Documentos para la historia del teatro español
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1939-1949
1939-1949

Cartelera
1946

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Protagonistas
Memorabilia
El teatro y su doble

 

 

Índice, recopilación y estudio:

Blanca Baltés
Autora de ‘Estampas del teatro en los cuarenta’, (INAEM) 2015

 

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MEMORABILIA

El año estuvo marcado por el masivo respaldo del público a dos producciones de carácter eminentemente musical. De un lado Cinco minutos nada menos¸ la opereta de José Muñoz Román y el maestro Guerrero, alcanzaba y sobrepasaba su representación número 1.500 en el teatro Martín de Barcelona. Se había estrenado en la misma ciudad con la compañía titular del Olimpia en enero del año anterior.

De otro lado, ya el 18 de julio caminaba hacia las 1.000 representaciones Melodías del Danubio, “melodías vieneses de amor que al Danubio dan luz y color, melodías que te hacen soñar y que nunca podrás olvidar”. Artur Kaps y Franz Johan suscribían esta producción, creada entre ambos, que contaba con canciones de Schubert, Grieg, Borodin, Rimsky-Korsakov, Saint-Saëns, Albéniz o Granados, entre otros. Se apoyaba en la colaboración y coreografía de Gisa Geert y la dirección musical de Carlo Pezzi. El espectáculo presidió el cartel del Español de Barcelona entre el 3 de octubre de 1945 y el 24 de septiembre de 1946. Después aterrizó en el teatro Madrid de la capital, donde conoció 382 representaciones. Incluía surtidores de agua en el escenario y cuidados ambientes de luz; Raquel Meller cantaba una nana sentada en un sofá y la perrita Marilyn conquistaba toda suerte de corazones. En el Español de Barcelona quedó Soñando con música, también dirigido por Artur Kaps, que alcanzó 82 representaciones.

Celia Gámez, por su parte, casi con el año estrenó en el teatro Alcázar Gran revista. Aún no se habían extinguido los ecos triunfales de Hoy como ayer –que de hecho superó las 200 representaciones aún en 1946- y ya volvía a firmar un magnífico golpe de efecto. En esta ocasión Francisco Ramos de Castro, Rienzi y Fernando Moraleda escribieron el espectáculo para la gran vedette; se componía de 16 cuadros, cada uno de distinto ambiente y todos ellos con su correspondiente ilustración musical. El pasodoble “La florista sevillana” y el chotis “Manoletín” pronto se revelaron como las piezas mejor aceptadas. Inolvidable también la estampa de la artista con la zamba “Gulú, gulú, gulú”, en la que se mecía cadenciosa y sensualmente al compás de sus caderas, ataviada con un sombrero repleto de frutas. Meses después hizo temporada en el Calderón de Barcelona y gira por distintas capitales; para su regreso a Madrid, ya en noviembre, la diva ya tenía preparado un nuevo estreno: Vacaciones forzosas, de Carlos Llopis, con música de José María Irueste y Fernando García Morcillo, que también logró superar las 200 funciones antes de terminar el año.

Eduardo Duisberg superó las 150 representaciones con Scala 1946 en el madrileño teatro Fontalba y muy cerca estuvo de hacer lo mismo con Entre dos luces, presentado con la austriaca Gisa Geert en el Tívoli -con el mismo título se superaron las 100 en el teatro de la Zarzuela-. Parejas cifras obtuvo Vales un Perú, revista que ofreció la compañía de revistas americanas de Carmen Olmedo en el teatro Nuevo de Barcelona.

En el Maravillas la opereta El hombre que las enloquece, deAntonio y Manuel Paso con música del maestro Montorio, superaba las 300, si bien es cierto que, una vez más los resultados de este 1946 invitan a confirmar aquel principio no escrito de la escena española: sobre las tablas, mandan ellas.

En el Infanta Isabel, Adolfo Torrado renovaba éxito con Una gallega en Nueva York, al borde de las 200 representaciones. Guadalupe Muñoz Sampedro y Luchy Soto alcanzaban las 125 con el estreno de Nosotros, ellas y el duende, de Carlos Llopis, en el Reina Victoria. No faltó representación masculina en la franja gracias a Rafael López Somoza en el Rialto, con las cien primeras de Préstame a tu suegra, de Loigorri y Jacquotot. En el mismo teatro superó las 130 Carmen Carbonell junto a Manuel González y Antonio Vico con ¡No tienes arreglo, Pepe!, farsa a cuatro manos de la pareja Davó-Alfayate. Concha Catalá, Mary Carrillo y Mariano Asquerino, junto a Paquita Gallego, Rosita Lacasa, Mariano Azaña, Gabriel Algara y Diego Hurtado, abrieron La casa de Pemán en el Lara hasta en 102 ocasiones.

