¿CÓMO ESTÁN USTEDES?
Los payasos de hospital de Pupaclown cumplen 25 años administrando su jarabe de la risa a la infancia y a la adolescencia en el Hospital Virgen de la Arrixaca de Murcia.
Pepa Astillero Fuentes y Pepa García Moya
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2. El nacimiento de una profesión
En el inicio experimental de la actividad de Pupaclown en el Hospital Virgen de la Arrixaca (1998), lo más importante era trabajar para devolverle a los menores su condición de niño, especialmente en procesos crónicos o de largos ingresos. “Cuando un niño entra en un hospital, entra en un medio hostil en el que no quiere estar, se le separa de la familia, de su colegio y sus compañeros,… y va a vivir un proceso de enfermedad que a veces ni siquiera entiende”.
Los payasos de hospital desconocían en sus primeros pasos la verdadera magnitud de lo que afrontarían en su trabajo, pero el contacto en el hospital, con las plantas de crónicos y, sobre todo, Oncología, les abrió los ojos. “Nos dimos cuenta de que no estábamos preparados ni a nivel artístico ni emocional. Descubrimos el abatimiento: cuando un niño está tan cansado que se rinde, no quiere seguir luchando más”, reconocen como carencias iniciales curtidos profesionales de las artes escénicas y circenses. Esta situación puso de relieve la necesidad de crear un itinerario formativo que permitiera a los payasos de hospital afrontar con todas las garantías y la calidad imprescindible una profesión que estaban descubriendo y creando de cero. “Entonces, decidimos irnos del hospital para formarnos”.
Como primer paso, el germen de Pupaclown, conformado básicamente por miembros de la compañía de teatro infantil Fábula, recurrió al ejemplo de CliniClown (Holanda), una de las asociaciones pioneras en Europa, cuya dirección artística era en esos primeros compases responsabilidad de Eric de Bont, con quien ya se formaban como clowns. El objetivo era poner el foco del trabajo del clown en el hospital, donde lo más importante como artistas es romper la cuarta pared para componer junto al niño y al acompañante que ocupan cada habitación. “Los payasos lanzan una propuesta, un impulso y, con todo lo que va aportando el niño, van componiendo juntos”, explican su dinámica de trabajo desde Pupaclown.(fig. 5)
La Psicología Infantil y Juvenil, la Antropología de la Enfermedad, el acompañamiento en la muerte, los cursos de autoconocimiento personal, el soporte psicológico de los payasos y la formación sanitaria; el aprendizaje sobre el material con el que trabajan, las enfermedades, las intervenciones a las que los niños se someten, saber qué implica poner un catéter o una operación neurológica, qué supone tener un tumor cerebral, cómo son los tratamientos, qué es una quimioterapia o una radioterapia... son, en definitiva, los conocimientos que los pupaclowns al completo han ido acumulando poco a poco, día a día, y que les permiten hoy trabajar como un miembro más del equipo sanitario, al tiempo que comprenden cómo siente una persona en coma o terminal, cómo se amplifican los sentidos del oído, el olfato... y hasta cómo es necesario estar con todos los sentidos puestos en esa acción; un bagaje formativo que deben acumular los clowns de hospital profesionales. “Cuando acompañas en el hospital, tienes que hacerlo en cuerpo y alma, dejar tu vida en la puerta, porque esa energía se nota y los niños y niñas, muchísimo más”, reflexiona la directora artística de Pupaclown.
2.1. Transformadores de emociones
Somos transformadores de emociones. Entras en una habitación donde hay una emoción pesada, negativa, oscura, porque están cansados, preocupados, tristes, aburridos, pasando malas noches…; de pronto, en esos 15 minutos que estamos, en la habitación hay otro ambiente, otro color; el padre, la madre, la niña y el niño están diferentes; las risas... Se queda ese recuerdo que les va a venir fenomenal. (Pepa Astillero, presidenta Pupaclown y payaso de hospital desde 1998).
De acuerdo con los últimos estudios de la Psicología Positiva, que revelan que las causas de la depresión no son siempre, como se pensaba hasta finales del siglo XX, los impulsos traumáticos, sino que la falta de estímulos positivos también puede ser origen de la depresión, los clowns trabajan en el hospital para equilibrar esos impulsos (fig. 6). El hospital siempre genera en los menores ingresados, y en su familia, estímulos negativos que las intervenciones de los payasos tratan de equilibrar para que el paciente pueda tener una aceptación lógica de lo que le está pasando.
