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‘Tebas Land’ (Foto: kamikaze.com)
Ciclo Sergio Blanco en Barcelona.
El TNC inicia su ciclo dedicado al dramaturgo uruguayo Sergio Blanco con «Tebas Land»
El TNC inicia con «Tebas Land» un ciclo de tres obras de Sergio Blanco, uno de los autores más aplaudidos de la actualidad. Primero será «Kassandra», dirigida por Sergi Belbel y considerada su gran obra maestra. Por último regresará su particular homenaje a la obra de Joan Brossa.
(…) El TNC inicia su ciclo dedicado al gran dramaturgo uruguayo Sergio Blanco con «Tebas Land», drama estremecedor alrededor de la figura del parricida y la capacidad de su representación en el arte y la literatura. Dirigido por Natalia Menéndez, la obra nos presenta el diálogo entre un joven parricida, encerrado por su crimen, y un dramaturgo que se acerca a entrevistarle para intentar averiguar cómo podría crear un personaje parricida. A través de este diálogo veremos cómo cada acto encierra su propia crueldad. «La obra habla del maltrato, de cómo no puede surgir nada bueno, sólo abusos, violencia, ira y degeneración. Sin embargo, del buen trato surge la amabilidad, la ternura y hasta el humor», comenta Menéndez.
Pablo Espinosa interpreta aquí dos personajes, el parricida y el actor que tendrá que interpretarlo en la obra de teatro creada a partir de su experiencia. Por su parte, Pablo Gómez-Pando es el dramaturgo, una especie de alter ego de Sergio Blanco, que viene a la cárcel a entrevistarlo. «La obra plantea temas muy interesantes como la creación como espejo de uno mismo. El montaje es un gran ejercicio de honestidad donde Sergio se pone en riesgo a la hora de escribir, así que nosotros tenemos que ponernos en riesgo a la hora de interpretarlo», afirma Gómez-Pando.
Del «Edipo, rey», de Sófocles a «Los hermanos Karamazov», de Dostoievski, pasando por «Un parricida», de Guy de Maupassant o «Dostoievski y el parricidio», de Sigmund Freud, la obra de Blanco hace referencia a estos textos clásicos alrededor de la figura del asesino del padre. No es un homenaje metaliterario, sino un intento de reflejar hasta qué punto el drama es capaz de recibir su representación estética o esa misma estilización del drama lo desestructura y niega su verdad. «La obra es como una caja de muñecas rusa en la que cada palabra cumple una función determinada que fuerza el cambio de nuestro punto de vista sobre la acción y hace al público sentirse desde voyeur a vigilado», concreta Menéndez. (…)