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NúM 6
5. EL ESPECTÁCULO Y LA CRÍTICA
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ANÁLISIS CRÍTICO
Grabación

5.2 · Una crítica de No hay papel, de Beatriz Bergamín Serredi
No hay papel, hay palabras y vida


Por Mª Teresa Santa María Fernández
Universidad Internacional de La Rioja


 

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No hay papel, hay palabras y vida

Resulta difícil catalogar o intentar definir el texto y la primera obra de teatro, No hay papel, que ha escrito Beatriz Bergamín Serredi y que presentan –más que representan– María Ángeles Martín y la misma autora de la pieza dramática con gran fuerza expresiva, maestría y sinceridad. Porque no solo verdad, sino realismo, pedazos de vida en carne viva, tocar en la herida abierta de los problemas actuales más graves de las personas, que no la sociedad en impersonal, destilan por todas sus escenas esta obra llena de dramatismo y humor, como la vida de los seres humanos que aparecen sobre el escenario.

  1. Círculos concéntricos de realidad

Y como la vida misma nos sorprende No hay papel con la contemplación de varios planos o realidades que se van superponiendo o entrometiendo a lo largo de esos setenta minutos, que se hacen cortos, que dura su puesta en escena. Esos planos o círculos concéntricos que se forman a partir de la frase “No hay papel”, que funciona como piedra de toque e hilo conductor de toda la obra, se organizan en cuatro realidades íntimamente relacionadas entre sí. En primer lugar, está la situación presente de Julia y Clara, la de tantas personas entre cuarenta o cincuenta años que ven cómo sus sueños se han visto obstinadamente incumplidos e incomprendidos por la sociedad y en la época actual. Ambas son escritoras, pero no encuentran papel físico ni anímico para seguir escribiendo en el mundo que les rodea ni tampoco descubren un nuevo trabajo digno y que cubra sus pocas expectativas en las páginas de anuncios de un periódico. Un segundo plano lo constituye la llamada a la propia realidad de las dos personas que presentan a los dos personajes. Y es aquí donde nos encontramos la realidad dentro de la realidad, más que el teatro dentro del teatro. Esta “metarrealidad” nos hace enfrentarnos con la dura situación de actrices en su madurez, con muchas ganas de trabajar, pero que, al igual que sus personajes, no encuentran un papel, una obra teatral con la que proseguir con sus sueños, su vocación y su realidad familiar y profesional.

Los otros dos círculos concéntricos que conforman la pieza los constituyen, por un lado, la proyección de pedazos de realidad y, por otro, la visión en pequeños flashes de la infancia y juventud de las protagonistas. Porque aquí sí hay papel o espacio para reproducir al fondo del escenario páginas de periódico, informes, presupuestos, declaración de Derechos Humanos, aunque la realidad escénica que se sitúa entre los espectadores y la proyección provoquen que todo eso quede en papel mojado. Por su parte, la retrospección o vuelta al pasado constituye un hilo sutil, explicativo de hechos del presente y, por otro lado, la constatación de los sueños y esperanzas que quedan aún a las dos hermanas protagonistas. De ahí que la proyección del vídeo de las dos, cuando eran niñas, constituya un engarce e inicio de la obra perfecto no solo para entender la relación entre ellas sino también entre las dos actrices amigas, casi hermanas, que las encarnan.

Esa imagen circular también se completa con la estructura global de la obra, que empieza y acaba casi con las mismas palabras, aunque al principio las pronuncie la hermana menor, Clara, y al final la autora las ponga en boca de Julia. También el orden de las mismas resulta inverso, para desvelar algunas de las cuestiones e interrogantes que se plantean durante la obra:

CLARA.– (Sola. Sentada sobre una de las maletas, casi en proscenio.) Tienes dos piernas, dos pies, dos manos, dos brazos, dos orejas, dos ojos… dos tetas. Por dentro tienes, dos pulmones. Respiras, estás viva. - ¿Cuántos corazones tienes? Uno. Y te basta. Un solo corazón. Y solo una vida para intentar ser feliz. Con una basta, nadie tiene dos, o eso creo… y si solo hay una, hay que gastarla bien. (Mira a público.) Yo solo tengo una hermana. Mi hermana Julia. Ella es diferente. Julia siempre ha sido, en todo, el doble de buena que yo. Se ríe el doble, llora el doble, se enamora el doble, bebe… o bebía el doble, lee el doble que yo y escribe, el doble de bien que yo. Yo la quiero el doble de lo que ella me quiere a mí. Y ahora, ahora ella es el doble de valiente que yo. Ella está bien. Todo está bien. Hay cosas, por dentro y por fuera, para las que no hacen falta dos. Ella tiene razón, para qué necesito… (…)

JULIA – (A Clara, a la cara.) Todo está bien. Hay cosas, por dentro y por fuera, para las que no hacen falta dos. (Mira a público, solo ella, Clara no, Clara sigue en otro sitio y desde ahí, sola, solamente mira a Julia.) (PROYECCIÓN: LLUVIA.) Yo solo tengo una hermana. Mi hermana Clara. Ella es diferente. Clara siempre ha sido, en todo, el doble de buena que yo. Se ríe el doble, llora el doble, se enamora el doble, bebe el doble, lee el doble y escribe, el doble de bien que yo. Yo la quiero el doble de lo que ella me quiere a mí. Y ahora, ahora ella es el doble de valiente que yo. (Dirige la voz hacia Clara pero no la mira.) Clara, solo tenemos un corazón. Uno, y nos basta. Y solo una vida para intentar ser feliz. Con una basta, nadie tiene dos, o eso creo… y si solo hay una, hay que gastarla bien. Tienes dos piernas, dos manos, dos ojos, dos orejas, dos tetas, por dentro tienes dos pulmones, respiras, estás viva. Pero… ¿Para qué necesitas tener dos...?

Sin duda, uno de los aciertos mayores de la obra estriba en que todas estas preguntas cobran sentido y quedan respondidas a lo largo de la representación y que todos los temas y planos tan diferentes que irrumpen en la maravillosa prosa de la autora convergen en una respuesta final que, a su vez, abre el abanico a otros interrogantes más esperanzadores y planteados enfrente de una ventana abierta a la naturaleza y a la vida. También las diferentes noticias, recortes, pedazos de realidad plasmados sobre la pantalla ayudan a contemporizar y ampliar los problemas y angustias que las dos hermanas plantean sobre el escenario. Así el descenso en la percepción de felicidad de los españoles en los últimos años, la constatación de que el presupuesto para Defensa supone más que la suma de los de Educación y Servicios Sociales, el paro en España, el aumento de la pobreza en el mundo, el exilio como definición de la RAE y como dura realidad, la venta ilegal de órganos, la corrupción o el artículo 25.1 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos son algunos de los temas que ilustran en un mundo global las cuestiones que de manera particular, pero también más directa y cruda, revelan las dos protagonistas.

Y, sin embargo, esta complejidad de tramas, supuestos, realidades, planos y círculos no resulta agobiante o incomprensible para el espectador, sino que todo cobra sentido y justificación reivindicativa a lo largo y al final de la obra.

 

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