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Otras Efemérides
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Luis Mariano

Ocho y ocho: cuatrocientos años

El 3 de julio de 1615, el licenciado José de Valdivielso firmaba la aprobación del libro Ocho comedias y ocho entremeses nuevos nunca representados. “no hallo en él cosa contra nuestra santa fe católica y buenas costumbres; antes, muchas entretenidas y de gusto”. De modo que, entre las muchas celebraciones que en poco más de una década recuerdan a Miguel de Cervantes – el aniversario de su muerte, la publicación de las novelas ejemplares, de la primera y segunda parte del Quijote y de Los trabajos de Persiles y Sigismunda – queda un hueco para que celebremos una de las actividades más amadas por este escritor sublime. Él mismo reivindicaba con orgullo su valor como dramaturgo, sus hallazgos, sus éxitos con obras hoy perdidas, de una primera etapa que apenas dejó rastro.

El gigantesco Don Quijote ensombreció todo, de modo que, desde siempre, han sido más las obras inspiradas en esa novela que las representaciones del teatro escrito por Cervantes, salvado del olvido durante mucho tiempo gracias a sus entremeses.

El Centro de Documentación Teatral dedicará el monográfico de su Revista Don Galán a una serie de estudios acerca de la presencia de Cervantes en los escenarios del siglo XX. Este monográfico estará coordinado por el profesor de la Universidad Complutense de Madrid Javier Huerta Calvo.

En los fondos del Centro de Documentación Teatral se pueden consultar cerca de ochenta grabaciones de vídeo de Los baños de Argel, La gran sultana, Pedro de Urdemalas, El cerco de Numancia, La entretenida, Laberinto de amor, El celoso extremeño… También de adaptaciones de cuatro de sus novelas ejemplares: Rinconete y Cortadillo, Coloquio de los perros, El licenciado Vidriera, La gitanilla. Más todos sus entremeses y unas cuarenta versiones teatrales del Quijote para todos los gustos. Sin olvidar el bello montaje de la Compañía Nacional de Teatro Clásico sobre su Viaje del Parnaso.

Si Cervantes pudiera pasear sus pobres huesos por nuestros fondos no saldría de su asombro.

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Unamuno

Dos siglos del rey del vodevil

Eugène Labiche (París, 6 de mayo de 1815, 23 de enero de 1888) escribió más de ciento setenta piezas – no era una cifra demasiado alta para la época -, sumando comedias y operetas, entre 1837 y 1877, es decir, desde sus veintidós hasta sus sesenta y dos años. Tras su retirada le llegaron honores poco habituales para un autor de géneros considerados inferiores – un curioso prejuicio que persigue a la comedia desde su invención -, como la entrada en la Academia Francesa.

Su comedia más famosa fue Un sombrero de paja de Italia – escrita con su amigo Marc-Antoine Michel -, estrenada en 1851, de la que se hicieron en la época – lo que no era nada habitual – más de trescientas representaciones, y que fue objeto de una brillante versión cinematográfica – René Clair – en las primeras décadas del siglo XX. En los años treinta pasó a formar parte del repertorio de la Comédie Française. Además, en 1946, Giorgio Strehler la estrenó en forma de opereta con música de Nino Rota (esa versión con música de Rota se vio en el Teatro Albéniz de Madrid en 1978).

También sería esta obra, durante décadas, la más conocida en nuestro país, debido a las dos producciones que se estrenaron a poco de cumplirse un siglo de su creación. La primera – a la que pertenece la fotografía (Perteneciente al Legado Modesto Higueras) que ilustra esta nota -, estrenada en diciembre de 1953 en el Teatro Español de Madrid, fue una versión firmada por Luis Fernando de Igoa, con música de Jesús Guridi y puesta en escena de Modesto Higueras, que contó para el reparto con Adela Carboné, Ángel de la Fuente, Manuel Arbó, Manuel Káyser, Miguel Ángel, María Carmen Díaz de Mendoza, Pablo Álvarez Rubio, Rosa Yarza y Valeriano Andrés. Para entonces ya tenía preparada una versión bien diferente el impredecible Tono, que esperó a 1956 para estrenarla, también con éxito. La versión de Igoa tuvo otras dos importantes vías de difusión en nuestro país: su publicación en los célebres libritos de Escelicer, lo que produciría numerosas representaciones de aficionados; y el hecho de que hasta tres veces fue transmitida en diferentes producciones de televisión – el célebre Estudio 1 – en 1967, 1972 y 1983.

