Consuelo Reyes porta con orgullo sus orígenes, su vida, el espíritu circense y reclama lo obvio: que el circo sea considerado un arte. Siente que pese a las dificultades, el circo tendrá un futuro brillante si los espectáculos tienen como faro la máxima calidad. Y subraya que el secreto es trabajo. Ensayar, ensayar, ensayar. Con ustedes, La gran dama del antipodismo.
- Fecha: 10 de abril de 2019.
- Lugar: Salón de Actos de Gerencia de Infraestructuras y Equipamientos del MECD, Madrid.
- Duración: 38' 03" (extracto de una entrevista de una duración total de 1h 30’ 19’’)
- Operador de cámara: Víctor Camargo.
- Realización y edición: Ana Lillo.
- Entrevista realizada por: Esther Montero.
- Créditos de Fotografías
Daniel Alonso y Archivo personal de Consuelo Reyes - Créditos de los vídeos
Alexis Gruss, Circo del Sol, Circo Roncalli, Cirkus Benneweis Trailer 2015, Oleg Izossimov, Selyna Bogino, Sofa Entertainment y Tigerpalast Varieté Theater Frankfurt - Créditos de músicas
Italy Gangster by Francesco Accardo
Circus Jazz Acoustic Music by DPmusic
Tres momentos de la entrevista
La gran dama del antipodismo
Hay pocas imágenes audiovisuales disponibles de los números de Consuelo Reyes. En ellas juega con telas, cilindros y balones en una exquisita presentación. Gracias a esos pocos vídeos podemos apreciar el virtuosismo de esta antipodista, ahora retirada, que en los más de cuarenta años de trayectoria por los mejores circos y teatros del mundo renovó la disciplina, la dotó de una mayor exigencia y belleza y la dignificó cuando solo era un número de relleno en los espectáculos circenses.
En las imágenes vemos cómo por las puntas de sus pies y manos, en exacta coordinación, pasan a una velocidad inverosímil cinco balones. Hasta entonces eran cuatro los empleados pero Consuelo y su padre, el verticalista Tito Reyes, quisieron incluir un quinto para otorgar mayor dificultad al final del número. El cambio le supuso dos años de ensayos hasta conseguirlo. Lo que parece de una fluidez natural, pasmosa, es el resultado de toda una vida de práctica desde que a los seis años se tumbara sobre la espalda y su padre le enseñara a aguantar en equilibrio un pequeño tubo. Comenzó como un juego divertido y lejos de cansarla, la atrapó. A los ocho ya ensayaba todos los días. “En el circo si algo no te gusta y te obligan, no consigues llegar muy lejos”, señala.
El amor por el circo y el legado de su tradición le vino por parte de su madre, Consuelo Jorge, que formaba parte de la dinastía de los Jorgevich (o Djordevich), originaria del este europeo y que viajaba con el Circo Toti principalmente por las Islas Canarias. La infancia de Consuelo Reyes fue errante, transcurrió entre carromatos en giras europeas. “La mejor que un niño puede tener”.
Su padre, como decimos, fue Tito Reyes, uno de los más grandes verticalistas españoles que debía todo al circo (nació con una cierta dificultad de movimiento en sus piernas que superó debido al ejercicio en el circo). Un maestro incansable que exigía a su hija el más difícil todavía, alcanzar lo que nadie había logrado antes. “Me repetía siempre aquella frase ‘Pudiendo haber sido un genio, se conforma con tener talento’”, recuerda Reyes. “Incluso después de tener a mi hijo pasé de los tres a los cuatro rulos y los incorporé en mi número para que me dejara tranquila”, comenta entre risas. “Hacía conmigo todo tipo de experimentos”.
El esfuerzo no pudo dar mejores resultados. Consuelo Reyes debutó sobre la pista, como ayudante en el número de su padre, en 1974 en Wetzler (Alemania), en el circo Willy Hagenbeck. Estrenó su número solista de antipodismo en el Lorry Varieté de Copenhague (Dinamarca), a los 17 años de edad. Lo había empezado a ensayar en 1969. Muy joven y antes de su actuación en el Festival de Circo de Montecarlo, ganó dos veces el Circus World Championship, uno de los más prestigiosos reconocimientos convocado por la BBC. Fue en las ediciones de 1981 y 1984, ese último año contra la primerísima figura del antipodismo Eliane Baranton. Se le abrieron entonces todas las puertas de los mejores circos y teatros del mundo, muchos ahora desaparecidos.
En España, en 2018, le concedimos el Premio Nacional de Circo a pesar de ser una artista poco conocida aquí. A la edad de tres años Reyes abandonó el país y solo ha vuelto a trabajar en dos ocasiones: en una gala de estrellas del Festival de Circo de Albacete en 2011 y para un número televisivo grabado en San Sebastián hace casi tres décadas.
Le comunicaron el reconocimiento con una llamada a Italia, donde reside, un 28 de septiembre, el día de su cumpleaños y le hizo especial ilusión ya que a su padre le habían concedido en 1974 el entonces llamado Premio de Teatro por Interpretación Circense.
El jurado le otorgaba a Consuelo esta distinción por ser “máximo exponente del antipodismo, disciplina circense que ha renovado de manera notable y a la que ha conseguido dotar de un gran virtuosismo y elegancia”. Y por “su prolongada y prolífica carrera internacional”, que “le ha permitido trabajar en los más destacados circos y ser merecedora de numerosos premios internacionales”.
Afortunadamente, la saga de los Djordevich continúa en los hijos que la artista ha tenido junto al acróbata a bicicleta italiano Paolo Bogino. Su primogénito, Daniel, ejerce con los malabares, mientras que Selyna Bogino ha seguido los pasos de su madre y es hoy una excelente antipodista. “Está muy cerca de superarme”, reconoce Reyes, y aclara que ella no entrena a Selyna, solo le muestra lo que ha logrado con el esfuerzo de toda una vida. Milena, la más pequeña, prueba con el trapecio.
Consuelo Reyes confiesa que su nueva vida asentada le aburre un poco. Sería ilusionante que esta gran dama del antipodismo en alguna ocasión extraordinaria se tumbara de espaldas en un escenario español alzara piernas y nos volviera a deslumbrar.