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1939-1949
1939-1949

Cartelera
1944

El tiempo y su memoria
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El Teatro y su Doble

 

 

Índice, recopilación y estudio:

Juan Aguilera Sastre
IES “Inventor Cosme García”. Logroño

 

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EL TIEMPO Y SU MEMORIA

Parece que fue ayer, todo sigue igual

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Como venía siendo costumbre, el Sábado de Gloria, a veces más que el comienzo oficial de la temporada en otoño, era la ocasión propicia para el anuncio de novedades y la presentación de nuevos proyectos y carteles con que conquistar al público. La prensa se llenaba de propósitos, entrevistas, secretos a voces de compañías y autores que pronosticaban nuevos rumbos y nuevos éxitos. La realidad, como hemos visto al hablar de los balances del año, solía desmentir finalmente la euforia de unos y otros, también de los propios críticos. Un somero repaso por las páginas de los principales periódicos confirma el ambiente de pobretería en que se desenvolvía la escena durante aquel año 1944. El diario Madrid anunciaba a tres columnas nada menos que veinte novedades (en realidad, veintiuna) que iban a ofrecer “los escenarios o pantallas madrileñas”: 12 estrenos o reposiciones teatrales, “doble que el pasado año” (4 revistas, 4 comedias, 2 operetas y 2 espectáculos circenses) y 9 películas, las mismas que el año anterior “de las que ninguna es española”. Los títulos (Alcázar: la comedia musical ¡Qué sabes tú!; Calderón: la opereta Una noche en Constantinopla; Circo Price: el 53 número de Charivari; Coliseum: el mago Barnum; Comedia: el juguete cómico ¿Qué hacemos con los viejos?, de José de Lucio; Cómico: El último experimento del doctor Frankenstein; Español: reposición de Fausto; Fuencarral: Gracia de Triana; Infanta Beatriz: Los intereses creados, de Benavente; Infanta Isabel: Nido sin pájaros, de los Quintero; Madrid: la revista Cuidado con las mujeres; Maravillas: espectáculo Cinestampa; Zarzuela: Cualquiera lo sabe, de Benavente) no dejaban mucho lugar a la duda, por más que Manuel Pombo Angulo, en su crónica para La Vanguardia, hablase de “animación inusitada” del público, que llenaba las salas como si “las gentes quisieran, este año más que otros, embriagarse de alegría para olvidar tantas inquietudes”, y de un “verdadero derroche de novedades”. Tampoco en Barcelona la cartelera ofrecía novedades de interés (Barcelona: Vestida de tul, de Carmen de Icaza; Borrás: Lola y Loló, de José Fernández del Villar; Comedia: El último bravo, de García Álvarez y Muñoz Seca; Cómico: Fantasía 1944; Español: Luces de Viena; Poliorama: María, la viuda, de Marquina; Principal Palacio: Tabú; Romea: La llave, de Leandro Navarro; Nuevo: Mari-Nieves; Victoria: Tres solteronas…), como en la mayoría de los teatros de provincias. De ahí el desencanto de los críticos, que presagiaba el de final de año, aunque la mayoría evitaba una valoración de conjunto. Gabriel G. Espina, en Informaciones se lamentaba: “Otro Sábado de Gloria ha venido a traernos con abundancia, si no con calidad, las tradicionales novedades escénicas. Comienza la temporada de primavera. Los teatros cambian de género; unas compañías van, vuelven otras y el público –y yo desde este rápido mirador crítico– espera con paciencia ilusionada ese regalo de la buena literatura dramática que no acaba de llegar”; y el crítico de Arriba, Manuel Díez Crespo, tras resaltar que Nidos sin pájaro (al final, 36 representaciones en Madrid y 26 en Barcelona) y ¿Qué hacemos con los viejos? (alcanzaría 116 funciones en Madrid y 89 en Barcelona) habían sido las máximas novedades en las carteleras teatrales, sentenciaba: “Muchas novedades en este Sábado de Gloria en su sentido de renovación total de carteles, y ninguna novedad en su sentido más sustancial. Si sustancia ‘es lo que es’, o todo lo que ocupa un lugar en el espacio, lo de ayer fueron solo accidentes. Sucesos y consecuencias de ese patrón teatral que es ya clásico por su permanencia imperturbable, por su máscara de molde viejo que ríe o llora no de emoción, sino de cansancio”.

