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Homenaje

Ricard Salvat, una vida dedicada al teatro

Enric Ciurans

Página 4

El nuevo siglo: entre la reinvidicación y la lucha

En los últimos diez años de su vida, Ricard Salvat volvió a tener un cierto protagonismo en la escena catalana, aunque muy lejos de lo que debería haber conseguido un creador de su trayectoria y nivel artístico.

Algunos de los gestores de los teatros públicos vieron con preocupación cómo Salvat había sido totalmente marginado de los escenarios en las décadas anteriores y no recibía encargos de dirección de grandes montajes. En 1998, el Centre Dramàtic del Vallès, en coproducción con el Mercat de les Flors, invitó a Salvat a dirigir A la jungla de les ciutats, de Bertolt Brecht, un texto de la primera etapa del creador del teatro épico. El espectáculo lo protagonizaron Enric Majó y Santi Ricart, acompañados por un grupo de actores que, en muchos casos, ya habían colaborado con Salvat. El expresionismo del montaje tuvo el merecido reconocimiento de público y crítica, y permitió hacer ver que su director estaba de vuelta, listo para dirigir grandes espectáculos. Así, en 2002, Josep Montanyès, en aquellos momentos director del Teatre Lliure, saldaba una deuda histórica con Ricard Salvat al ofrecerle la dirección de una nueva versión de Ronda de mort a Sinera, la quinta desde su lejano estreno a mediados de los años 60. Salvat dirigió un plantel de primer nivel con Lloll Bertran, Carme Sansa, Enric Majó, Roger Pera, Oriol Broggi, Imma Colomer, Eduard Farel·lo y Abel Folk, entre otros, que permitió a toda una generación de espectadores que habían leído y escuchado sobre la importancia histórica de las versiones anteriores gozar de uno de los grandes espectáculos de la historia del teatro catalán contemporáneo, en un espacio magnífico como la Sala Fabià Puigserver. Esa deuda que saldó el Lliure jamás lo haría el Teatre Nacional de Catalunya.

Al año siguiente, Ricard Salvat recuperó otro de sus grandes espectáculos, Noche de guerra en el Museo del Prado, que había estrenado en los años 70 en Roma y, después, en Madrid. En esta ocasión fue la Sociedad Estatal de Conmemoraciones Culturales la que, con motivo del centenario del nacimiento de Alberti, produjo el montaje que pudo verse en el Teatro de Madrid, en el madrileño barrio del Pilar, y como sucedió con el montaje de la Ronda, permitió a una nueva generación de espectadores contemplar un texto y una puesta en escena históricas. Sin embargo, por una u otra causa, y a pesar de presentar diversos proyectos para dirigir en el Teatre Nacional, las puertas de ese teatro siguieron vedadas para Salvat.

Contrasta este olvido institucional de la Generalitat de Catalunya con la gran exposición que le dedicó el Institut de Cultura del Ayuntamiento de Barcelona, que en la Virreina expuso videos, libros, figurines, escenografías y todo tipo de documentos que ilustraban su trayectoria, editando un catálogo que es uno de los mejores instrumentos para conocer la dimensión de su aportación al mundo de la escena.

Lejos de parar su frenética actividad cuando se jubiló como catedrático de la Universidad de Barcelona, Salvat siguió emprendiendo nuevos proyectos de alto nivel y con una gran dosis de riesgo como el Festival EntreCultures Fig. 21 que organizó y dirigió en su Tortosa natal durante las tres ediciones en las que se programó el certamen, entre 2004 y 2006. La idea de Salvat consistía en reunir en Tortosa espectáculos procedentes de las tres grandes culturas que dieron lugar al sustrato histórico y cultural de la ciudad, programando espectáculos árabes, judíos y cristianos. El resultado fue que Salvat llevó a Tortosa, y por extensión a todo el Estado, compañías de los países árabes que nunca habían actuado en España y alguna aportación israelí, que teniendo una indiscutible categoría teatral y cultural no tuvieron respuesta por parte de un público que esperaba montajes mínimamente comerciales que satisficieran su alejamiento de los centros de producción teatral. Salvat rememoraba, en cierto sentido, los años en los que dirigió el Festival de Teatro de Sitges, uno de los momentos más felices de su trayectoria. La conexión con el mundo árabe se produjo a principios de los años dos mil cuando fue invitado como miembro del jurado internacional al Festival de Teatro Experimental de El Cairo, al que acudió en diversas ocasiones, trazando nuevas amistades y conexiones con creadores del Magreb y del Oriente Próximo. La audacia de Salvat contó con la complicidad del consistorio tortosino que veía cómo recuperaba a uno de sus hijos más ilustres. Sin embargo, un vuelco en las elecciones municipales significó, de nuevo en su trayectoria, la desaparición de un proyecto tan innovador como arriesgado.

