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Efemérides

Cien años de Tony Leblanc.

Madrid, 7.5.1922
Cien años de Tony Leblanc.
Recordamos en su centenario la pasión por su oficio y su presencia en los escenarios como figura destacada de la Revista.

Ocurre a menudo: se celebra la gran carrera cinematográfica de un actor y se olvida que antes, durante y después de esa brillante trayectoria, ese actor ha pisado cientos de noches un escenario.

Ignacio Fernández Sánchez. Tony Leblanc (Madrid, 1922 – 2012) fue una de las personas más populares en la España de los años 60 y 70, mantuvo el cariño y el recuerdo del público y gozó de una etapa final de éxito y enorme popularidad gracias al cine y la televisión.

Hay que llevar nuestra mirada a los años treinta del pasado siglo: Ignacio era hijo del portero mayor del Museo del Prado – de hecho, y esta es la primera gran anécdota de su vida, nació allí: su madre fue a visitar a su padre, se puso de parto y dio a luz entre los tapices de Goya – y compró una pequeña casa en las afueras, en el barrio de Usera, en la calle Nicolás Sánchez. “En ese barrio de Usera a los 8 años, en una agrupación infantil, es cuando despierta mi sentido artístico. Me dirigen mis profesores y montan un sainete titulado El contrabando. En el que yo interpreto un papel de carabinero. A los 10 años, una señorita que había estado en América que sabía pases de claqué, me da clases y aprendo a bailar americano.

Llega la Guerra Civil y aquel muchacho de catorce años que trabaja como dependiente en una joyería comienza a bailar en fines de fiesta de los cines, en hospitales, actuando para los heridos. Aprende con Luis Pérez de León en la escuela de teatro de la CNT, en los bajos del Teatro Alkazar. Quién sabe si no se cruzaría allí con otro muchacho, un año mayor, que también hace allí sus primeros papeles en el teatro, Fernando Fernán-Gómez. Al terminar la guerra, acompañará a su padre a Ginebra, para recoger los cuadros del Museo del Prado que se depositaron allí para protegerlos de las bombas. Vivió los años siguientes en la vivienda que correspondía a su padre, dentro del Museo del Prado.

Se celebró un concurso de claqué en el Circo Price. Tony sería su ganador, pero eso tampoco le abre puertas como solista. Así que se contrata como boy en la compañía de revistas de Charito Leonís. Así que su debut profesional se produce en el espectáculo Repocker de corazones, de Fernández Shaw y José Padilla, estrenado el 12 de octubre de 1940, en el Teatro de la Zarzuela.

Su afición al deporte le lleva a boxear – llega a ser campeón de Castilla de peso welter – y a jugar al futbol como portero en el Fuima, filial del Atlético Aviación, por lo que llega a jugar dos partidos en primera división. Después llegaría el servicio militar y por fin, siendo aún recluta, un nuevo trabajo como boy de revista. Será con la compañía de Celia Gámez, en el Teatro Eslava. Así que a partir de 1941 participa en La Cenicienta del Palace, de Somonte y Moraleda; El baile del Savoy, de Paul Abraham; y Peppina, de Roberto Stolz. Tres grandes éxitos de revista con Celia Gámez como estrella durante dos años, haciendo ese trabajo compatible con tareas de limpiador en el Museo del Prado. Pero estos estrenos no afianzan a Tony en esta profesión, de modo que lo encontraremos poco después trabajando como ascensorista en el Museo del Prado y, al tiempo, como palmero de Gracia de Triana en el Teatro Fuencarral.

