“¡Quiero huir de la vulgaridad que arranca la risa fácil!”
(Grock).

Payasos: luces y sombras

Charles Chaplin, Buster Keaton y Harold Lloyd, pero también, en el mundo del clown, Grock, Charlie Rivel o Popov… Todos ellos muestra inequívoca de que la inteligencia se manifiesta de manera profunda desde los vericuetos rugosos de la comisura de los labios, igualando así a mayores y pequeños en un arte magistral: el de la risa.

Es el propósito de esta página acercar a todos, sobriamente y con cariño, algunos retazos de la situación del Payaso español en la actualidad, sin que ello suponga, claro está, olvidar sus orígenes: la mano que los moldeó, las fuentes en que bebieron. Nos ha parecido para ello interesante aprovechar la recuperación de aquel “Festival de Payasos” que, interrumpido en los años ochenta, ahora, años después, se retoma de nuevo gracias al trabajo minucioso, amoroso, realizado por el Club de Payasos. Y poder así amplificar la voz de los que laten detrás de la máscara más pequeña del mundo.

Y, de paso, gracias también a sus figuras, recordar ese juego sin ambages que enfrentaba a la pareja más fiel: el “Cara blanca”, representando la elegancia, la razón, las buenas costumbres, el orden; y el "Augusto", símbolo de la inocencia, el caos, el corazón. Un ¿juego? con el que recuperar la dicotomía, que es su esencia, lo formal y lo transgresor; lo rebelde y lo conservador. La certeza de haber vivido dos vidas y muchas más por venir. Todo lo que habita el interior del ser humano, para asomarnos desde allí al abismo de lo prohibido.

Porque el payaso nos muestra, como si en un espejo nos miráramos, un modelo que desdramatiza lo grotesco de la vida. Y es en esa imagen proyectada donde nuestro rostro, el de todos, encuentra el reflejo perfilado de la profundidad de la existencia.