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NúM 6
1. MONOGRÁFICO
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1.3 · DRAMATURGAS DEL SIGLO XXI


Por David Rodríguez-Solás
 

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La escritura de Victoria Szpunberg se desarrolla en relación con la práctica escénica, como es habitual con otras dramaturgas contemporáneas. En la actualidad es dramaturga residente de la Sala Beckett, tomando el relevo de Marilia Samper y Clàudia Cedó. Su voz es una de las más singulares de la actualidad y además es un ejemplo de la experimentación estética y temática de las escritoras de las que nos ocupamos. Se pueden identificar algunos motivos y conflictos recurrentes en la dramaturgia de Szpunberg, aunque es difícil encasillarla en un único estilo o temática. Se reivindica como escritora emigrante e hija y nieta de emigrantes, que salieron de Argentina durante la dictadura. Sobre este aspecto ha escrito una trilogía que titula “la fragilidad de la memoria”. Iniciada en 2008 con El meu avi no va anar a Cuba (‘Mi abuelo no fue a Cuba’) y el texto radiofónico La memòria d'una Ludisia, se cierra con La marca preferida de las hermanas Clausman (2011) [fig. 9]; las tres se pudieron ver en años consecutivos en la Sala Beckett y en 2011 como trilogía en castellano en la sala Cuarta Pared (García-Manso, 2017: 102). La memoria aparece en la trilogía como una indagación, que la autora emplea también en las formas teatrales elegidas y en la fragmentariedad de la trama (García-Manso, 2017: 108). No obstante, en dos de sus textos más conocidos, Boys Don’t Cry (2012) y La máquina de parlar (2007, ‘La máquina de hablar’), reflexiona sobre la inteligencia artificial y cómo nos relacionamos con la tecnología. Sería impreciso, pues, identificar la obra de Szpunberg con las dramaturgias de la memoria. En las obras mencionadas, hace uso del humor y de la ironía como recurso expresivo, y de la música y su efecto multiplicador de la ficción. Pero, como apunta certeramente Laurent Gallardo, la singularidad de las obras de Szpunberg reside en su descarte de los conflictos individuales para interesarse por cómo los sujetos son producidos y controlados por las circunstancias sociales y políticas (Gallardo, 2012).

Carolina África escribió Verano en diciembre en Buenos Aires gracias a una beca. La obra consiguió el Premio Calderón de la Barca en 2012 y tuvo una larga gira que incluyó funciones en el CDN [fig. 10]. El texto relata, desde la perspectiva de la familia, la ausencia de la hija menor exiliada a la capital porteña. En él se detectan huellas de la comedia argentina contemporánea (Claudio Tolcachir, Javier Daulte) y es representativa del giro subjetivo en la escritura dramática, que Ana Casas identifica con el uso de las “experiencias personales como objeto de las obras más allá de la mera inspiración” (2014, 13). En Vientos de levante (2014) le dio visibilidad a las dolencias psíquicas de pacientes de dos enfermedades que solemos desconocer, esquizofrenia y Esclerosis Lateral Amiotrófica (ELA).

Carol López ha desarrollado su trabajo dramatúrgico con la comedia. En el Teatre Lliure estrenó dos obras que fueron reconocidas por público y crítica: V.O.S. (2005) y Last Chance (2006). En ambas se encuentran referencias temáticas del cine, que se vuelven a repetir con un homenaje al género policiaco en Sunday Morning (2016). Quizás su obra más conocida sea Germanes (2008), comisionada por la sala Villarroel [fig. 11] y que años después se estrenó en castellano en el teatro Maravillas. La misma suerte corrió otro encargo de la Villarroel, L’any que ve serà millor (2011), que escribió junto a Marta Buchaca, Mercè Sarrias y Victoria Szpunberg, estrenada en versión castellana como El año que viene será mejor, como viene siendo habitual con algunas obras que funcionan bien en la cartelera barcelonesa [fig. 12].