La tradición de estrenar dramas de tema religioso al finalizar la Semana Santa también tuvo amplio eco en la prensa, sobre todo el estreno en Fontalba por Aurora Garcíalonso y Julio Francés de Jesús Nazareno, de Julián Sánchez Prieto (El Pastor Poeta), tragedia en verso en tres actos divididos en “trece retablos”, que gustó al público aunque según el crítico de La hoja del lunes un drama como el de la Pasión “difícilmente resiste el atuendo, siempre falso y siempre estrecho, de la escenificación”.

Sin embargo, el rito teatral que iba a acaparar todo el interés, si bien con menos calidad en conjunto de la que cabía esperar, fue la reposición de Don Juan Tenorio, que justamente en 1944 llegaba al centenario de su estreno, acaecido la noche del 8 de marzo de 1844 en el madrileño teatro de la Cruz. La conmemoración solo mereció en Barcelona un digno espectáculo, ofrecido por la compañía del teatro Romea, encabezada por Alejandro Ulloa y Ana María Campoy; todos los intérpretes “tuvieron una labor digna del mejor elogio”, según la breve reseña de La Vanguardia, que resaltaba además que la puesta en escena estuvo muy cuidada, con decorado realizado exprofeso por el escenógrafo Bonet del Río. En Madrid también se celebró la histórica fecha con evidente desinterés y ninguna compañía profesional se adhirió a la conmemoración durante el mes de marzo. La única excepción fue el Teatro Nacional María Guerrero, dirigido por Luis Escobar y Huberto Pérez de la Ossa, que estrenó para la ocasión De lo pintado a lo vivo, de Juan Ignacio Luca de Tena, obra de la que hablaremos más adelante y que se presentaba en La Vanguardia como un modelo de conmemoración, “no con una reposición fuera de cacho, que nos hablase de una exhumación arqueológica, sino en vivo, con una estupenda comedia de Juan Ignacio Luca de Tena que ha marcado el más alto punto del panorama teatral español”. Tampoco críticos ni dramaturgos ni eruditos se sumaron al desangelado centenario y los pocos artículos que aparecieron en la prensa sobre el drama de Zorrilla y su trascendencia en el teatro español carecen de rigor y de entidad. Habría que esperar a la tradicional fecha de Todos los Santos para que la conmemoración se concretase en la multitud de espectáculos, de más o menos novedad, que casi todas las compañías ofrecieron, tanto en Madrid como en Barcelona y otras ciudades del país. La prensa destacó la calidad y riqueza de algunos montajes. En Barcelona, el protagonizado por Rafael Bardem, Consuelo de Nieva y Paco Melgares en el teatro Borrás, “una de las más altas versiones” del drama de Zorrilla, según el crítico de La Vanguardia; el de Enrique Rambal en el Romea, del que se alabó tanto montaje como interpretación; el del Cómico, interpretado por las “más destacadas figuras del cine nacional”, Josita Hernán, Camino Garrigó, Gema del Río, Manuel Luna, Fernando Fernández de Córdoba y F. Freyre de Andrade, “que bordaron sus respectivos papeles” y obtuvieron un éxito clamoroso (La Vanguardia); y el del teatro Barcelona, que contó con la “prestigiosa estrella cinematográfica” Marta Santa-Olalla y el primer actor Alejandro Ulloa, en una “buena presentación” con “acertado decorado” de Vilumara (La Vanguardia). Y en Madrid, el de Rialto, con Armando Calvo y Maruja Asquerino, que lograron un Don Juan “verdaderamente joven” y auténtico (Madrid), “cinematográfico, estentóreo y fotogénico, muy del momento” (Informaciones); el protagonizado en la Comedia por María Guerrero y Pepe Romeu, “uno de los mejores Tenorios de la temporada” (El Alcázar); el del Infanta Beatriz, con Carlos Lemos y María Isabel Pallarés al frente del reparto, “otro Don Juan con fuego y con aplauso” (Informaciones); y, muy por encima de todos los demás, el dirigido en el teatro Español por Cayetano Luca de Tena con escenografía de Bürmann, que para el crítico de Informaciones resultó una “espectacular maravilla”: “El montaje, los figurines bellísimos de Viudes, la minuciosidad del detalle, la luz, la grandiosidad, en fin, de un escenario que parece crecer, agigantarse, a voluntad de su director, hacen de este Don Juan, cuyo peso llevan con gran fortuna Mercedes Prendes, José María Seoane y Adriano Domínguez, el espectáculo teatral de más sorprendentes y hermosas perspectivas”. En la misma línea, el crítico de Arriba hablaba de “gran acontecimiento” teatral, puesto que Luca de Tena había conseguido “una de las realizaciones más brillantes de su historia de director artístico del primer teatro de España, logrando una maravillosa creación de la plástica escenográfica del Tenorio”, tanto por los decorados como por el juego de luces y el movimiento de los personajes, “todo logrado de la manera más original y justa”.

