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Extracto de la noticia publicada en El Mundo , el 30.5.2020.
‘Siglo mío, bestia mía’: El teatro que cambió por el brote de Covid-19

Lola Blasco (foto: web de la autora)

‘Siglo mío, bestia mía’: El teatro que cambió por el brote de Covid-19

La compañía Voadora prepara el estreno en el Centro Dramático Nacional de una obra condicionada y enriquecida por la cuarentena

Todo es como un camino de ida y vuelta en el que la vida se mete en el teatro y el teatro en la vida sin que una consiga ya distinguir en qué plano se encuentra. En el día a día del número 12 de la calle Porta da Pena de Santiago de Compostela las fronteras se desdibujan. Es el cuartel de la compañía Voadora, desde 2007 casa de la vanguardia del teatro. Con la nueva normalidad de la pandemia, Voadora ha roto cualquier molde que quedara. Ha hecho de la plataforma Zoom un local de ensayo de cinco salas, en el que se faena a pleno rendimiento en la creación de Siglo mío, bestia mía para el Centro Dramático Nacional.

El estreno se tuvo que suspender el 22 de abril por el estado de alarma, pero su proceso creativo ya se había interrumpido el 11 de marzo. El ingreso de una actriz por coronavirus puso en cuarentena al equipo. La mitad del elenco es de Madrid y estaba desplazado en Santiago, de modo que el confinamiento llegó con varios positivos y lejos de casa, «un golpe muy fuerte». Los ensayos se retomaron con todos ya recuperados pero nada fue igual. La pieza final será el resultado de los problemas respiratorios del equipo, que se siente en cómo se deslizan los actores por el escenario, «con movimientos que se basan en la sensación de despertar los pulmones, de respirar», según su coreógrafa, Amaya Galeote. Tal y como explica su directora, Marta Pazos, «aquí ha pasado algo tan gordo que se ha metido en el espectáculo».

Pazos y Hugo Torres nos reciben en Porta da Pena, 12 con mascarilla y el miedo de quien lleva meses sin abrir la puerta de un estudio de habitual lleno. Además de directora y actor y autor de la banda sonora, son socios de Voadora y padres de Olivia y Noel. La sede de la compañía está en el piso contiguo a su hogar y llevan la conciliación al máximo. Noel (cinco años) entra a saludar mientras ensayan y Olivia (10) presta su voz para la creación.

Este ensayo covid lo viven en salas separadas. Hugo está en un estudio plagado de tecnología que le permite interpretar a un personaje mientras introduce una respiración llena de significado y música. Marta, en un cuarto vecino, se cuela a través de Zoom en la sala en la que el maestro de palabra Miguel Cubero le dirige junto a los también actores Miquel Insua y Carlota Gaviño. Después entra en otra reunión en la que Lola Blasco (actriz y autora del texto) y José Diaz prueban cómo ensamblar texto y música y en una tercera en la que Amaya Galeote y César Louzán crean tutoriales coreográficos.

Cada tarde, trabajan por separado; al final de la semana ponen en común. Marta y su ayudante, Vanessa Espín, entran en la sala muchas veces sin que se note su presencia y otras para insuflar ánimos: «Acabáis de hacer teatro con mayúsculas». Marta llevaba dos años rondando este texto, ganador del Premio Nacional de Literatura Dramática en 2016.

(…) Siglo mío, bestia mía aborda cómo no perder el rumbo en un tiempo de catástrofes. Aunque inspirado en la primavera árabe y la crisis económica, es «completamente pertinente para este momento».

El trabajo telemático no es una novedad para la directora, que desde hace años trabaja así con el iluminador Nuno Meira, de Oporto, pero nunca lo había aplicado a la sala de ensayo. «Si hay un repunte, tenemos avanzado el trabajo de manera que se podría estrenar de forma digital, aunque su vida natural no es esa».

(…)El espectáculo más vanguardista de Voadora llegará con un escenario cubierto de plástico, traerá a un buzo pintado como salido de la bilis de una ballena, mezclará silencios, respiraciones, música, baile y abismo... Y, sin embargo, se ensaya cada día como el teatro más puro.

(Natalia Puga)