Trauma y religión en la dramaturgia contemporánea española y lituana
Gerda PilipaitytėPágina 2
1. Introducción
“¿De qué hablamos cuando hablamos de trauma?”, es la pregunta que se plantea en el prólogo del libro The Future of Trauma Theory: Contemporary Literary and Cultural Criticism (Buelens, Durrant y Eaglestone, 2014: 11). Sin lugar a dudas, es imprescindible saber a qué nos referimos exactamente cuando hablamos de “trauma”. Podríamos definir el vocablo como una lesión física o un fuerte impresión emocional; sin embargo, cada vez es más común oír hablar de traumas que han afectado no sólo a ciertos individuos, sino a generaciones enteras, teniendo influencia en determinados sectores de la sociedad. Los traumas en los que se centrará este artículo serán este tipo de conmociones precisamente: consecuencia, por así decirlo, de un “desgarro” en el tejido cultural cuando un colectivo social se ve sacudido por alguna circunstancia determinante (Eyerman, 2011). En este artículo, pues, se empleará el concepto de “trauma cultural” debido a su repercusión en la cultura, esto es, tanto en sus individuos como en todos los aspectos de su vida. Los textos citados reflejan claramente las experiencias traumáticas de sus personajes. Asimismo, es de notar que la identidad de tales colectivos se ve afectada –a la par que condicionada– por las experiencias vividas durante mucho tiempo.
El trauma aparece tanto en la prosa como en la poesía; sin embargo, ya desde la antigüedad el teatro ha sido la forma de literatura más próxima al pueblo, una forma que permite reflejar el modus vivendi de una sociedad y los cambios a los que se enfrenta (Esslin, 1981). La dramaturgia contemporánea se caracteriza por una estética postmodernista, en la que la realidad se deforma y deconstruye, alternándose con la ficción (Guzmán, 2010); reflexionando al mismo tiempo sobre el pasado, el presente y el futuro en tono provocativo e invitando al espectador a sopesar lo ocurrido a fin de que no se repita (Mykolaitytė, 2016a: 132). Se trata, pues, de un género específico capaz de reflejar conflictos internos, lo que lo hace ideal para incorporar un análisis narrativo de los traumas en sí, permitiendo vislumbrar cuándo estos afectan al individuo, así como su relación con lo que le rodea, sus distintas reacciones, su suerte, el peso de sus decisiones y su mundo interno en circunstancias críticas.
En materia de trauma cultural, es interesante observar que el tejido de una cultura se resiente especialmente cuando se producen cambios cardinales: al fin y al cabo, lo que entendemos por cultura es un entramado de tradiciones, identidad y herencia populares cuya continuidad corre peligro con un cambio de régimen. Por otro lado, dado que las consecuencias de semejantes abusos son difíciles de sanar, pueden hacerse notar durante más de una generación (Sztompka, 2004: 162). Prueba de ello serían la incesante búsqueda de culpables, incluso mucho después de que los sucesos traumáticos hayan tenido lugar, así como la clasificación de individuos según lo ocurrido en el pasado, siendo los términos “fascista” o “comunista” una etiqueta ofensiva y una voz de protesta contra las injusticias sufridas, incluso a día de hoy.
La regeneración y recreación de la historia pasada es necesaria a la hora de formar la identidad de una nación (Nytagodien y Neal, 2004: 474). El motivo es que así se logra comprender por qué vivencias han tenido que pasar los individuos que la forman para convertirse en lo que son. Es importante hablar a cada nueva generación de los traumas del pasado, sin importar su antigüedad, trazando así una línea entre lo pretérito y lo presente. Una mirada a lo ocurrido generaciones atrás desde el punto de vista del presente permite un diálogo entre las experiencias sufridas y los problemas relacionados con los derechos del individuo o con los valores sociales en nuestros días (Nytagodien y Neal, 2004: 470).
2. Una breve mención sobre la posmemoria
Al hablar de sucesos pasados, así como de los traumas que dejan tras de sí durante largo tiempo, resulta útil el término “posmemoria”, definido por Marianne Hirsch. Para entender este concepto, hay que clarificar que la posmemoria y la memoria no son lo mismo: no hablamos aquí de los recuerdos que un individuo en concreto pueda tener sobres sus vivencias, ya que no se puede imponer la memoria de una persona a otra (Hirsch, 2012: 31). La posmemoria se trata, más bien, de las imágenes que se transmiten de una generación a otra. Esto sucede al compartir experiencias en el seno familiar, al observar las consecuencias de los traumas acontecidos en otras personas y al participar en eventos conmemorativos públicos, así como mediante el arte (literatura, cine, teatro, etc.) o al visitar museos. La posmemoria nos traslada al pasado, no gracias a la reproducción de lo que se recuerda, sino con los esfuerzos de la imaginación, la proyección de lo oído y la recreación intencionada de sus imágenes (Hirsch, 2012: 5). De este modo, los descendientes de quienes han sufrido un trauma histórico –ya sean, estos últimos, víctimas, culpables o testigos– interiorizan las experiencias de generaciones anteriores, llegando a reconocerlas como propias hasta cierto punto. Es así como la memoria puede ser “traspasada” a quienes no fueron sus coetáneos, y si bien los traumas vividos suelen transmitirse dentro de cada familia, la memoria histórica tiene una función semejante: la de contar lo sucedido, ya no mediante el relato individual, sino mediante el uso de toda una serie de símbolos (Hirsch, 2008). Gracias a ello, incluso aquellos individuos cuyas familias no se vieron afectadas por esos acontecimientos de forma directa tienen también la oportunidad de compartir las experiencias de sus predecesores. La posmemoria es la consecuencia de recuerdos traumáticos persecutorios, pero, a diferencia del estrés postraumático, se manifiesta en más de una generación (Hirsch, 2012: 6). En resumen, pues, podría decirse que la posmemoria es el hilo conductor que une a distintas generaciones y eras, enlazando el pasado con el presente.
