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Extracto de la noticia publicada en La Razón , el 7.4.2017.
La Compañía Nacional de Teatro Clásico (CNTC) estrena 'Sueños'

La Compañía Nacional de Teatro Clásico (CNTC) estrena 'Sueños'

Gerardo Vera dirige una versión libre de José Luis Collado sobre textos de Quevedo protagonizada por Juan Echanove
Francisco de Quevedo y Villegas no fue un hombre de teatro. Será por ello que, pese a su aureola de clasicazo, las reticencias en torno a su fi gura han sido una constante entre los dramaturgos para subirlo a las tablas. Tanto como para que su nombre se incorpore por primera vez al repertorio de la Compañía Nacional de Teatro Clásico (CNTC) con Sueños, una versión libre de los textos del autor de El buscón. «Está todo Quevedo: su reflexión sobre los pobres, de los reyes que en vez de mandar duermen o esos validos que son las polillas de España», explica, necesitado de «reivindicar a uno de los grandes», Gerardo Vera –director del montaje–.
Junto a él ha trabajado José Luis Collado como responsable de la adaptación, en lo que califica como una empresa «prácticamente imposible» [...]
Porque los Sueños de Quevedo ni guardan coherencia desde una perspectiva teatral ni tienen una progresión dramática. Por lo que han tenido que ser flexibles y «porosos», apuntan, para dar cabida a los originales, «pero también a su poesía, a los hechos históricos, al amor y a la imaginación de una historia que pudo ocurrir así o no», puntualizan. Ahora, si alguien espera ver sobre las tablas una sucesión de escenas extraídas de la obra de Quevedo mejor que se lo piense dos veces, «se llevará una gran decepción», advierte Collado.
Testigo de una España en descomposición, los Sueños del maestro cumplirán su labor de «crónica dolorosa y lúcida de una España presa de la corrupción de las monarquías absolutas de Felipe III y Felipe IV, víctima del ocio y la ignorancia, donde la filosofía era esclavizada por la teología», presenta el dossier. [...]
Ni el diablo, ni la muerte, ni los personajes alegóricos, Quevedo es el único protagonista: el hombre, su vida y su agonía previa a la muerte. Una figura de la que Echanove ha descubierto con esta versión «el dolor físico y el amor desbocado», reconoce: «El amor doliente es el más grande impulso que puede tener el ser humano». De él y de su literatura se enamorará Aminta –«siempre amaré tu cuerpo deforme», exclama–, representada por Lucía Quintana, que retrocede a los comienzos del periplo: «Al principio fue un viaje amorfo, pero nos lanzamos y el resultado final es esta travesía por el pensamiento, el alma y las venas de Quevedo». Un recorrido guiado por un narrador contemporáneo para permitirse ciertas licencias y saltos en el tiempo en una «obra que se transforma en una sangría existencial, un tránsito doloroso de lo pasajero a lo eterno», comenta Vera convencido de que «Quevedo estará agradecido en algún lugar del Parnaso». (Julián Herrero)