más que todos esos patrióticos trofeos y vistosísimas galas, daban á la sala un aspecto de hermosura indescriptible, genuinamente español, las señoras y señoritas que ocupaban los palcos principales, luciendo la clásica mantilla española y adornadas con flores rojas y amarillas, en cariñosa expresión de afecto á la gloriosísima bandera de la patria. Veíanse también en las butacas y en las galerías gran número de jóvenes elegantemente ataviadas luciendo lazos y adornos con los colores nacionales.

Muchos caballeros vestían de rigurosa etiqueta, ostentando gran número de ellos el distintivo de la bandera española, y los militares asistieron con uniforme de gala, dando una nota muy simpática al patriótico espectáculo13.

La ciudad se volcó en todos los aspectos: como hemos visto, las costureras preparan los palcos y del vivero municipal se toman plantas, pero además, el presidente del Club de Regatas concede el piano de la sala de la sociedad para que toque el señor Guervós, el pintor (ilegible) ayuda a preparar el cuadro alegórico final, don Eufemio Linacero ofrece gratis el servicio de peluquería; don Francisco Fons imprime gratis carteles, programa y billetajes, y la fábrica de Lebón concede gratuitamente el alumbrado eléctrico; incluso “unas cuantas agraciadísimas jóvenes, elegantemente ataviadas y pertenecientes al obrador de la modista doña Eusebia Pelayo de Aranduy, vendían flores en el vestíbulo y recaudaron 84 duros”14.

La recaudación fue mayor por la noche, y es que a pesar de la importancia de la cita, los días soleados en Santander, y más fuera del verano, son escasos, por eso los críticos –que por cierto tampoco acudieron a la función de tarde– nos informan de la escasa asistencia “por referencias”15. La recaudación fue finalmente, de 4.575’75 pesetas16.

4. Los espacios teatrales en la ciudad de Santander

A diferencia de otras ciudades de similar tamaño, la actividad teatral en los meses de estío es considerable. La costumbre aristocrática y cortesana del veraneo, consecuencia de la precaria salud de Isabel II, se difundió hacia las capas inferiores de la sociedad en cuanto el ferrocarril hizo posible que realizasen viajes largos personas con no muy alto poder adquisitivo, y Santander será uno de los destinos elegidos. El trasiego de harinas de Castilla hacia el puerto estimulará la creación del Ferrocarril de Isabel II de Alar del Rey a Reinosa, y en 1858 era posible llegar hasta la capital Montañesa. Ya en 1850, el gobernador provincial solicita al Ayuntamiento de Santander que articule algún sistema e incluso que se haga con entradas para que los turistas que llegan en verano tengan acceso a entradas de calidad, porque el público nativo se hace con los mejores abonos, quedando únicamente localidades incómodas o de mala visibilidad para quienes nos visitan17.

1834 es la fecha de apertura del primer local destinado exclusivamente a espectáculos teatrales, ubicado en la Plazuela del Príncipe, con compañías de cierta entidad. Por fin, la programación regular tendrá su lugar en el Teatro Principal, inaugurado el 6 de mayo de 1838, y hemos hallado que su capacidad fue al menos de 880 localidades [fig. 4, fig. 5 y fig. 6]. El edificio se situaba en la calle del Arcillero, esquina a la de los Mártires, muy cerca de la Plazuela del Príncipe, ocupando lo que hoy sería parte de la Plaza Porticada al oeste. Al principio las compañías eran contratadas por la Junta Directiva y la asistencia de público fue notable en los primeros tiempos, decayendo a mediados de los años 40, siendo la ópera italiana el género más representado. En la década de 1850 irrumpe con éxito la zarzuela, siendo el gestor del teatro don Joaquín Belenguer. Del aspecto del teatro, sabemos que:

Cada platea se hallaba separada de la contigua por un tabique, de modo que estar en una de aquellas localidades era casi como quedar sus ocupantes encajonados; sólo el frente estaba libre de tabiques, nadie sabía qué vecinos tenía en las plateas de cada lado y parecía, además, como si con intención de oscurecer tales departamentos, los hubieran empapelado de encarnado oscuro con pequeños toques de oro. El frente, para apoyar los brazos, era de gutapercha encarnada, almohadillada, con flecos al exterior; las butacas y las lunetas estaban mullidas y forrados los asientos y respaldos de gutapercha oscura. Tenía los brazos de hierro, y mullidos también como aquellos en sitio conveniente para descansar los codos. (Arce Bueno, 1994, p. 82).

