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1. MONOGRÁFICO

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1.4 · ALGUNAS REFELEXIONES SOBRE EL DRAMA HISTÓRICO DE JOSÉ MARÍA RODRÍGUEZ MENDEZ DURANTE LA TRANSICIÓN


Por Cerstin Bauer-Funke
 

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De paseo con Muñoz Seca (1986)

De paseo con Muñoz Seca es un homenaje escénico escrito 50 años después del fusilamiento del dramaturgo Pedro Muñoz Seca [fig. 3]. Con esta pieza, Rodríguez Méndez continúa su labor en homenaje de grandes escritores españoles, labor que había empezado a finales de la dictadura de Franco con El pájaro solitario (1975) y que ha continuado con Literatura española (1978) y Teresa de Ávila (1981).

En el contexto del teatro histórico de Rodríguez Méndez, De paseo con Muñoz Seca es un buen ejemplo del cuarto modelo para acercarse a la historia, a saber: la reconstrucción del pasado a través de una postura meta-ficcional. La pieza es sobre todo un juego meta-teatral e intertextual para hacer revivir –mediante el teatro dentro del teatro– a Muñoz Seca, sus obras y la vida teatral de los años 20 y 30 del siglo XX. Dos actores –Ella, una mujer muy joven, y Él, un hombre mayor– no solo ponen en escena momentos claves de la vida de Muñoz Seca, sino que actúan también varias escenas escogidas de los grandes éxitos teatrales de Muñoz Seca, como son La pluma verde, Los extremeños se tocan, La Oca y La venganza de don Mendo. Por medio de este juego teatral, la mujer se adentra en el mundo pasado; junto con Él, se pasea metafóricamente por la vía cronológica de la vida y obra de Muñoz Seca. Cada vez más se desdibujan los límites del juego dentro del juego para amalgamar el homenaje escénico y la identificación con el pasado para presentarlo no como pasado, sino como presencia. El paseo por el pasado comienza con un recuerdo: Él recuerda el gran incendio del Teatro Novedades en 1928, una catástrofe que se grabó en su memoria y cuyo recuerdo quiere trasmitir a su joven colega. Por ello, durante la primera parte de la acción dramática, insiste en su voluntad de rememorar el pasado: frases como “Sí, a recordar, a recordar…” (2)45, “Ese extremismo me recuerda una obra […]” (4), “A ver si la recordamos […]” (6), “¡Ay, déjame que recuerde!” (8) son los leitmotive de la acción dramática. Ella, por el contrario, representa la perspectiva de los jóvenes de hoy que no saben casi nada sobre la preguerra y el teatro de aquel entonces. La catástrofe sirve como punto de arranque para un proceso de recuperación de la memoria que incluye a Muñoz Seca, sus dramas y las dos décadas aludidas. El largo informe sobre el incendio sirve de exposición a la revista musical, puesto que introduce las coordenadas de este viaje al pasado que se realiza, simultáneamente, mediante el juego dentro del juego intertextual y meta-teatral mencionado más arriba:

ÉL.– Uno de mis recuerdos más [sic] persistentes es el del incendio del teatro Novedades. Aquello no lo podemos borrar de la memoria. […] Era un coliseo como decían los periódicos –eminetemente [sic] popular. […] Teatro popular completamente… […]

Y el Teatro de Novedades [sic] quedó convertido en una [sic] inmenso solar. Nosotros, los críos, íbamos mucho por allí a rebuscar entre las ruinas quemadas. Compartíamos la conquista de aquel espacio muerto, con los gatos que se hicieron dueños del lugar. Contemplábamos los restos de la escalera trágica […]. De pronto encontrabamos [sic] una pluma chamusqada [sic], una chistera rota, unas cuantas lentejuelas deslucidas. Trofeos, restos del incendio, o restos del naufragio, del gran naufragio del teatro. Y esos trofeos los llevábamos a casa para conservarlos como si fueran –y claro está que lo eran– piezas de museo… […]

El caso es que aquellos restos, aquel fuego, vinieron a ser un símbolo de nuestro teatro, de ese teatro popular que no muere y que, a trancas y barrancas, sigue adelante. Y con la fuerza destructiva y creadora del fuego…

Y entre aquellos restos ínfimos, como tu [sic] dices, hubo cosas muy, pero muy importantes… No todo, en este siglo, malhadado o bienhadado, que aún no podemos calificarlo, querida, han de ser los grandes nombres más o menos intelectuales: Valle-Inclán, García Lorca, Benavente, Unamuno… Hubo autores que solo se propusieron hacer reír al público, como los Quintero, como Arniches, y ¿por qué no? como Don Pedro Muñoz Seca, ese que –como tu [sic] me decías– hizo reír no a media España, sino a España entera… Don Pedro Muñoz Seca… […].

ELLA.– Eran otros tiempos…

ÉL.– ¡Y qué tiempos! […]

ELLA.– ¿Así que hemos venido aquí a recordar…?

ÉL.– Sí, a recordar, a recordar… (1-2)

Con el recuerdo de las plumas quemadas recogidas por el niño tras el incendio, se hace la transición al proceso de la recuperación de la memoria. Asentada de tal manera la meta del Paseo con Muñoz Seca, es preciso destacar la configuración del espacio escénico de esta pieza-homenaje. De paseo con Muñoz Seca evoca precisamente el “espacio muerte” o el “solar” dejado por las ruinas del Teatro Novedades, un lugar vacío, pues, que sirve en tanto que “lugar de memoria” para reconstruir un escenario sobre el que revive el pasado46. Al terminar De paseo con Muñoz Seca, el proceso de la recuperación de la memoria se ha cumplido; el presente ha cedido el paso al pasado para revivirlo y transformarlo de nuevo en presente.

Tal proceso de la recuperación y luego “presentización” del pasado se basa en gran medida en la intertextualidad como estrategia literaria del drama de Rodríguez Méndez. El tejido intertextual no solo sirve para describir la relación entre la pieza de Rodríguez Méndez y las de Muñoz Seca. Es aún más: De paseo con Muñoz Seca existe únicamente a través de las escenas intercaladas de Muñoz Seca, y viceversa: Muñoz Seca y sus obras solo reviven mediante la pieza de Rodríguez Méndez. Hemos aquí un peculiar caso de intertextualidad y meta-teatralidad. Meta-teatralidad, porque el teatro habla aquí sobre sí mismo, sobre su historia, y al hacerlo, además se autor-representa. El actor llamado Él quiere entusiasmar a Ella por Muñoz Seca, su teatro y el periodo ya tan lejano; Ella se sumerge cada vez más en este proceso de la recuperación de la memoria, que revela ser un proceso de actualización e identificación. Es mediante esta visualización teatral de cómo Ella se adentra en este tiempo que ya está desvaneciéndose en la memoria colectiva el modo por el que Rodríguez Méndez quiere proponer un cierto acercamiento –llamémoslo nostálgico– a la historia y cultura pasadas. Puesto que este proceso de la recuperación de la memoria está en manos de los actores, que son los profesionales por excelencia de la mnemotécnica, el dramaturgo subraya una vez más la importante función del teatro que es, según él, el medio artístico idóneo para recuperar por vías dramatúrgicamente muy diversas la historia de su país.



45 Cito del manuscrito inédito facilitado por el dramaturgo. El manuscrito mecanografiado consta de 21 páginas.

46 Véase Bauer-Funke (2004).

 

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