En nuestra biblioteca duermen docenas de comedias divertidas, chispeantes, de este rey del vodevil que nos sonríe estos días desde sus doscientos años.

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Cien años de Kantor

“Única, solitaria, inasible, la obra de Tadeusz Kantor se yergue como una de las cumbres del arte del siglo XX. Única e irrepetible, como lo demuestran, precisamente, los múltiples intentos de quienes han buscado convertirse en sus émulos, o simplemente, plagiarlo. Solitaria porque su universo pertenecía a Kantor en exclusividad: la materia incandescente de su creación era el coto cerrado de su memoria.” Así escribía Moisés Pérez Coterillo en el número 82 de El Público, en las primeras semanas de 1991, poco después de la muerte del grandioso artista polaco.

Todos sus admiradores sabemos que Tadeusz Kantor (Wielopole, 6 de abril de 1915 – Cracovia, 8 de diciembre de 1990) nació en ese pueblo, cerca de Cracovia, en lo que luego fue Polonia y entonces era la región de Galitzia, perteneciente al Imperio Austro-Húngaro. Especialmente, lo recordamos sus admiradores españoles, pues Wielopole, Wielopole fue su presentación en nuestro país, en 1981. Su presentación en el mundo fue diez años antes, cuando su compañía Cricot 2 de Cracovia actuó por primera vez en el Festival de Nancy de 1971.

La llegada de Wielopole, Wielopole en 1981 abrió una década en la que la influencia en España de Kantor caló muy hondamente. Varias generaciones de dramaturgos, directores y escenógrafos conservan hoy a Kantor como un referente a la altura de los grandes clásicos.

Para quienes no conocieron sus trabajos – y para quienes los quieran recordar – el Centro de Documentación Teatral conserva grabaciones en vídeo de los cuatro espectáculos que trajo a España. En la sede del CDT se pueden consultar grabaciones de estos cuatro espectáculos: el célebre Wielopole, Wielopole de 1981, La clase muerta de 1983, Que revienten los artistas de 1986, No volveré jamás en 1989; incluso la película que sobre La clase muerta filmó Andrzej Wajda para la televisión polaca en 1976. Entre la mucha información escrita, no podemos dejar de destacar el Cuaderno número 11 de los recordados 'Cuadernos' de El Público, que en 1986 ofrecía textos del propio Kantor, una entrevista realizada por el maestro de la crítica Franco Quadri y un largo estudio firmado por Denis Bablet.

En nuestra biblioteca, por supuesto, podrán encontrarse libros más recientes, como su imprescindible El teatro de la muerte.

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AGRADECIMIENTOS CRÉDITOS

 


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Icono El viaje a alguna parte de los cómicos de la lengua
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Con motivo del III Centenario de la RAE, José Luis Gómez ha convocado a un selecto grupo de actores y académicos en torno a la lectura de diez esplendorosos textos.
 
Icono Otras Citas
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Esta sección subraya algunos eventos de nuestro calendario escénico: la presencia española en la Cuatrienal de Praga, la celebración de Circada, un festival que se consolida, el homenaje que la Casa del Lector le hizo a Ignacio Amestoy y el estreno en el Teatro Real de El Público, la obra inacabada de Federico García Lorca.
 

Icono Aplausos y homenajes
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Se renueva esta sección con la noticia de las Medallas de Oro de las Bellas Artes y los premios Max, ADE, Unión de Actores, AISGE, Valle-Inclán y Ercilla.
 

Icono Centenario de Arthur Miller
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La excepcional recepción del teatro de Miller en la España de los cincuenta lleva la firma de José Tamayo.
 
Icono Otras Efemérides
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Celebramos los cuatrocientos años de las Ocho comedias y ocho entremeses nuevos nunca representados de Miguel de Cervantes, los dos siglos de Eugène Labiche, rey del vodevil, y los cien años de Tadeusz Kantor, influencia para varias generaciones de dramaturgos, directores y escenógrafos.
Icono Actores para siempre
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La desaparición de célebres intérpretes de nuestra escena nos invita a recordar a algunos de ellos a través de un ejercicio de memoria que es al mismo tiempo homenaje permanente.
 

 

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