Nunca se me va a olvidar tu cara, porque yo soy madre de niño enfermo. Yo estaba con mi hijo en el hospital, en la habitación, totalmente compungida y viviendo esto como un drama, lo que nos había caído. No era capaz de encajar lo que nos estaba pasando. Entonces, recuerdo que llamaste a la puerta, ibas con tu compañero, y, de pronto, entraste y dijiste: ‘Madre mía, la reina Sofía. A tus pies’. Te agachaste y empezaste a besarme los pies. ‘Ay, si ha venido con la infanta’, y entonces de pronto empezaste un juego. Cuando os fuisteis, me di cuenta. Así es como tengo que vivir la enfermedad con mi hijo, desde la alegría... Cambié totalmente el chip, de hecho, monté una asociación. (Madre de niño ingresado en el Hospital Virgen de la Arrixaca).
De pronto, el estímulo del clown cambia la mirada hacia lo que hay que afrontar, la importantísima actitud ante la vida, y los payasos, sin lecciones magistrales ni charlas, desde el juego, van trazando ese camino en el hospital.
Por supuesto, el clown de hospital no es el clown de escenario, ni de circo, es otro artista diferente, “es el más difícil porque cada 15 minutos, cada habitación en la que entras, es un espectáculo nuevo y donde te sumerges en un mundo infinito”. Ante la absoluta incógnita de lo que va a suceder tras cada puerta, solo hay una certeza, la del objetivo, “que el niño o la niña se diviertan y se liberen”, poniendo todo el alma y el ímpetu, con la pareja artística como soporte, y entregando toda la energía acumulada hasta la extenuación física.
Porque si en un camino han avanzado los pupaclown tras 25 años en el hospital es en el del conocimiento del ámbito en que se mueven (un lugar donde hay dolor, miedo, enfermedad, tristeza, sufrimiento y muerte) y en la aceptación, desde el trabajo psicológico y personal, de que no disponen de una varita mágica para curar a sus pacientes, pero sí de un arte y de una capacidad de acompañar escogida consciente y libremente. Y el resultado es diario en cada estancia. “Cada habitación de la que sales, en la que el niño o la niña han cambiado totalmente su semblante, que se ríen; que el padre o la madre están felices de ver riendo a sus hijos... cómo sueltan carcajadas grandes, cómo desdramatizamos los aparatos, la habitación, las cosas que llevan. Realmente sientes el éxito”.
2.2. El éxito desde el fracaso del clown
El clown está en todo momento en el fracaso, de ahí nace su éxito. (Pepa Astillero, directora artística de Pupaclown).
Los payasos entran en una habitación de un niño ya más mayor, casi un adolescente –los grandes olvidados del sistema sanitario–, donde hay otros menores, pero el chaval es un “viejo” conocido (“con los pacientes oncológicos, mínimo, estamos dos años o tres continuamente”), y la pareja de payasos les dice: “Como aquí hay confianza, vamos a ser sinceros, hoy no nos hemos preparado nada, así que está prohibido reírse”. La pareja de payasos hace una pausa (la pausa larga del clown) y empieza la primera risa. Ellos encajan desde el fracaso de su propuesta: “Hoy no hay que reírse”. Segunda risa. Y empiezan a reírse más, a contagiarse la risa. Es casi un efecto psicológico. Hasta que llega un momento en que ya no pueden parar de reírse y la abuela dice, literalmente: “Es que me meo en las bragas”. Y todos los niños estallan en carcajadas, ni los mismos payasos pueden contener la risa ya.
Este es solo uno de los infinitos ejemplos en el que los payasos de hospital crean un espectáculo desde la nada, desde la sinceridad y desde el fracaso, y los niños se sienten muy libres.
