Grabación Entrevista Fotografías Dossier de prensa Texto de la obra

Puesta en escena y recepción crítica de
La zapatera prodigiosa por la compañía de Teatro de la Danza

Página 4

La zapaterita no se arrepiente, ni lloriquea, porque es fuerte y con una capacidad infinita de resolución. El zapatero (entrañable y estupendamente interpretado por Roberto Álvarez) no le da amor, porque no la ama (así lo confiesa él mismo) o no sabe cómo amarla, no al menos cuando decide huir de su esposa (que no es lo mismo que abandonarla), y, sobre todo, aunque él no es consciente de ello, escapar de la asfixiante presión vecinal ejercida contra su casa (fig. 7, fig. 8, fig. 9). Según Luis Olmos: “La obra es un cuento (…) que trata un tema tan universal como la insatisfacción humana. El ser humano que cuando tiene algo lo desprecia y cuando no lo tiene lo anhela” (La Vanguardia, 30.11.1994).

Como muy bien señala Natalia Dicenta, intérprete del personaje principal en 1994, hay que tener en cuenta dos ingredientes básicos para afrontar la interpretación de esta zapatera: verdad y hondura. La actriz entiende a su personaje del mismo modo que su autor: “Como metáfora de la insatisfacción, de la mujer y del alma humana, porque no se resigna nunca y sueña con pretendientes imaginarios. Tiene la capacidad maravillosa de escapar de la realidad. Ese es su prodigio”. Y lo describe así en otra entrevista: “Ella es una fierecilla que tiene un mundo de sueños y, en cambio, vive en un mundo cerrado y opresivo con un hombre más pendiente de lo que dirán que de ella misma. Es un ave que no puede levantar el vuelo” (La Vanguardia 30.11.1994). Como bien señala otro crítico, con su zapaterita rotunda y fantasiosa, Lorca consigue romper el molde de sus personajes femeninos, ligados siempre a un destino trágico:

Espíritu libre en la España Negra de vecinas beatas envenenando el aire de pueblos de blanca cal con sus mezquindades de mantilla, rosario y misal; fierecilla indomable, zapatera prodigiosa; feliz excepción entre las mujeres lorquianas; fuertes pero condenadas a penar su diferencia. (ABC, 15.11.1994)

De entre las observaciones menos favorables a la propuesta de Olmos, podemos destacar de la realizada por Enrique Centeno para Diario 16:

El Teatro de la Danza (…) ha arriesgado poquito en esta ocasión: lo que hace es una puesta en escena casi convencional, aprovechando únicamente el lenguaje farsesco del original para introducir algunos movimientos dancísticos y un par de números bailados también sugeridos en la propia trama y que, por otro lado, son en exceso convencionales.
Aceptando que lo que se ofrece es una función de teatro, no hay más remedio que constatar que, con excepción de la protagonista, y dejando a un lado las bailarinas, los actores son casi diletantes y es por donde el montaje se tambalea. (Diario 16, 27.10.1994)

Solo Natalia Dicenta consigue convencer al cronista, que ve en su trabajo interpretativo “un prodigio de zapatera que se mueve como pez en el agua en cualquier situación, que baila con mucha gracia –grata sorpresa–, que humedece el seco panorama con frescura y que arrastra hacia ella todo el mérito del espectáculo”.

Y es precisamente en la recepción del trabajo interpretativo de Natalia Dicenta donde son unánimes las reseñas consultadas. Una muestra de la excelente acogida a la labor de la actriz protagonista es la siguiente crónica del diario ABC tras el estreno de la farsa en Barcelona:

Sólo una actriz de incontestable presencia escénica –Margarita Xirgu la estrenó en 1930– puede soportar el absolutismo dramático que el autor concede a la contestataria zapatera y disfrazar la ingenua debilidad del texto.
Algo de debía oler Luis Olmos, director de la función, cuando le ofreció a Natalia Dicenta el papel (…). Tampoco el autor concedió al reparto más que el valor de la comparsa. Natalia Dicenta se adueña de su zapatera, supera con éxito los trances artísticos de canto y baile, apuntados por Lorca y magnificados por Olmos. La zapatera puede ser un personaje taimado. Sólo con una interpretación basada en la seguridad de las propias facultades se pueden sortear las trampas esparcidas por un texto sin aparentes peligros. Sin el menor aviso, Lorca traspasa la frontera entre el lirismo y la cursilería –mortal combinación de mariposa y niña– o se desata con un lenguaje que en boca inexperta es jerga de tarasca. (ABC de Barcelona, 3.12.1994).