En un tono similar de comedia que escapa del realismo, Denise Despeyroux demostró con Los dramáticos orígenes de las galaxias espirales (2014) las posibilidades del género cuando se pone en marcha la imaginación y se traslada “al borde de lo real”, como dice la letra de una de las canciones de la obra. Los conflictos familiares y las resonancias de comedia de enredo identificables en Los dramáticos orígenes… se combinan con el extrañamiento que producen sus personajes [fig. 13]. Las relaciones personales entre seis personajes neuróticos es el motor de Un tercer lugar (2016).

Diana I. Luque ha participado con algunas de sus obras en los programas de promoción de la dramaturgia que hemos presentado en este artículo. Además, ha realizado una necesaria reflexión, desde la perspectiva de las creadoras, del efecto que estas iniciativas tienen en la difusión y promoción de la creación dramática (Luque, 2014). La tierra en la que habitan los peces (2013) formó parte del Programa de Desarrollo de Dramaturgias Actuales del INAEM. La obra juega con las asignaciones de género al hacer que actores y actrices se intercambien los personajes masculinos y femeninos. En el texto emergen las vidas precarias que dejó la crisis de 2008, aunque con una distancia que permite al lector situarse en perspectiva. Con Fisuras (2014), texto con el que participó en Escritos en Escena, explora las historias cruzadas, sin relación aparente, de dos personajes afectados por las heridas de un accidente.

Lucía Carballal es un caso singular en la dramaturgia femenina actual. A pesar de que su escritura se desarrolla alrededor de los conflictos personales, la construcción de personajes con personalidades complejas revela una madurez artística que se ha podido comprobar en varios escenarios madrileños. En los últimos años ha estrenado Los temporales (2016), Una vida americana (2017)y ya hay una producción anunciada de La resistencia (2018). Con Los temporales participó en Escritos en Escena, lo que le permitió escribir un texto dinámico sobre las tensiones entre compañeros de trabajo que, forzados por las exigencias laborales, sustituyeron su vida personal por la profesional. Si en esta obra el espacio era determinante para que afloraran los conflictos, también lo es el bosque de Minnesota en el que sitúa a una familia del barrio madrileño de Tetuán en Una vida americana. En La resistencia, la confesión de una antigua pareja de escritores refleja las discriminaciones por género que enfrentan las mujeres de forma cotidiana.

Blanca Doménech ha dedicado varias de sus obras a denunciar los efectos del neoliberalismo económico, es el caso de La zona (2010) y Punto muerto (2012), aunque también ha reflexionado sobre la memoria de la guerra civil y el Valle de los Caídos en El mal de la piedra (2014). Punto muerto fue su contribución al programa Theatre Uncut del Young Vic, creado inicialmente para protestar contra los recortes del gobierno de David Cameron, y que se exportó en español a la Cuarta Pared. Doménech participó en el programa Escritos en Escena con Boomerang (2014), una obra que cobraba actualidad por la crisis económica que azotaba al país [fig. 14]. Los personajesson los responsables de la crisis crediticia, pero al mismo tiempo se convierten en víctimas del neoliberalismo económico que ayudan a sostener. En la construcción de los personajes se detecta un esfuerzo por humanizarlos a pesar de sus conductas psicopáticas y su exacerbado misantropismo. En la acción de la obra hay un aire irreal que le otorga un grado de distopía: los personajes se obsesionan con el lanzamiento de boomerang. Las obras de Doménech se adscriben a un tipo de teatro político que establece una prudencial distancia con hechos reconocibles de la actualidad.

La incompleta selección de dramaturgas y textos que aquí hemos presentado sirve para hacer una cala en un fenómeno en desarrollo que se ha consolidado en los últimos diez años. En los dos años que han pasado desde el artículo de El País que citábamos al comienzo de este ensayo, la tendencia que señalaba una mejoría en la visibilidad de la dramaturgia femenina se ha mantenido en la escena y en la edición de textos. La movilización de la marea violeta en 2018 marcó un hito en la reivindicación feminista. Si el teatro es un arte para el futuro, quedará por valorar en unos años la contribución de la dramaturgia femenina a los cambios de percepción de la sociedad.

 

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