En torno a las 100 representaciones se sitúan no pocos montajes de muy distinto género. Ana Mariscal, acompañada por el galán Carlos Muñoz, las superó en el Lara con Las horas inolvidables, de Enrique Gutiérrez Roig. La dirección artística llevaba el sello de Tomás Borrás. Completaban lo más destacado del reparto Julia Caba Alba, Manuel Requena, Tony Leblanc, Alberto Romea, Carmen Medina, Paquita Vives y Enrique Raymat.

Además se llevaron los correspondientes homenajes Carlos Arniches en el Alcázar por El padre pitillo, Benavente por Titania y Chueca, con fiesta del sainete incluida. Entre los autores no españoles adquiere especial relevancia Somerset Maugham: su autoría estaba detrás de La luna y seis peniques, Mis maridos (teatro Fontalba, adaptación de Elena de Ampudia y María Luisa Muñoz de Buendía); 

Rafael Rivelles estuvo a punto de alcanzar las 100 con Cándido de día, Cándido de noche, de Enrique Suárez de Deza, el dramaturgo hispano-argentino que venía triunfando desde 1935, cuando presentó La millona. Cifras similares para Las mil y una noches de Enrique Rambal en el Fuencarral. Luis Prendes y Elenita Caro obtuvieron amplio reconocimiento por Del brazo y por la calle, del chileno Armando Mook.

Dentro de la programación de los teatros nacionales, cosecharon mayor número de representaciones Un espíritu burlón, de Noël Coward, en el María Guerrero, en versión de Luis Escobar, seguida muy de cerca por El monje blanco de Marquina en el Español. Algo más lejos, pero también por encima del centenar, se destaca El caso de la mujer asesinadita, que consagró a Miguel Mihura entre los principales comediógrafos del momento.

Con carácter de acontecimiento cabe detenerse en tres nombres propios en el terreno del arte dramático. Una de las presencias más celebradas por la crítica en los escenarios de Madrid y Barcelona fue la primera actriz italiana Emma Gramatica. Se despidió de Barcelona a mediados de diciembre, tras haber representado Il giro del mondo, La damigella di bard, Quella y La sacra fiamma en el Stadium, y los mismos títulos sumados a Francesca en el Calderón de la misma ciudad, La enemiga y La città morta en el Romea. Para el Fontalba, en Madrid, preparó un repertorio algo más amplio, siempre dentro de lo dramático, que incluía La medaglia de la vecchia signora y La morsa. De nuevo Sommerset Maughan reclamaba un espacio en la cartelera, en esta ocasión en un contexto claramente internacional, acompañando a Dario Niccodemi y Curzio Malaparte

Cipriano de Rivas Cherif intentó reintegrarse a su quehacer escénico tras su paso por el penal de El Dueso –donde tampoco lo abandonó-, de la mano de Conrado Blanco y Tomás Borrás en el teatro Lara. Estrenó La costumbre, escrita por el propio director e interpretada por María Cañete, María Paz Molinero, Alfonso Muñoz, Julia Caba Alba y Josefina Santaularia, junto a otros once actores y actrices. Poco antes había participado en la “Semana Benavente” con Los malhechores del bien y Espejo de grandes, aunque su reaparición en la escena española no pasó de ahí. Se le cerraron las puertas del Lara cuando se negó a dirigir una obra de José María Pemán, y cuando Enrique Chicote le ofreció el Cómico, tanto Casona como la familia de Lorca prohibieron la representación de obras suyas, entendiendo que el régimen franquista quería utilizar sus nombres y el de Rivas Cherif para una estrategia de imagen ante los países occidentales. Todo ello quedó ya en su momento relatado con detalle en nuestra sección Efemérides. En noviembre de 1946 Rivas Cherif estrenó su última puesta en escena en España, El asesino de Mister Medland, de C.S. Forrester. El año siguiente tomó la senda del exilio en México para no volver.

Cerramos la sección con Arte Nuevo, iniciativa de renovación teatral que se consolidó a lo largo del año desde las tablas del teatro Beatriz cuyos inicios se han recuperado ya también con precisión en la correspondiente Efeméride. Los nombres de Alfonso Sastre, Alfonso Paso, José Gordón, Enrique Cerro, Carlos José Costas, Medardo Fraile, José María Palacio y José Franco se habían reunido el año anterior y se mantenían en su propósito de profundizar en la búsqueda de nuevos textos, nuevas formas de escritura y nuevos desafíos para la escena española. No tardaría mucho en apreciarse el fruto de sus desvelos y al correr de los años no pocos emprendieron iniciativas similares. Si décadas después pudo hablarse de teatro independiente y celebrar los estrenos de autores, directores y formaciones al margen de la oficialidad y lo puramente comercial, en buena medida se debió a esta primera lanza que rompió Arte Nuevo a la busca de una dramaturgia española más comprometida con su realidad política, artística y social, al grito de ¡No vaya usted al teatro!

 

 

 

 

 

 

 

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