Podemos imaginar el trabajo de Margarita Xirgu, su excelencia como actriz le precede, también el de Lola Membrives; pero de lo que no tenemos dudas, puesto que en ese año de 1994 pudimos contemplar a Natalia Dicenta interpretar una inolvidable zapatera prodigiosa: “bella, convincente, temperamental y dulce al mismo tiempo, la encarnación soñada de la zapaterita, ya muy difícilmente sustituible” (Víctor Burrel, El Punto de las Artes, 4.11.1994) (fig. 10).

Farsa violenta, en dos actos y un prólogo. Pantacomedia, como quiso designarla su autor. Nada mejor para terminar esta exposición que utilizar las palabras que el propio Lorca escogió para describir su obra, recuperando así ese término híbrido, ingenioso y certero, inventado por el poeta y con el que tan infaliblemente la definió:

Yo hubiera calificado La zapatera prodigiosa como pantacomedia, si la palabra no me sonara a farmacia.

La obra es casi un ballet, es una pantomima y una comedia al mismo tiempo, una fiesta del cuerpo desde la punta de los pies hasta la punta de los cabellos, todo presidido por la mirada, intérprete de lo que va por dentro.

BIBLIOGRAFÍA CITADA
  • Burrell, Víctor (1994). “La zapatera prodigiosa, de Federico García Lorca”, El Punto de las Artes, del 4 al 10 de noviembre.
  • Centeno, Enrique (1994). “Los fantoches de Lorca”, Diario 16, 27 de octubre.
  • Fernández Almagro, Melchor (1930). “La zapatera prodigiosa”, La Voz, 25 de diciembre, 2.
  • Fondevila, Santiago (1994). “Una diversión popular en el Goya, con La zapatera prodigiosa de Lorca”, La Vanguardia, 30 de noviembre.
  • García Lorca, Federico (1985). La zapatera prodigiosa. En Teatro 1. Obras III. (Ed. Miguel García-Posada). Madrid, Akal.
  • García Lorca, Federico (1986). “Charlas sobre teatro”. En: Lorca. Cuadernos CDN. Madrid, Centro Dramático Nacional.
  • Gil Fombellida, Carmen (2003). Rivas Cherif, Margarita Xirgu y el teatro de la II República. Madrid, RESAD.
  • G[onzález] O[lmedilla], J[uan] (1930). “La zapatera prodigiosa”, Heraldo de Madrid, 5 de diciembre, 7.
  • Hera, Alberto de la (1994). “La esencia de García Lorca, en escena”, Ya, 29 de octubre.
  • Lafuente, Carlota (1994). “Natalia Dicenta: ‘Actuar en La Vaguada es para mí como salir a provincias’”, El País, 23 de noviembre.
  • López Sancho, Lorenzo (1994). “Feliz Zapatera prodigiosa lorquiana en el Teatro Madrid”, ABC, 15 de noviembre.
  • Martínez Velasco, Julio (1995). “La zapatera prodigiosa. Una gozada para la vista, el oído y el espíritu”, ABC de Sevilla, 2 de febrero.
  • Olivares, Juan Carlos (1994). “Prodigiosa Natalia”, ABC de Barcelona, 3 de diciembre, p. 11.
  • Pascual, Itziar (1994). “Pantacomedia. La zapatera prodigiosa, en el Albéniz”, El Mundo, 21 de octubre.
  • Piña, Begoña (1994). “La farsa del zapatero remendón”, Diario 16, 21 de octubre.