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Pálidas señas de un actor de reparto: José Albar.

Antonio Serrano

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Esta nueva etapa va del 30 de abril a 1 de octubre de 1916, y recorren muchas plazas de Andalucía, ¡con 38 títulos! pasando dos semanas en Málaga y casi un mes en el Teatro Eslava de Jerez. La estancia en esta ciudad debió ser buena artísticamente, aunque no sé si muy rentable en cuanto a economía. Las críticas recibidas en el diario Guadalete fueron laudatorias, aunque eran mucho más superficiales, menos extensas y más “de oficio” que las que hemos visto en la prensa de otras ciudades. No obstante, el día 27 de julio el crítico califica de “muy bien el señor Albar” en La riqueza de los pobres, y el día 3 de agosto repite la valoración con “muy bien los señores Tovar y Albar (D.M. y D.J.)” (don Mario y don José) en Amor heroico.

La compañía siguió con su repertorio habitual, saliendo del paso como pudo la pobre Concha Torres por su apresurada contratación, y a mediados de julio vemos que se incorporan títulos nuevos al repertorio (La frescura de Lafuente, No hay mal que por bien no venga o Lluvia de hijos) sin duda como consecuencia de los ensayos ya habidos con ella. Continuaron los éxitos con El Cardenal (20 funciones), y La ciudad alegre y confiada (19), y aparece Las esclavas, otra obra de Martínez Tovar, que ya asume la dirección empresarial junto con la de director, primer actor y dramaturgo.

Respecto a No hay mal que por bien no venga, conviene hacer la aclaración de que se trata de una comedia en prosa de Manuel Tamayo y Baus (1829-1898), firmada bajo el seudónimo de Joaquín Estébanez, y no era sino una amplia adaptación, en tres actos, de Le feu au convent, del dramaturgo francés Theodore Barriere y estrenada por Emilio Mario, padre29 (Mario Emilio López Chaves) en Madrid en el año 1868. Por eso extraña un poco la anotación que hace nuestro actor en su cuaderno el día 2 de agosto de 1916, cuando estaban actuando en el Teatro Eslava de Jerez de la Frontera. La obra se estrenó a las 10 de la noche, José Albar hizo el papel de Francisquito, y en la casilla de “Observaciones” anota textual y escuetamente: “De Mario. ¡Gran éxito!”. ¿Se refería al estreno de la obra protagonizado por el gran Emilio Mario en 1868 muchos años antes? ¿Se refería a los momentos en los que escribe, que en ella intervino también su hermano Mario Albar y que obtuvo un importante éxito? La verdad es que es oscura esta nota y uno no puede inclinarse por una u otra interpretación. Sí, es hermética. Pero quede constancia de la observación de nuestro José y de la dificultad interpretativa de ella30.

También entre las anotaciones que hace nuestro actor sobre esta época destaca la alegría que siente por el éxito con Los Gabrieles (25 funciones), en la que tiene una considerable participación31. Da fe de la función de beneficio que se le hace a Martínez Tovar en Cartagena; o de la suspensión de una función por enfermedad del primer actor; o del rechazo del público a ¡La ley de residencia!:”Gran meneo a la obra”; o aparece la anécdota con “Hicimos una gran paella”, que escribe en Jerez (fig. 5).

El día 15 de agosto tiene la satisfacción de que la compañía haga en Jerez una función de beneficio para él y para su compañero de reparto Julio Soto. Dos días más tarde anota que se va Concha Torres de la compañía y que la sustituye Enriqueta Palma.

Pero tres anotaciones, posiblemente las más emotivas del cuaderno, aparecen de inmediato. El día 2 de septiembre, estando en Puerto Real, escribe: “Se puso malo el tío Julio”. Al día siguiente comenta: “Continúa peor”. Y, por fin, el día 8, al llegar a San Fernando anota con palpable tristeza: “Y el 5 de septiembre se nos murió ¡teniéndole que dejar en tierra extraña para él! (Q.E.P.D.)”.32 Toda la soledad y toda la tristeza desnuda de la vida del cómico queda reflejada en esta mínima nota quizá redactada a vuela pluma quién sabe en qué mesa de qué lugar, pero con una sinceridad y una ternura infinita. José Albar vuelve a enfrentarse otra vez con la cara negra de esta profesión magnética y maravillosa, pero complicada y extraña.

Sin embargo, el contrato con Martínez Tovar estaba a punto de acabar, y el 1 de octubre de 1916 anota con cierta preocupación: “Fin de temporada. Hoy hace un año salimos, hoy terminamos. ¡Veremos cuándo vuelvo a trabajar!”, acotación que encierra dos mensajes: su preocupación por el futuro laboral y el carácter eventual de su trabajo.