Algunas iniciativas intentaron, por otro lado, revitalizar la vida teatral. Por un lado, continuaron las actividades del TEU, dirigido por Modesto Higueras, que el 5 de mayo estrenó en el teatro Español la farsa en un acto Un día de gloria, de Víctor Ruiz Iriarte, ya publicada y leída en un acto del Aula de Cultura, seguida de una “magnífica realización” de La vida es sueño, de Calderón; el 30 de mayo ofreció una función extraordinaria en el teatro Español con el entremés cervantino La cueva de Salamanca y la presentación en Madrid de La ciudad lejana, de Alberto Crespo y Julián Ayesta, “una réplica dramática” del cuento ruso Ak y la humanidad, “drama político con una vibrante tesis” (Arriba); y el 29 de noviembre comenzó las actividades del nuevo curso con el estreno de Ático, izquierda, de Julio Angulo, y del Retablo del ángel, la pastora y el hombre, de José García Nieto, y la reposición de Un día de gloria, de Ruiz Iriarte. El joven autor iba a protagonizar otro ensayo de tintes renovadores, gracias a la compañía de María Arias, que el 27 de mayo presentó en el María Guerrero en funciones privadas, antes de salir por provincias, La Virgen de la Goleta, “tragedia marinera” de Román Álvarez, y El puente de los suicidas, de Ruiz Iriarte, en un intento de dar a conocer a dos autores jóvenes “representativos de nuestro moderno movimiento intelectual”; Alfredo Marqueríe habló al final de la función del valor teatral de Ruiz Iriarte y de la “significación poética y humana” de su obra, que entroncó con “la mejor línea de nuestro teatro clásico y romántico” (Arriba).

Finalmente, destaquemos la amplia repercusión en la prensa de las actividades del Aula de Cultura, dirigida por el “padre” Andrés María Mateo y el “camarada” Eugenio Mediano Flores en la sede del clausurado Ateneo de Madrid, donde se realizaron ciclos de lecturas y críticas de obras teatrales con participación de autores y críticos de prestigio (entre otros, se leyeron algunos textos escenificados por el TEU, como Ático, izquierda o Un día de gloria, y futuros estrenos de autores reconocidos: Como el primer día, de Pemán, Yo soy Brandel, de J. I. Luca de Tena, El jugador de su vida, de J. Calvo Sotelo, Baile en capitanía, de A. de Foxá…), de montajes estrenados en Madrid a cargo de directores, actores y escenógrafos (el Don Juan Tenorio del Español, El mágico prodigioso del María Guerrero, Sueño de una noche de verano, etc.), un ciclo de autores noveles (Eusebio García Luengo, Luis Castillo, José Franco, etc.), que se presentaban como “nuevos y considerables valores escénicos a los que es preciso abrir paso y camino”, otro ciclo dramático femenino denominado “Pardo Bazán” (con participación de Pilar Millán Astray, Pilar Valderrama, Halma Angélico…), conferencias sobre la historia del teatro e incluso alguna representación teatral, como la versión de cámara de Guillermo Tell, de Eugenio D’Ors, con decorados de José Caballero.


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