2.3. El primer impulso psicológico positivo
Un gesto tan simple y cotidiano como llamar a la puerta de la habitación y pedir permiso para entrar es el primer impulso positivo que los clowns de hospital dan a la infancia y sus acompañantes. Es una forma de decir, sin decir, “estos 15 minutos tú eres dueño de lo que va a pasar y de esta situación”. Una enfermera, indudablemente, va a entrar a poner una medicación y no va a preguntar si la puede poner, ni un médico si puede revisar esto o aquello, pero los payasos sí (fig. 7). Y es ese primer impulso psicológico el que dice al menor paciente: “Tú eres el capitán y vamos a estar contigo; tú eres especial; tú eres ahora mismo el protagonista”. El niño se convierte entonces en el clown blanco y los pupaclowns en los augustos; hay como una escala de cuál es más tonto de los tres y van componiendo juntos. Las intervenciones actúan como una terapia de apoyo psicológico; llenan el hospital de estímulos positivos; y, como terapia, se desarrolla de forma continuada; todos los días por la mañana, de lunes a viernes, de la mano del personal sanitario.
La efectividad del trabajo de los clowns de hospital va más allá de la mera apreciación subjetiva de clowns, sanitarios, familiares de pacientes e incluso niñas y niños, como confirman los distintos proyectos de investigación desarrollados a lo largo de los años. En concreto, “¿Qué opinan los niños sobre los payasos de hospital? Un estudio piloto realizado en niños hospitalizados” (Ortigosa Quiles et al., 2014) mide el valor y la repercusión que la actuación de los payasos de hospital tienen sobre el estado emocional del niño hospitalizado entre una muestra de 182 niños y niñas de 4 a 14 años durante su visita o estancia en el Hospital Materno-Infantil Virgen de la Arrixaca de Murcia. Y el resultado fue:
Los niños consideran la actuación de los payasos como divertida y dicen sentirse contentos después de su visita. La magia y las rutinas de clown son los elementos que más les gustan de la actuación. La mayoría de los niños desea que los payasos vuelvan a visitarles.
En conclusión, los payasos de hospital son un buen instrumento para incrementar el afecto positivo de los niños hospitalizados. (Ortigosa Quiles et al., 2014: e304).
2.4. Microespectáculos a la carta
Al principio, cuando las niñas y los niños no los conocen, hay veces que sienten vergüenza (“les da corte”); luego son ellos los que los llaman porque “los hemos visto en todos los estados: en estado vomitoso, en estado ‘hoy no tengo ganas’... Pero nosotros entramos, siempre con permiso”.
“El clown de hospital entra libre y puro y sin mucho preparado, más allá de nuestras técnicas artísticas”. La improvisación les permite estar abiertos y poder recibir los estímulos del niño y, a través de ese impulso, se teje una estrecha relación entre el alma del payaso, el alma del menor y el alma de los progenitores… “Y, de pronto, estamos componiendo juntos. De esa forma, nos podemos liberar, desahogar y aceptar”.
Por eso, los payasos de hospital ofrecen microespectáculos a la carta que, en todo momento, se adaptan al estado de ánimo y de salud del pequeño paciente para conectar con su alma. “Es un acompañamiento desde el alma, pero a través de lo artístico” y con el clown como protagonista, porque un buen estado de ánimo favorece la recuperación, ya que la risa tiene efectos beneficiosos en nuestro organismo, como se ha demostrado ya científicamente en estudios sobre el poder curativo de la risa1. Además, el clown es el personaje más cercano al niño: puede subvertir el orden de las cosas, puede hablar de cualquier tema sin estar sujeto a las convenciones y, más el clown naíf, un clown abierto, desde el alma, que se presenta y se expone con toda su vulnerabilidad para jugar (fig. 8).
2.5. Antídoto contra el miedo, el estrés y la ansiedad
La labor de Pupaclown desde 1998 y durante los primeros 25 años se ha ido extendiendo por todo el hospital, pasando de intervenciones en las habitaciones de ingresados a la participación en procesos dolorosos y en el procedimiento prequirúrgico, todo ello como respuesta a las necesidades que se han ido detectando desde el propio hospital.
Como no se cansan de explicar los profesionales sanitarios del hospital, hoy en día la medicina está hecha para que los pacientes no sientan dolor. Pero los niños no lloran por dolor ante una intervención quirúrgica, lloran por miedo ante lo desconocido. Así, la doble función del juego de los clowns (lúdica y terapéutica) ayuda a los menores a desarrollar estrategias para afrontar las situaciones estresantes. Los payasos de hospital consiguen que los pequeños pacientes se relajen, reduciendo la emoción de miedo y la sensación de dolor, y lo hacen incluyendo en ese juego la intervención que se les va a realizar, informándoles cuando preguntan sobre qué sensaciones o molestias van a experimentar (información sensorial), qué se les va a hacer y cómo (información sobre el procedimiento). Todo ello ayuda a reducir, en gran medida, los efectos negativos, al tiempo que favorece la implicación del niño y la niña en el proceso, que lo afrontan con una actitud más activa y colaboradora.
