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Tricicle: historia de una paradoja

Juan A. RÍOS CARRATALÁ

Página 4

El éxito sin réplica

El humor del teatro gestual empieza a ser un recuerdo del pasado como tantos modelos del humorismo cuya caducidad apenas cuenta con una explicación. El consiguiente vacío en los escenarios merece un apunte al menos. La pregunta que cabe hacerse es por qué hemos dejado de reírnos con el teatro gestual de quienes, subidos a un escenario después de un largo proceso de elaboración del espectáculo, nunca renuncian a la ingenuidad de una mirada fresca y hasta infantil para invitarnos a jugar con ellos. Esta risa necesaria si pretendemos afrontar la cotidianidad con mejor ánimo la debemos buscar ahora en viejas grabaciones que todavía funcionan a efectos cómicos. Las consultamos de vez en cuando sorteando la añoranza y las intentamos compartir con el alumnado. El objetivo de esta actividad docente, supongo que casi individual, es que las nuevas promociones de espectadores salgan del mundo cerrado de las redes sociales y descubran alternativas poco viables en el actual panorama comunicativo. No obstante, esa misma risa, que resulta vivificante cuando amenaza la depresión, no la podemos renovar como espectadores en los teatros o a través de las innumerables pantallas que nos rodean con una oferta tan abrumadora como reiterativa.

El teatro gestual requiere años de formación, una técnica compleja, un tiempo generoso y reflexión creativa en permanente contacto con el público. Tales requisitos son impensables si la respuesta del humorista debe ser inmediata para concretarse en un vídeo viral relacionado con cualquier aspecto de la actualidad. El problema radica en que, ni siquiera cuando reímos, salimos de ese bucle cuyo hilo conductor suele tener un origen ajeno a nuestra voluntad. Tricicle lo rompía en cada espectáculo sin necesidad de dirigir su mirada más allá de un entorno cotidiano, siempre transformado en un sentido humorístico gracias al poder creativo de esa misma mirada. Y nosotros, los espectadores, de su mano aprendíamos el legado de los grandes maestros del humor gestual, aquel donde un bastón nunca sirve para apoyarse y una bota de calzar puede convertirse en un suculento alimento si media el hambre. Los panecillos, por su parte, son capaces de danzar con la ayuda de un tenedor y la mirada cómplice de quienes todavía disfrutamos de la fascinación por la creatividad de Charles Chaplin.

Los citados milagros de la imaginación a la búsqueda de la complicidad requieren la precisión del gag, el tempo del sketch y la intuición creadora de quien parece mirar por primera vez lo visto mil veces y que, como tal, pasa desapercibido para la mayoría. El consiguiente resultado no se improvisa, tarda mucho en llegar a los escenarios o las pantallas y precisa de un público dispuesto a participar sin el asidero de la parodia, la caricatura o la burla, que siempre deambulan por caminos más cercanos e inmediatos. También más baratos y listos para consumir poco antes de que esta oferta humorística quede sepultada en el olvido. Algunos, tal vez bastantes, de los sketches de Tricicle perdurarán en el tiempo. De hecho, así lo podemos comprobar gracias a los miles de visualizaciones de las grabaciones catalogadas en distintas plataformas digitales. Sus imágenes garantizan la sonrisa compartida, aquella que nos vincula con una enorme colectividad ajena a un carácter identitario, y forman parte de nuestra memoria del humor. Esta se encuentra asociada a una época donde el mismo tal vez no se manifestó con tanta abundancia. Nada en realidad era tan abrumadoramente abundante hace unas pocas décadas, pero los escenarios de los ochenta y noventa contaban con sinergias en otros medios y permitían la aparición de grupos como el catalán.

El legado de éxitos de Tricicle carece de continuidad por la paradoja de una actualidad cuya abundancia en materia de ficción humorística también implica la escasez de un humor elaborado con el rigor que requiere el teatro. La uniformidad en nombre de una normalización de los productos puestos en el mercado siempre supone una pérdida. Tal vez la abundancia nos haya hecho más pobres en lo referente a la diversidad cuando se trata de reír con la voluntad de que los motivos perduren en nuestra memoria. Frente a la posible añoranza o lamentación, la opción es conocer y reivindicar un legado a la espera de que aparezca actualizado para provocar nuevas risas. La paradoja del humor continuará así.

BIBLIOGRAFÍA CITADA
  • CAPELLA, Juli (comisario) (2021), Tricicle Clic. Gesto. Humor. Lenguaje, Barcelona, Galaxia Gutenberg.
  • RÍOS CARRATALÁ, Juan Antonio (2005), La memoria del humor, Alicante, Universidad de Alicante.
  • ___ (2008), La sonrisa del inútil, Alicante, Universidad de Alicante.
  • ___ (2010), Tricicle: treinta años de risas, Alicante, Taller Digital de la Universidad de Alicante, Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes.
  • ___ (2013), Espíritu de mambo: Pepe Rubianes, Vigo, Editorial Academia del Hispanismo.