En 1881 la Diputación hizo entrega del Teatro al Ayuntamiento, corriendo la explotación del teatro a cargo de don Bernardo Lloréns. Después de un año sin funciones, las actuaciones se reanudan a mediados de diciembre de 1894, momento en que arranca el periodo estudiado. La actividad se detiene durante diez meses en 1898, desde fines de enero a mediados de noviembre, pues nadie optaba a gestionar el teatro; el panorama era sombrío, con varias subastas fracasadas y el edificio ofreciendo el triste espectáculo de servir únicamente, desde hacía varios meses, de almacén de muebles y archivo de la Diputación. Pero por fin el 26 de octubre de 1899 se acuerda ceder el teatro en arrendamiento al empresario bilbaíno don Ricardo Ruiz, quien gestionaría el local hasta el incendio de 191518, aunque el mantenimiento corre a cargo de la Diputación.

De todas formas, existía cierta inquietud por que la ciudad poseyese un edificio más acorde con los tiempos, esto es, más capaz, más cómodo, con sentido comercial, albergando en parte de su espacio establecimientos de diversa índole, y que permitiese disfrutar de otro tipo de eventos, es decir, un teatro-circo, con alguna propuesta procedente de la colonia santanderina en Madrid.

Durante el periodo estudiado (1895-1905) la asistencia de público da un giro dramático a partir del 12 de noviembre de 1898, cuando se instaura el teatro por horas, lo que supone que a partir de entonces la concurrencia sea alta19 [fig. 7]. Ya unos días antes se dice que “ya que viene una compañía de las que hacen obritas en un acto, creemos que la empresa debiera decidirse á establecer las funciones por horas, que otros años se han pedido y que no se han logrado nunca”20. Pronto se ve que da buen resultado, y causa entusiasmo adoptar el método de ciudades más importantes:

¡Funciones por horas! Ahí es nada; á la altura de Madrid siguiendo sus usos y costumbres nocturnas21.

El avance que supone este formato de representación se sitúa en un contexto de progreso para la ciudad en relación a la oferta turística. En un artículo que comenta los beneficios que el veraneo reporta a la ciudad, ofreciendo a cambio calidad, declara que hay que “gastarse el ingenio y las pesetas [...] en bailes, conciertos, músicas y “teatro por horas”, desde Santiago hasta fin de Septiembre”22 [fig. 8].

La ciudad de 60.000 habitantes recibió a 49 compañías profesionales que actuaron en el Teatro Principal, y en algún caso aislado, en el Casino del Sardinero [fig. 9]. La estancia media de las compañías era de 30 días, oscilando en entre 2 y 109. El total de días en que permanecieron los elencos en la ciudad fue de 1.481 días. Son 1897 y 1898 los años más flojos, y de 1899 a 1904, la media de días es de 183, justo la mitad de un año.

La temporada con más actividad es la de otoño-invierno, por lo que octubre, noviembre, diciembre, enero y, en menor medida, febrero, concentran el mayor número de funciones. En la mayoría de los casos, la compañía que está en diciembre sigue hasta después de Reyes, y en esa época se producen las estancias más largas. Le sigue en número de funciones la temporada de verano, en la que incluimos junio, julio, agosto y septiembre.



9 La Atalaya, domingo 24 de abril de 1898, p. 1.

10 La Atalaya, sábado 23 de abril de 1898, p. 1.

11 El Cantábrico, lunes 25 de abril de 1898, p. 2.

12 La Atalaya, sábado 23 de abril de 1898, p. 1.

13 El Cantábrico, lunes 25 de abril de 1898, p. 2.

14 El Cantábrico, lunes 25 de abril de 1898, p. 2.

15 El Cantábrico, lunes 25 de abril de 1898, p. 2.

16 El Aviso, martes 26 de abril de 1898, p. 3.

17 Archivo Municipal de Santander, 12 de abril de 1850. Legajo B 254, nº 32.

18 Boletín Oficial de Santander, miércoles 29 de marzo de 1899, p. 3.; acuerdo del día 26 de octubre de 1899 de la Comisión Provincial de Santander.

19 El teatro por horas consistió en ofrecer diversas obras breves de un acto, y cuya representación no excediera la hora, en una especie de sesión continua que en su época de máximo apogeo abarcaba cuatro horas, siendo la última a las doce de la noche. El precio de cada sesión era independiente y módico, lo que propició una ampliación de público. Se inició en Madrid, extendiéndose paulatinamente al resto de España. (Espín Templado, 1995).

20 Crónica de Santander, martes 25 de octubre de 1898, p. 4.

21 Crónica de Santander, domingo 13 de noviembre de 1898, p. 3. Firmado por Zaldúa.

22 Crónica de Santander, viernes 21 de abril de 1899, p. Firmado por Pedro Sánchez.

 

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