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Efeméride

Tres caballeros y una dama… francesa.

Antonio Castro Jiménez

Página 3

Tony Leblanc

(7-5-1922/24-11-2012)

Tony Leblanc se llamaba realmente Ignacio Fernández Sánchez (Fig. 8). Y con su nombre real figuraba en la compañía de Ana Mariscal con la que actuó en el teatro Lara de Madrid la temporada de 1946. Blanc era el segundo apellido de su padre, añadiéndole Le para completar el nombre artístico. Duró poco como actor de reparto y tampoco su carrera en la escena fue excesivamente larga. Pero fue un representante inigualable de un género que estuvo infravalorado durante décadas: la revista. El genuino musical español frívolo (el otro sería la zarzuela) gozó del favor mayoritario del público durante un siglo y medio y proporcionó trabajo a cientos de músicos, bailarines, actores, vedettes y artistas de variedades. Nacida con Revista 1865-1866, fue evolucionando en sus formas y producciones hasta final del siglo XX e, incluso, la primera década del XXI. Tony Leblanc fue una de sus figuras, además de libretista y empresario de compañía.

Bailarín de claqué, boxeador, futbolista, boy en compañías de revista de Rosario Leonís el año 1940… esta actividad dancística le permitió entrar en la compañía de Celia Gámez. Acabado el servicio militar se planteó dedicarse exclusivamente al espectáculo y su primer contrato, cobrando 60 pesetas diarias, fue en el circo Price.

La cantante Antoñita Moreno le dio la oportunidad de aparecer como artista solista en sus espectáculos Por alegrías y Colores de España (1947), estrenados en el teatro de La Latina.  Comenzó así a ser conocido en el género de las variedades, coincidiendo con Nati Mistral, con la que mantuvo una relación sentimental y llegaron a formar compañía. También actuaría junto a ella cuando el director Luis Escobar lo contrató para uno de sus montajes musicales legendarios: Te espero en Eslava (1957) (Fig. 9). Escobar lo dirigió en un monólogo que Tony escribió y con el que quiso demostrar que era un intérprete de un amplio registro: ¡Pobre Jorge! (1958). Estuvo un mes en cartel. Pero de su carrera teatral solo se conserva recuerdo de las revistas que protagonizó, tanto con su propia compañía como con las de otros empresarios, como Manuel Paso. Espectáculos que, por lo menos, tenían títulos ingeniosos: ¡Qué gitana tan señora! (1951), Tengo momia formal (1952) o Las moninas de Velázquez (1961). En 1962 decidió convertirse en empresario de su propia compañía, contratando a la vedette Addy Ventura, con la que estrenó la revista  ¡Todos contra todos! (Fig. 10). El flamante empresario aparecería en sus producciones como protagonista, libretista y hasta compositor (Fig. 11). Él compuso “Cántame un pasodoble español” para la revista Lo verás y lo cantarás (1954).  Mantuvo su empresa de revistas hasta 1975, liquidándola tras estrenar Mujeres con sexy boom

En la década de los setenta del siglo pasado se puso de moda el llamado café teatro, que acabó derivando en una especie de cabaret en permanente reto con la censura. Tony, que no desaprovechaba ocasión de ganar dinero, se apuntó al madrileño Biombo Chino con parodias de populares series televisivas: Yo Claudio Tonius (Fig. 12 y Fig. 13), La guerra de las golosas y La casada, cosa quiere. Fueron sus últimas apariciones en un escenario.

El cine había pasado a ser su actividad principal, alternando con apariciones en programas de variedades de Televisión Española, medio en el que tuvo un gran éxito con Gran Parada. En ellos creó personajes como el repelente niño Cristobalito Gazmoño, o el boxeador Kid Tarao, que proclamaba incansablemente: “¡Estoy hecho un mulo!”. La muletilla se incorporó inmediatamente al acerbo popular.

Su primer papel en la gran pantalla, como figurante, fue en Los últimos de Filipinas (1945). Entre 1950 y 1970 Tony Leblanc actuó en algunas de las mejores comedias del cine español, con personajes generalmente simpáticos, achulados y, no pocas veces, abocados al fracaso personal. Ese año 1950 interpretó a Felipe en la versión de La revoltosa. Seguirían películas tan recordadas como El tigre de Chamberí y Las chicas de la Cruz Roja (1958), Los tramposos (1959), Historias de la televisión (1965) o Los que tocan el piano (1968). Los problemas de salud serían decisivos para la continuidad de su carrera.

Las secuelas del brutal accidente sufrido en 1983 truncaron la carrera de Tony. Recuperarse de las lesiones sufridas le llevó años y no quedó en condiciones físicas para reanudar un trabajo más o menos continuado en cualquiera de los medios. Cuando parecía condenado al retiro forzoso, la televisión y el cine le provocaron la resurrección y un final de prestigio y popularidad a su carrera y a su vida. Santiago Segura e Imanol Arias fueron los responsables.

Segura insistió para que Tony apareciera en su película Torrente, el brazo tonto de la ley encarnando al padre del protagonista. Un papel adaptado a las limitaciones físicas del actor, que dio una auténtica lección interpretativa. La secuencia en que desafía a los matones que lo acorralan y que acaban provocando su muerte, es antológica. Después apareció en las tres siguientes películas del personaje, siendo Torrente 4 (2011) la última que rodó.

Imanol Arias, consciente de las simpatías que Tony despertó con Torrente, lo contrató para Cuéntame, la serie de TVE que comenzó a emitirse el año 2001. En las primeras temporadas Tony Leblanc era el kiosquero del barrio, el propietario de un mísero chiringuito que encandilaba a los niños del vecindario. Nuevamente ver a Tony, encastrado en su puestecillo, midiéndose con una tropa de auténticos niños, novatos en las interpretación, produjo una gran emoción. Su participación, así como la de otros veteranos, como Fernán-Gómez y Luis Cuenca, resultó ser un emocionante homenaje a una generación que ya ha desaparecido. En su libro de memorias Esta es mi vida, Tony se definía así:

¿Quién soy yo? Si esta pregunta es sobre el arte de la interpretación, te diré que tal vez fui y soy uno de los mejores actores que ha habido en España. Un gran actor pero, desde luego, no perfecto. La perfección en el arte de interpretar es la prima hermana de lo imposible.

 

Al actor le gustaba presumir de su madrileñismo absoluto por haber nacido –según sus memorias– nada menos que en el Museo del Prado, donde trabajaba su padre. La ciudad le dedicó un pasaje callejero en el barrio de Justicia el año 2022. En 2002 su carrera fue reconocida con la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes. Un año antes había recibido la del Mérito en el Trabajo.

Tony Leblanc estuvo casado con la bailarina Isabel Páez –fallecida en 2017– y fueron padres de ocho hijos.