2.4. La relación dialéctica entre los personajes

El esquema dialéctico en las relaciones entre los personajes que vimos en los ejemplos anteriores es propio de otras obras de Mayorga, como La lengua en pedazos y Animales nocturnos.La primera gira en torno a la vida de Santa Teresa de Jesús, donde el autor opone los recuerdos de la santa a la historia oficial de su Inquisidor. El debate no proviene de sus opiniones enfrentadas, sino que en el nivel más profundo crea el espacio tenso entre la autoridad del documento escrito y la voz silenciada de la memoria, entre la palabra consolidada en el texto y los significados implícitos extraídos de la comunicación cotidiana. En cuanto a los Animales nocturnos, el mismo planteamiento filosófico se sitúa dentro del conflicto dramático acerca de la inmigración ilegal. Sin embargo, este tema es solamente un pretexto para analizar dramáticamente la tensión dialéctica entre la rivalidad y la complicidad que se establece entre el inmigrante (Hombre alto) y su vecino (Hombre bajo) que intenta aprovecharse de la desprotección social del extranjero. En vez de volverse previsiblemente antagónicos, los protagonistas juntos encuentran un espacio de liberad y creatividad del que carecen en la vida real y su relación empieza a fortalecerse por la misma dependencia creada entre ellos. El autor nos explica el funcionamiento de esta simbiosis particular, relacionando los Animales con las Cartas:

si yo me hubiera limitado a escribir una obra sobre un malvado que abusa de su poder y una víctima pura, creo que no hubiera hecho algo interesante. Pero la relación que se establece entre ellos es compleja y tienen algo que ver con la relación que Bulgákov establece con su carcelero. De algún modo, Bulgákov odia y ama a Stalin y también el Stalin de la obra se está convirtiendo en su gran obra maestra […]. De modo parecido, el Hombre alto en Animales nocturnos, pese a que recibe un ataque brutal en la primera escena, va descubriendo un gozo y un espacio paradójico de libertad en este ámbito de dominación en que ha sido encerrado.

(Krpan, 2015, 131-132).

El autor nos da a entender que los procesos humanos (o históricos, en otros casos) carecen de la estabilidad que el documento o cualquier construcción narrativa intentan darnos. Más bien, son productos de distintos flujos simultáneos y van generando experiencias imprevistas de las que aprendemos a mirar de la manera más compleja los procesos que moldean nuestro pasado, presente y futuro (y no necesariamente en este orden). Por estas razones el autor estructura sus obras dentro del marco dialogado entre dos personajes principales, lo que le facilita utilizar el enfoque dialéctico dentro de la intriga dramática. Peral Vega define esta técnica como uno de los puntos claves entre la filosofía benjaminiana y la dramaturgia de Mayorga, que privilegia el diálogo y la pluralidad de voces en “confrontación dialéctica” (2015, 17) como dimensiones reveladoras de los hechos (15-16). Con clara influencia platónica, el dramaturgo consigue mantener los temas en constante cuestionamiento entre las posiciones enfrentadas de sus locutores escénicos.

Esta dualidad no presenta solamente un eje estructural en el planteamiento dramático de las ideas, sino que forma parte integral en la creación de los personajes dentro del concepto dialéctico. Como señala Barrera Benítez, la duplicidad y las analogías en cuanto a la identidad de los personajes son las constantes en toda la dramaturgia de autor (2001, 13-14). Por medio de la palabra sus experiencias vitales se solapan, llevando a una simbiosis extraña de los antiguos adversarios; Stalin empieza a redactar las cartas de Bulgákov, Calderón traduce las palabras de Blumemberg, Hombre alto escribe la experiencia íntima en el diario del Hombre bajo, Gottfried acaba escribiendo el informe positivo bajo el guion del Comandante. Los protagonistas que salen a la escena en posiciones opuestas de la imagen dialéctica acaban sumergiéndose en el espacio tenso provocado por ese enfrentamiento, donde sus diferencias empiezan a ser vínculos creadores en la reescritura continua de la historia.

3. Conclusión 

 El teatro de Mayorga se vuelve político y crítico con la historia, pero a la vez utópico e imaginativo porque abre un espacio creativo para la reconstrucción de la memoria y las reinterpretaciones del trauma histórico. Dentro de su planteamiento filosófico el autor supera la visión historicista y rechaza la interpretación consolidada del pasado y sus protagonistas, alterando la coherencia del pasado y estableciendo el diálogo tácito entre los procesos sincrónicos del pasado representado, la actualidad de la escritura dramática y la inmediatez de su puesta en escena. La imagen dialéctica hace posible que las experiencias vitales de sus personajes se liberen del marco histórico que se les impone y les denomina. El hecho teatral permite entenderlos como verdaderos seres humanos y resaltar la realidad de la experiencia humana que debió de vivirse en una época pasada determinada, enriqueciendo la visión del espectador con varios puntos de vista, tanto históricos como íntimos, en el montaje metateatral