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Extracto de la noticia publicada en El País , el 10.3.2016.
Lluís Pasqual, una vida con Lorca

Foto: Daniel Alonso (Archivo CDT)

Lluís Pasqual, una vida con Lorca

Con su libro ‘De la mano de Federico’, el director del Lliure se autorretrata como hombre de teatro

[…] ¿Cabe procesar a Lorca, sistematizar un fogonazo salvaje, convertir en relato lineal la sinuosa curva de un genio atormentado? […]

A Pasqual le pidió el editor Joaquim Palau un libro de memorias y él dio a las planchas la semblanza de un poeta asesinado. Y a la vez otra, la suya propia. Contarte contando la vida de otro, pero contigo al fondo. El viejo truco. Esto puede salir mal por exceso o por defecto, o puede salir bien, como es el caso: una embriagadora flor de ruina como homenaje al poeta y al hombre de teatro pero, sobre todo, a “un cuerpo herido que busca las cosas del otro lado” (las comillas son el autorretrato que de sí mismo pintó Lorca).
Lluís Pasqual (Reus, 1951) contempla hoy este libro de 160 páginas con una mezcla de diversión y desconcierto, y casi como pidiendo perdón por haberlo hecho. Interrumpe los ensayos de A teatro con Eduardo y en su despacho del Lliure de Montjuïc, habla de este libro raro y de su génesis: “Gonzalo Canedo, mi pareja, que murió, era editor. Y cuando Joaquim Palau me pidió que escribiera unas memorias, era un poco como si estuviera recogiendo el testigo de Gonzalo, que me decía que un día tendría que escribir algo sobre Lorca. Y sí que en cierta forma parece un vómito. Las horas delante del ordenador eran horas fuera del tiempo normal, los recuerdos venían solos y nítidos, y como lo empecé lo terminé”. [...]
“En este libro”, comenta su autor, “hay un gran sentimiento de gratitud hacia la gente que me he ido encontrando en la vida… los actores, por ejemplo… los actores lo dan todo en los ensayos, se abren, se desnudan, y dirás, es que es su trabajo, y claro que lo es, pero es que los actores también tienen vergüenza, también tienen pudor”. Y en efecto, De la mano de Federico es un libro de teatro. Pasqual parece situarse en algún lugar cercano a ese hueco oscuro en el que se sentaba Tom Courtenay en la maravillosa película La sombra del actor (Peter Yates, 1983). [...]
El libro de Pasqual, esta indagación / confesión en torno a García Lorca y a él mismo, está vertebrado por un puñado de títulos pero sobre todo dos: El público, estrenada por Pasqual en 1986, y Yerma, que vio en 1971 en la versión de Víctor García y Núria Espert, que le obsesionó y que ya no le dejaría, hasta el punto de no montarla nunca —“para qué, si era perfecta... estaba ahí toda la poesía, y toda la brutalidad, y toda la plástica, y toda la voz”.
Lo de El público es más complejo: “No es una casualidad que esté en el centro del libro, porque El público es… como tocar La pasión según San Mateo. Es al mismo tiempo el principio de algo y la llegada a algún sitio, nadie pasa por esta obra y sale indemne si lo hace honestamente, porque no se puede llevar a escena sin una implicación personal; […]” (Borja hermoso)