En 2007 dirigió Cruzando el puente, un texto de uno de sus grandes amigos, el cubano José Triana, protagonizado por Enric Majó, actor fetiche de sus últimos años, un actor extraordinario que supo plasmar la visión del teatro que él tenía. Pero el Teatre Nacional seguía sin saldar la deuda histórica que tenía con Salvat. De este modo, en 2008 Ricard Salvat, después de la negativa a producir un nuevo proyecto, se embarcó en la creación de una compañía: El Corral de l’Olivera, nombre que rememora uno de los primeros teatros de Valencia, en el que estrenó un joven Lope de Vega a finales del siglo XVI, y el teatro catalán del Renacimiento vivió sus escasos momentos de esplendor. Con esta compañía, creada y financiada por Salvat, se embarcó en la que iba a ser su última aventura escénica, montar uno de los grandes textos de la literatura catalana, la adaptación de la novela Mirall trencat (Espejo roto), de Mercè Rodoreda, que estrenó en octubre de 2008 con un reparto de primer nivel encabezado por Enric Majó, Rosa Novell, Ivan Benet, y con sus colaboradores más apreciados como Marta Carrasco, en la coreografía y Pere Daussà, como ayudante de dirección, contando con una magnífica escenografía de Jon Berrondo, que permitía observar todo un juego de telones que confirió un tono extraordinario al montaje. Un día. Mirall trencat fue un gran éxito, pero los costes económicos no pudieron ser amortizados por la taquilla del Teatre Borràs. Cuando se disponía a promocionar el espectáculo para buscar bolos por diversos teatros de la geografía catalana y española, Salvat asistió a un congreso internacional en Venecia, acompañado por José Sanchis Sinisterra y Juan Mayorga, para hablar del teatro español, cuando sufrió un ictus que, al cabo de unos meses, al repetirse, acabaría con su vida. Las puertas del Teatre Nacional de Catalunya, para vergüenza de la cultura catalana, definitivamente se cerraban para uno de sus grandes adalides.

Epílogo

Es realmente difícil valorar una trayectoria como la de Ricard Salvat, que se prolongó durante más de cincuenta años y que tuvo, como todo, sus luces y sombras. Nos hallamos ante uno de los grandes nombres del teatro catalán del siglo XX, el gran continuador de Adrià Gual, a quien rescató del olvido al proponer su nombre para bautizar una escuela de teatro que durante el franquismo supo mantener vivo el espíritu de un teatro que pretendía ser la palanca que llevara a la renovación de unas estructuras escénicas paralizadas durante la postguerra. Pero Ricard Salvat fue mucho más, un investigador y teórico de la escena incansable, que escribió una historia del teatro contemporáneo, decenas de artículos y dictó un centenar de conferencias y clases magistrales. Dirigió certámenes como el Festival de Sitges, uno de los momentos, sin duda, más plenos y felices de su trayectoria, y supo arriesgar con el Festival de Tortosa, que fue incomprendido. Más de cien montajes dirigidos, miles de funciones y, para vergüenza de su país, el Teatre Nacional de Catalunya le vetó de manera reiterada e incomprensible. El último director de ese teatro público, Xavier Albertí, al que podemos calificar como uno de sus más brillantes discípulos, no llegó a tiempo para restañar una herida que sangrará por mucho tiempo, mientras tengamos memoria.

BIBLIOGRAFÍA CITADA
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  • Ciurans, Enric (2008). El Teatre Viu, una resistència cultural, Barcelona, Associació d’Investigació i Experimentació Teatral.
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  • Espriu, Salvador y Salvat, Ricard (1966). Ronda de mort a Sinera, Barcelona, Barrigòtic.
  • Garcia Ferrer, J.M. y Martí Rom (1998), Ricard Salvat, Associació/Col·legi d’Enginyers industrials de Catalunya.
  • Salvat, Ricard (1966). El teatre contemporani, Barcelona, Edicions 62.
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  • ___ (1981). El teatro moderno, Barcelona, Península-Edicions 62.
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  • ___ (1990). Escrits per al teatre, Barcelona, Institut del Teatre.
  • ___ (2015). Diaris (1962-1968), Barcelona, Edicions de la Universitat de Barcelona.
  • ___ (2017). Diaris (1969-1972), Barcelona, Edicions de la Universitat de Barcelona.