En este artículo se hablará de los traumas provocados por los gobiernos fascista y comunista en España y Lituania respectivamente, y su influencia sobre la actitud de la gente hacia la religión, basándonos en la posmemoria y la dramaturgia contemporánea. Se han escogido estos dos episodios con el fin de comparar la repercusión de dos ideologías cuyos regímenes tuvieron una duración similar: el régimen comunista duró en Lituania prácticamente medio siglo, mientras que la dictadura fascista en España fue casi la más larga de toda Europa, alargándose desde 1939 hasta 1975. En este aspecto, la dictadura no se diferenció mucho del gobierno totalitario en los países ocupados por la Unión Soviética, especialmente si tenemos en cuenta que en otros países de similar ideología el fascismo duró mucho menos: en Italia se mantuvo durante 21 años; en otros lugares, ni siquiera tanto.
3. El trauma en la dramaturgia
En Lituania, las narraciones del trauma en la dramaturgia no reciben tanta atención como en los textos en prosa. En 2014 se publicó la monografía Teatro lituano postsoviético: historia, identidad, memoria, en la que se destaca el estudio de Edgaras Klivis “Memoria y representación de la era soviética en el teatro lituano contemporáneo“. Allí se analizan obras de teatro contemporáneas, a pesar de que algunas fueron escritas antes. Investigando los textos dramáticos, el autor destaca el carácter político de la dramaturgia (Klivis, 2014). Aurelija Mykolaitytė ha investigado mucho sobre la dramaturgia traumática y también analiza los dramas actuales: en el artículo “Reflexiones de la memoria traumática en la dramaturgia lituana contemporánea: Un sermón a los peces, de Vidmantas Bartulis“, profundiza en el destino trágico de los curonianos1, que ha recibido poca atención (Mykolaitytė, 2013); “Reconstrucción de la memoria de la era soviética en la cultura moderna“ revisa las narraciones predominantes de la segunda generación y actualiza el concepto de postmemoria (Mykolaitytė, 2016b). En sus trabajos, A. Mykolaitytė analiza la existencia humana en el sistema totalitario y destaca la crisis de identidad como consecuencia de tal vida. Es el problema de la identidad el que se plantea en los artículos de la mayoría de los autores sobre el tema del trauma.
En el campo de la investigación española se pueden encontrar diversos trabajos sobre dramaturgia del trauma; por ejemplo, en “Hacia una retórica de la presencia en el exilio en la dramaturgia de Jorge Díaz y Jerónimo López Mozo“, Osvaldo Sandoval utiliza los términos “dramaturgia postmoderna“ y “teatro de la memoria“ (Sandoval, 2018); este, entre otros artículos, enfatiza el postmodernismo, que no era tan obvio en los textos de los autores lituanos. Alison Guzmán, en su tesis doctoral La memoria de la Guerra Civil en el teatro español 1939-2009, quizás fue la primera en llamar la atención sobre el motivo de los muertos vivientes en la dramaturgia traumática moderna (Guzmán, 2012). El trabajo plantea una idea interesante: la de que los textos del trauma son un nuevo género que combina historia y memoria, brindando la oportunidad de cuestionar la versión oficialmente reconocida de la historia.
La guerra civil española y sus consecuencias también se estudian a nivel internacional, un ejemplo sería el foco del proyecto UNREST (Unsettling Remembering And Social Cohesion In Transnational Europe), en el que colaboraron investigadores, universidades y museos de toda Europa. También en 2019 se celebró en Italia el Seminario Internacional Los escenarios de la post-memoria en el teatro hispánico último (2000-2018), sobre la posmemoria en el teatro español contemporáneo. Algunos de los artículos basados en reportajes más relevantes: “La memoria recuperada en el teatro de Jerónimo López Mozo“, de Virtudes Serrano; “De errancias y herencias: la posmemoria en el teatro concentracionario español“, de Antonia Amo Sánchez, y “El triángulo azul: el trauma de Mauthausen entre texto y puesta en escena“, de Luana Bermúdez. Ana Contreras Elvira señala en su estudio “Desenterrar las palabras: la fosa común de la escena española“ que muchas veces se elige la guerra civil sólo como telón de fondo, pero se pasan por alto sus causas y consecuencias reales (Contreras Elvira, 2019). En este artículo se siente fuertemente el aspecto cultural y se enfatiza que la dramaturgia es política.
1 Curonianos (los curonios o curios, también llamados kursi, en lituano kuršiai) fueron los miembros de una de las tribus extintas de los pueblos bálticos.