Presentación

Página 4

De la puesta en escena de Bodas de sangre en 1985 se ocupa Teresa Prieto Palomo, profesora asociada en la Facultad de Ciencias de la Información de la UCM, en el Departamento de Literaturas Hispánicas y Bibliografía, donde imparte “Historia del Teatro y de la Representación escénica” . En su artículo (“Penteo ya no vive en Níjar: una lectura de las “Bodas de sangre” de José Luis Gómez”) aborda con profundidad la singular visión que José Luis Gómez imprime al texto integrando la tragedia ática y la realidad almeriense e los años

El montaje de El público, 1986, ha sido abordado por María Ángeles Grande, profesora titular del Departamento de Lingüística General y Teoría de la Literatura de la Universidad de Granada, por medio de un artículo titulado “Un montaje utópico: El público a través de la mirada de Lluís Pasqual”, en el que, al margen de un detenido recorrido por la génesis del montaje, entra de lleno en todas sus claves escenográficas repasando cada uno de sus componentes (espacio, factores plásticos, cromatismo, atrezzo, acción, interpretación…), así como la estructura del montaje cuadro a cuadro.

Con 5 Lorcas 5 (1986), Paola Ambrosi (“5 Lorcas encadenados. Una representación inolvidable”) se ha enfrentado a un arduo trabajo por la atomización y el carácter híbrido de las cinco piezas que componen el todo, cada una de ellas dirigida por un director distinto y apenas ensambladas por el criterio integrador que en algunos aspectos tejió Gerardo Vera para el conjunto. Paola Ambrosi, que ha sido Profesora de Literatura española en la Universidad de Verona (Italia), realiza un análisis también híbrido en el que, junto a iluminaciones sobre realidades estrictamente escenográficas e interpretativas, apunta soluciones hermenéuticas a la difícil comprensión de algunas de las piezas.

El “ciclo vanguardista”, que acaba en 1989 con Así que pasen cinco años, recibe la atención de Ainhoa Amestoy, directora de escena e investigadora teatral, doctora por la UCM, con una tesis dedicada a la figura del director de escena Miguel Narros. El artículo, “Así que pasen cinco años. Leyenda del tiempo”, traza primero la relación artística del director de escena, Miguel Narros, con el universo lorquiano, para después repasar pormenorizadamente cada uno de los aspectos escenográficos que dan forma al montaje: el trabajo con el texto, la construcción de personajes, el espacio ideado por D’Odorico, la caracterización e indumentaria, el espacio sonoro, la iluminación… Acaba con un breve apartado dedicado a la recepción crítica.

Cambiando de década, La zapatera prodigiosa, dirigida por Luis Olmos en 1994, es analizada por Karmen Gil Fombellida, profesora de la Facultad de Filología de la Universidad del País Vasco como profesora de Literatura. En su artículo, “Puesta en escena y recepción crítica de La zapatera prodigiosa por la compañía Teatro de la Danza”, primero desarrolla los precedentes histórico-críticos correspondientes a las primeras puestas en escena del texto, y continúa con el montaje de Olmos sobre el que ilumina aspectos relativos al espacio, la importancia de la música y el baile, el cuidado de la indumentaria, la caracterización de los personajes y la interpretación, centrada esta última sobre todo en Natalia Menéndez.

Llegado el año 1998, también Luis Olmos, junto a Amelia Ochandiano, dirigen el espectáculo doble en el que se integran las dos piezas para títeres, Tragicomedia de la señá Rosita y El retablillo de don Cristóbal. Miguel Carrera, investigador y docente en el Centro Internacional de Estudios Superiores del Español (Universidad de Cantabria), se ocupa de analizar la puesta en escena en el artículo “Entre muñecos anda el juego: los títeres lorquianos vistos por el Teatro de la Danza”. El análisis se desarrolla analizando sucesivos aspectos en los que se pone de manifiesto la contraposición de ambas piezas en cuanto al texto, los elementos espectaculares y el tratamiento, humanizador o muñequizador, de los personajes. Para concluir trazando el cambio de “espíritu” entre ambas piezas que oscila entre la felicidad y el desgarro.

María Jesús Bajo, investigadora, responsable del Departamento de Proyectos y Publicaciones del Centro de Documentación de las Artes Escénicas de Andalucía y autora teatral, es la encargada de abordar la puesta en escena de Mariana Pineda, dirigida también en 1998 por Joaquín Vida. En su colaboración, “Mariana Pineda volvió a bordar. Puesta en escena de la obra de García Lorca por Joaquín Vida (1998)”, tras hacer un recorrido cronológico por los hitos escénicos que llevaron antes el texto a la escena, el artículo refiere la controversia crítica que suscitó la buscada fidelidad del montaje al espíritu de la pieza impuesto por el propio Lorca. Fidelidad certificada en el texto, en el modo de decir el verso, en la escenografía y la indumentaria, e incluso en las pautas interpretativas de los actores.

Por último, el montaje de La casa de Bernarda Alba, dirigido por Calixto Bieito a finales de ese mismo año, es analizado por Begoña Gómez, profesora de la Universidad Internacional de la Rioja (UNIR) del Máster en Estudios Avanzados de Teatro, e investigadora sobre puestas en escena contemporáneas, con una importante monografía sobre Calixto Bieito. El artículo (“La casa de Bernarda Alba de Calixto Bieito”) se centra en analizar la labor dramatúrgica que desprende el montaje, concebido bajo pautas de ritualidad y simbolismo que, en muchos casos, rompen abiertamente con la tradición más realista de otras puestas en escena del mismo texto. Se abordan asimismo los componentes escénicos del montaje, marcado por el esteticismo plástico y la sencillez.

El resultado final del monográfico son 9 aportaciones a la investigación escénica con las que el CDAEM pretende homenajear a Lorca ofreciendo sus mejores frutos que, claro está, no son otros que su singular acervo documental. El conjunto, en el fondo, bien podría semejar un congreso lorquiano de naturaleza virtual que ofrece a los asistentes no solo los juicios críticos de los estudiosos, sino lo más aproximado a la experiencia directa de aquellas puestas en escena, elegidas, si bien se mira, con criterios de variedad en sus protagonistas y de relevancia en los espectáculos. ¿O es que alguien que ame el teatro, aun a más de 30 años de distancia de su estreno y sabiendo que la calidad de la grabación no alcanza cotas de alta definición, no siente la atracción de sumergirse en esta experiencia abarcadora de la memoria que puede consistir en convertirse en público de El público de 1986? Que los estudiosos lo aprovechen y que lo disfrutemos todos.