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Vídeo de Emilio Buergos
Homenaje a Rabal

Quien colaboró decisivamente en casi cien espectáculos de Teatros Nacionales, y, desbordando el número, en otros tres centenares de producciones privadas, en modo alguno puede ser excluido de la nómina áurea de nuestra dramaturgia.

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Salvo que el propio interesado tenga una personalidad que lo haya alejado de los salones en la misma medida en que lo acercó a los talleres, al fin su hábitat natural. Algo que puede aplicarse en buena medida a Emilio Burgos, de quien apenas se conservan unas pocas, muy pocas, entrevistas en la prensa de su momento.

Cierto es que la época no fue generosa en el reconocimiento de figurinistas o escenógrafos en general. No lo es menos que su temperamento apacible (obtuvo el título de aparejador solo para contentar a su familia) no le embarcó en otras metas que en la de convertirse en un maestro de su oficio (“Para mí no hay otra cosa que el teatro (…) y cuando leo, pienso en el teatro y cuando voy al cine pienso en el teatro”, declara en una de sus pocas alocuciones públicas). Ni siquiera los premios (el Nacional de Teatro, el de la ADE…), por lo demás tardíos, pudieron sacarle de las ocupaciones de su oficio. Por eso, quizá con cierto desencanto, cuando los achaques de la edad le obligaron a abandonar su trabajo, declaraba: “He sabido ganarme la vida, pero no he sabido cobrármela”. Como podría haber dicho cualquier artesano orgulloso de una labor muy por encima de sus propias exigencias cotidianas.

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Dibujo de Garcíagil, El Alcázar, 10 de agosto de 1949

Afortunadamente, el tiempo ha ido jugando a su favor, y hoy pocos dudan del talento que ya en su momento fue ampliamente reconocido por los directores que llamaban al artista y al ser humano: decir que colaboró con Cayetano Luca de Tena en noventa ocasiones, con José Tamayo en treinta y ocho, que trabajó en torno a una veintena de veces con directores de la talla de Ángel Fernández Montesinos, Luis Escobar, Claudio de la Torre, José Luis Alonso, o rematar la nómina, por no detenernos más, con Modesto Higueras, Adolfo Marsillach, Gustavo Pérez Puig o José Osuna, deja fuera de toda duda el merecimiento de esta página de homenaje.


UN VALOR EN ALZA

En 1949, el estreno de Historia de una escalera contó con decorado y vestuario diseñados por Emilio Burgos. La crítica apenas refería en un par de alusiones la excelencia de la ambientación y sus logros estéticos. Más de cincuenta años después, las escenografías de Burgos han sido objeto, incluso en el ámbito universitario, de rigurosos estudios académicos. Estas dos tesis son solo un ejemplo:

  • Ángel Martínez Roger. Emilio Burgos. La escenografía teatral madrileña de posguerra. UCM (2002). (Amplio análisis y catálogo de 400 espectáculos en los que colaboró Burgos, tanto en los teatros nacionales como privados)
  • Ana García López. Estructura y ordenación espacial en el diseño. Emilio Burgos, escenógrafo. Univ. de Granada (2002) (Estudio y producción escenográfica del diseñador Emilio Burgos, incorporando conceptos del Diseño Ambiental y la Plástica)


 


SEIS TRABAJOS JUNTO A SEIS DIRECTORES.

El profundo conocimiento de las coordenadas espaciales, el desarrollo de las escenografías móviles y polivalentes, pero también y muy tempranamente de las corpóreas, la simultaneidad de espacios, la lograda utilización de los practicables, las proyecciones y los telones, son solo algunos rasgos destacados de las escenografías de Burgos, aplicadas en los más variados espacios (urbanos, naturales, domésticos) y clases de obras dramáticas (desde el teatro clásico a la comedia burguesa o la ópera). Y todo ello junto a los directores de escena más reconocidos del momento. Vayan como ejemplos estas seis producciones que abarcan veinte años de su labor.