De hecho, el estudio realizado por Pupaclown, los servicios de Cirugía Pediátrica y Anestesiología del Hospital Virgen de la Arrixaca y la Facultad de Psicología de la Universidad de Murcia “Evaluación del efecto de la actuación de los payasos de hospital sobre la ansiedad en los niños sometidos a una intervención quirúrgica” (Gutiérrez Cantó et al., 2008) analiza el efecto de los payasos de hospital en la ansiedad que sufren 60 niños que van a ser sometidos a operación:
Los resultados muestran que ambos grupos –de casos y control– tienen una tendencia a incrementar la ansiedad, pero los niños del grupo de casos mostraron menos incremento en la puntuación de ansiedad. En el grupo control, los niños están más alterados a los siete días del alta.
En conclusión, los niños que reciben la atención de los payasos tienen tendencia a estar menos estresados y con menos miedo que los otros, (…) y estos resultados se mantienen siete días después del alta.
El humor, el juego, la distracción y la creatividad son los componentes esenciales de la intervención de los payasos durante el proceso prequirúrgico, todo ello en un ambiente de cierta improvisación por la necesidad de adaptarse a las demandas del niño. (…) Los resultados obtenidos muestran que los niños que reciben la atención de los payasos tienden a manifestarse menos ansiosos y con menos miedo que los que no la reciben (…). Estos resultados parecen mantenerse 7 días después del alta a través de las manifestaciones conductuales (…) lo que implicaría: A) Las repercusiones negativas se mantienen transcurridos 7 días del alta. B) Este tipo de preparación actúa positivamente sobre el control de la ansiedad más allá del periodo hospitalario. Por lo cual, nos parece interesante y apropiada la actuación de los payasos de hospital para reducir la ansiedad en los pacientes que van a ser sometidos a una intervención quirúrgica. (Gutiérrez Cantó et al., 2008: 198).
Igualmente, la participación de los clowns de hospital en procesos dolorosos como punciones medulares o cateterismos actúan de forma eficaz como terapia contra el miedo. Lo ha demostrado la ciencia mediante el “Estudio de la actuación de los payasos sobre el miedo a procedimientos dolorosos en oncohematología pediátrica”:
A partir de los resultados obtenidos, se puede afirmar que los payasos de hospital favorecen el control de la respuesta de miedo ante los procedimientos dolorosos, pero con un efecto a corto plazo, mientras se produce la interacción con el niño; desapareciendo tal efecto tras la marcha de los payasos. (Ortigosa Quiles et al., 2016: 303).
En su empeño por abarcar todos los aspectos de la vida de los niños y adolescentes enfermos a los que se asiste, primero, en el hospital y, con posterioridad, en la integración de los menores con enfermedades crónicas en su entorno, los Pupaclown, ocasionalmente y a petición de los padres, intervienen, junto a ellos, en el trato con sus amigos y familiares para optimizar las relaciones externas y adaptar la enfermedad a su entorno inmediato.
Además, en el cumplimiento de su objetivo de extender su “red de seguridad” tanto como sea posible, el año pasado Pupaclown amplió sus servicios a la atención domiciliaria. Bajo el nombre de PupAcompaña y en coordinación con el equipo de la Unidad Regional de Hospitalización Domiciliaria y Cuidados Paliativos Pediátricos (URHD-CPP) del Servicio Murciano de Salud, los payasos de hospital se desplazan desde La Arrixaca por toda la Región de Murcia como parte de los equipos sanitarios, ofreciendo su terapia de la risa a los menores, que se encuentran hospitalizados en sus domicilios por presentar una enfermedad con un nivel de alta complejidad o en el final de la vida, y a sus familias, cubriendo todas las áreas sanitarias del Servicio Murciano de Salud.
1 Véanse, por ejemplo: Villán Gaona, et al., 2018; Matabuena-Gómez-Limón, 2020; Astudillo Alarcón, y Mendinueta Aguirre, 2009.