El 15 de octubre de este año 2015, después de un largo paréntesis de reformas y nuevas construcciones, ha vuelto a abrir sus puertas el Teatro de la Comedia de Madrid. La belleza deslumbrante de su sala vuelve a ser la de aquella noche de septiembre de 1875 en que abrió sus puertas con una comedia de Bretón de los Herreros, A Madrid me vuelvo, interpretada por la compañía de Emilio Mario.
Este lugar, donde la Belleza es signo y expresa que no puede admitirse lo mediocre, ha tenido momentos brillantes, muchos y muy diferentes en cada época. Emilio Mario fue su dueño y señor durante décadas. Como lo fueron, a ratos y de forma fulgurante, Enrique Borrás o Enrique Jardiel-Poncela. Reinó Elvira Noriega y reinó Concha Velasco; y Amparo Soler Leal y Conchita Montes; y Fernando Fernán-Gómez, José Tamayo, Alberto Closas y Juanito Navarro. Y gobernó, con juicio y sentido, Adolfo Marsillach.
En el despacho, a la izquierda del vestíbulo de entrada, don Tirso Escudero: el abuelo, el padre, el nieto: tres generaciones de empresarios de teatro imprescindibles para los artistas de cada momento. ¿Decimos unos cuantos títulos? Pues El sombrero de copa, de Vital Aza, en 1887; o Realidad, con la que Galdós inaugura el teatro moderno en España, allá por 1892; o La loca de la casa, también de Don Benito, en 1893; aquí se estrenó el drama social Juan José, de Joaquín Dicenta, en 1895; Las flores, de los Álvarez Quintero, en 1901; los grandes de la generación del 98 como Miguel de Unamuno con La difunta y Ramón del Valle-Inclán con Cuento de abril , ambos en 1910, conviven con comedias como El orgullo de Albacete de Antonio Paso, en 1913; Jacinto Benavente, siempre solicitado, estrenó entre otras La propia estimación, en 1915; en 1916 comienza a ser asiduo de esta casa Pedro Muñoz Seca, que estrenó ese año El verdugo de Sevilla y en 1918 La venganza de Don Mendo, y siguió acercándose en 1926 con Los extremeños se tocan y en 1932 con Anacleto se divorcia; Los caciques, de Carlos Arniches, tuvo también aquí su estreno en 1920, al igual que El señor Adrián, el primo, en 1927; en ese año debutaba el joven Jardiel.
Ya hemos leído de su amistad con Don Tirso. Tal vez podamos mencionar Las cinco advertencias de Satanás (1935), Eloísa está debajo de un almendro (1940), El amor sólo dura 2.000 metros (1941), Madre (el drama padre) (1941), Los ladrones somos gente honrada (1941), Los habitantes de la casa deshabitada (1942), y así hasta diez estrenos de este autor genial. Pero sigamos: en los años cincuenta se convierte en el palacio de comedias de éxito, como La vida en un bloc de Carlos Llopis, en 1952, o El Baile en 1952, Veinte añitos de Edgar Neville en 1954, el mismo año de La otra orilla de José López Rubio; sin olvidar Una muchachita de Valladolid de Joaquín Calvo Sotelo en 1957. Son los años de Miguel Mihura, con media docena de estrenos, entre los que destacan La bella Dorotea en 1963 y Ninette y un señor de Murcia en 1964. Aunque tal vez el gran acontecimiento de la década había sido el estreno en España de Muerte de un viajante, de Arthur Miller, en 1952.
Ya se sabe que los años sesenta fueron de Alfonso Paso y Miguel Mihura, pero también armó una polémica inolvidable Adolfo Marsillach con Tartufo de Moliere, en 1969. En 1970 vivió el triunfo inesperado del grupo Tábano con Castañuela 70; en 1971, Nuria Espert y Víctor García triunfaban con Yerma, de García Lorca. En 1974 Antonio Gala triunfaba con Las cítaras colgadas de los árboles. Llegó la democracia envuelta en la piel desnuda de María José Goyanes en Equus, en 1975; y José Martín Recuerda estrenó Las arrecogías del beaterio de Santa María Egipciaca en 1977. Y llegó 1981 y Adolfo Marsillach tuvo un éxito de esos que duran años con Yo me bajo en la próxima, ¿y usted?
No es extraño que, cuando idearon, hace treinta años, la Compañía Nacional de Teatro Clásico, Marsillach y José Manuel Garrido señalasen La Comedia. Así, un 23 de octubre de 1986 llegaba al Teatro de la Comedia El médico de su honra, de Calderón de la Barca, dirigida por Adolfo Marsillach y comenzaba una historia que ha tenido este 2015 una continuación feliz.
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