Una desastrosa prueba ante Alady lleva a este cómico a fijarse en Tony para ofrecerle un pequeño papel, en el que canta, baila y actúa. Al terminar aquellas funciones con Alady en el Price, Tony Leblanc iba a trabajar como extra en una película. Un actor enferma y se le ofrece el papel a Tony por su gran parecido físico. Así debuta en el cine con Los últimos de Filipinas, en 1945. A partir de ese debut en una de las películas más populares de la posguerra, continúa con el cine y busca el camino de la profesión de actor: nuestras bases de datos nos ofrecen el año 1946 y la compañía del Teatro Lara, con Ana Mariscal y Conchita Montes como primera actrices. En ese año y en ese teatro, Tony Leblanc estrena cinco obras, siempre en papeles muy pequeños. La primera, el 11 de enero, Dalila, de Molnar; siguen Don Pio descubre la primavera, de Tono, el 8 de febrero; el 8 de marzo estrenan Las horas inolvidables. 23 de abril, Canción de cuna, de Martínez Sierra y Lejárraga; y el 3 de mayo, Hombre en tres espejos, de Natividad Zaro.En 1947 vuelve al género de revista, en que se encuentra muy a gusto, con Colores de España, de Paso y Ruiz de Azagra, con Antoñita Moreno, en La Latina. Y en 1949 entra en su vida una joven actriz, Nati Mistral. Serán pareja unos años y compartirán también la escena: en 1949, Viva el folklore, en el Teatro Reina Victoria, y Petit café, en el Teatro Albéniz; La maravilla errante, de Quintero, León y Quiroga, en 1950, en el Fontalba, con Lola Flores y Manolo Caracol, con un éxito clamoroso que gira por España y vuelve a Madrid al Teatro Calderón. Tony Leblanc es en los años 50 un cómico muy popular, habitual en las pantallas de cine, y hace compatible el rodaje de películas con estrenos en Barcelona como Mi mujer se llama Ramón (1951) con Paco Martínez Soria; más tarde, gira por Marruecos y Argelia con El Príncipe gitano y La Terremoto; es un buen reclamo con otros cómicos en las carteleras, como en Tengo momia formal, en 1952, un gran éxito en el teatro Fontalba en el que comparte cartel con José Luis Ozores y Miguel Gila. Será este género su favorito y aquel donde consigue grandes éxitos: Amor al tanto por ciento (1953), Lo verás y lo cantarás (1954), obra en la que se incluye un célebre pasodoble compuesto por él, Cántame un pasodoble español; Anda con ella (1955) en el Teatro Martín, con letra y música de Tony Leblanc; El rey del gallinero (1956) en el Teatro Cómico; y, muy especialmente, Te espero en Eslava, en 1957, la revista con la que Luis Escobar reabre este emblemático teatro. Leblanc escribe en esos días el monólogo Pobre Jorge (1958) y logra que Escobar le permita estrenarlo en el Eslava. Con ese monólogo consigue un enorme éxito y continúa colaborando con Escobar en Ven y ven al Eslava (1958). Vuelve con Gila para hacer Este y yo… sociedad limitada, en 1960. En 1961 escribe con Leando Navarro Las moninas de Velázquez y en 1962 escribe letra y música de la revista Todos contra todos. Hace lo propio en 1964 con Lava la señora, lava el caballero: autor, director, actor. Continúa como actor, autor, director y empresario con Yo me llevo el gato al agua (1966). La televisión, medio en que Tony Leblanc había trabajado desde las primeras pruebas de TVE, le brindó en esos años una tremenda popularidad, gracias a varios tipos cómicos de su invención. Uno de ellos, un boxeador, fue el punto de partida de su siguiente revista, estrenada, como era habitual, en el Teatro Calderón: Que viene el moreno (1968). También una de sus célebres intervenciones en televisión dio título a su siguiente revista, Paloma, palomita, palomera (1973). Leblanc hacía compatible su pasión por la revista con múltiples intervenciones en televisión, sus trabajos en el cine, su dedicación como promotor de boxeo y una familia con ocho hijos. Una desavenencia con el empresario Muñoz Lusarreta lo lleva a aceptar una invitción de Coslada y comenzar una etapa nueva en el Teatro de la Latina, con Esta es mi vida (1973). En 1975 estrena su última revista como empresario, Mujeres con sexi boom, tras la muerte de Franco y una experiencia cinematográfica que le lleva a tomar la decisión de no hacer más películas, obtiene un nuevo éxito en el café-teatro, con El sobrino de Drácula, acompañado por Eva León. Más tarde estrena los apropósitos La guerra de las golosas y Claudio Tonius. Más tarde, es contratado con Quique Camoiras, para llevar al Calderón la revista Este y yo con dos cojines (1980), que no llega a funcionar. Habría sido solo una piedra en el camino, pero, al año siguiente, Tony Leblanc es víctima de un accidente que hace imposible su vuelta a los escenarios. A finales de los noventa, el cine y la televisión recuperaron a este actor que continuó dando dignidad a su oficio hasta el fin de sus días.