Las bodas de Fígaro (1945)

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Libro: Lorenzo da Ponte. Música: W. Amadeus Mozart. Dirección de escena: Luis Escobar. Escenografía: Emilio Burgos. Figurines: Vicente Viudes. Dirección de orquesta: Napoleone Annovazzi. Orquesta Nacional. Estreno: 24 de noviembre de 1945 en el Teatro María Guerrero de Madrid.


Historia de una escalera (1949)

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Autoría: Antonio Buero Vallejo. Dirección: Cayetano Luca de Tena. Escenografía y figurines: Emilio Burgos. Estreno: 14 de octubre de 1949 en el Teatro Español de Madrid.


La rueda (1955)

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Autoría: Juan Antonio de Laiglesia. Dirección: Claudio de La Torre. Escenografía: Emilio Burgos. Estreno: 22 de abril de 1955 en el Teatro María Guerrero de Madrid.


Los intereses creados (1956)

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Autoría: Jacinto Benavente. Dirección: José Tamayo. Ayudante de dirección: Roberto Carpio. Escenografía y figurines: Emilio Burgos. Estreno: 10 de abril de 1956 en el Teatro Español de Madrid.


Rebelde (1962)

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Autoría: Alfonso Paso. Dirección: Ángel Fernández Montesinos. Escenografía: Emilio Burgos, Manuel López. Estreno: 7 de febrero de 1962 en Teatro de la Comedia de Madrid.


A Electra le sienta bien el luto (1965)

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Autoría: Eugene O’Neill. Versión: Leon Mirlas. Dirección: José Luis Alonso. Escenografía y figurines: Emilio Burgos. Estreno: 28 de octubre de 1965 en el Teatro María Guerrero de Madrid.

 

 

 

 

 

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EN ESENCIA

Caricatura de Emilio Burgos

[…]
"El rey de las mutaciones. Estaba obsesionado por hacer ágiles y rápidos los cambios y si los solucionaba a la vista del público, mejor. Consideraba el telón de boca como una guillotina que cortaba la tensión en la sala. De maquinaria y oficio se lo sabía todo. Sufrió la tendencia al «decoradito» o a las «ambientaciones» defendidas por algunos directores del momento.

Su labor se desarrolla desde los primeros años de la década de los cuarenta hasta mediados de los ochenta. Desde el teatro clásico a la ópera, del ballet a la comedia, de la revista al vodevil. Lo mismo hacía los decorados para estrenar Historia de una escalera, de Buero, que se marchaba a París a montar las suntuosas operetas de Luis Mariano.

Lo hizo todo. Siempre reconoció que sus colegas eran mejores pintores que él, sobre todo Burman. Trabajó con los mejores directores de su tiempo, Escobar, Tamayo, De la Torre, Luca de Tena, Marsillach."[…]

"Paseo por la escenografía teatral española. De la experiencia republicana al comienzo de los años 80", Ángel Martínez Roger, Primer Acto, 269 (mayo-julio 1997): 34-44.

 


ESLABONES

En estos tres textos periodísticos pueden encontrarse algunas pinceladas biográficas y artísticas  interesantes sobre la figura de Emilio Burgos.


Foto de "Exámenes"

 

ANÉCDOTA

La proverbial habilidad de Burgos para efectuar las mutaciones escénicas quizá encuentra explicación en uno de sus primeros trabajos como escenógrafo, el estreno de Lo que el viento se llevó en octubre de 1941: la crítica, que en líneas generales pone reparos a la versión de Cayetano Luca de Tena, algunos incluso la tildan de antiteatral, elogia los decorados de Burgos que en su corporeidad aportan contundencia visual a la trama. Sin embargo, también se advierte de la necesidad de acelerar las mutaciones escénicas, dada la gran cantidad de cuadros que componen el espectáculo. Y es que, al parecer, a semejanza de lo que ocurría con la película homónima, su duración resultaba excesiva: según confiesa algún crítico entumecido por la obligada quietud, la obra, que comenzaba a las diez y media, se prolongaba hasta más allá de las dos y cuarto de la madrugada. Sin duda, un buen record.


Foto de `El lindo don Diego'

Lo que el viento se llevó (1941). Fotógrafo: Ortiz


 

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