Pero aparece la sorpresa y pronto encuentra trabajo, porque el 19 de octubre de ese año ya lo vemos enrolado en la compañía que habían formado la actriz María Comendador (1880-1935)33 y José Montenegro (1878-1940), que, además de actor y director de la compañía, era dramaturgo, autor de El amor y el gabinete o Señoras solas. Debutaron en el Gran Teatro de Manzanares (Ciudad Real) con El Cardenal, conservando siempre José Albar su papel de Beppo, que tantas satisfacciones le proporcionó y del que tantas funciones hizo (fig. 7). No es extraño, por tanto, que anotara con júbilo en su cuaderno: “¡Ya trabajo! ¡Veremos cuánto dura!”.

Hicieron una gira desordenada, y sin una planificación aceptable, por Granada, Játiva, Palma de Mallorca o Lérida, denotando que, o no habían tenido tiempo de prepararla eficazmente, o habían tenido dificultades que nosotros hoy no podemos conocer; pero fue gira de recorrido poco lógico y con consecuencias económicas perjudiciales para todos, aunque hay que reconocer que a veces las giras, responden a la demanda de los empresarios de los teatros y no a los buenos deseos de los directores de las compañías, condicionados siempre por la necesidad imperiosa de trabajar sea donde sea y cuando sea. No obstante, en esta gira destacan como logros importantes los 20 días seguidos en el Teatro Cervantes de Granada34 y las casi seis semanas en el Teatro Principal de Palma de Mallorca, en donde, al parecer, tuvieron algunos tropiezos, porque el 11 de enero de 1917 anota José Albar en su diario: “Se suspende la función por no haber entrado en taquilla ni cinco céntimos”.

El repertorio en el que interviene nuestro hombre es de ¡37 títulos! cifra sorprendente hoy, a la que ya nos vamos acostumbrando, con sus correspondientes funciones de tarde y noche. El trabajo seguía siendo, pues, agotador.

Y hay que hacer una observación importante llegado este momento. En realidad, el cambio de la participación de Albar en la compañía de Martínez Tovar para pasar a la de Comendador-Montenegro, no fue tanto por la disolución de la compañía de Martínez Tovar, sino simplemente por el cambio de titularidad de la misma, bien por la marcha de Tovar a otra compañía, o bien por la venta de los derechos de representación y de empresa a los nuevos titulares. Y afirmo todo esto porque no es posible que desaparezca una compañía el 1 de octubre, dispersándose sus componentes, y el 19 de ese mismo mes se haya formado ya otra compañía con nuevos actores, se haya seleccionado nuevo repertorio, se hayan hecho los ensayos correspondientes y, para más sorpresa, se debute a los dieciocho días con El Cardenal y cuatro obras más del repertorio de la compañía anterior. No; esto no era posible. Lo que verdaderamente pasó fue, como digo, un simple cambio de titularidad de la compañía, aprovechando profesionales, repertorio e imagino que material de la anterior. No es casual que de los 36 títulos del repertorio total de la nueva compañía de Comendador-Montenegro, 17 de ellos35 fueran herencia de la compañía de Martínez Tovar.

Como es lógico, en esta nueva etapa volvieron a representar el Tenorio, esta vez en el Teatro Cervantes, pero en esta ocasión José Albar ya no hizo el papel de Rafael de Avellaneda (1914), ni el de Butarelli (1915), sino el de Ciutti, siguiendo su veta cómica y puede que con más lucimiento.

En la gira ya aparece con menos fuerza El Cardenal (sólo 2 funciones) y sorprende que desaparezcan éxitos importantes de la anterior compañía, tales como Los Gabrieles (25 funciones), Los intereses creados (15) o La ciudad alegre y confiada (19), quién sabe si por acuerdo con la Ferri o por no tener papeles apropiados para la nueva primera actriz.

Entre las pocas observaciones que hace en esta nueva etapa, destaca una del 30 de noviembre que dice: “no me acuerdo lo que hicimos”, y que nos hace pensar que no siempre llevaba sus notas al día. ¿Por falta de tiempo? ¿Por estudio de papeles? Desde luego, no sería por los vaivenes del traslado de la compañía, porque en esta época gozaban de estabilidad en el Teatro Cervantes de Granada. Intriga un poco esta anotación.

Y otro apunte de esta gira que no acabo de comprender plenamente es el que escribe en Palma de Mallorca el 28 de diciembre de 1916. Es escueta: “Película viviente”. Me queda la duda de qué quiso decir con esto.

Pero algo importante debió pasarle a nuestro actor el día 23 de enero de 1917. Estaba la compañía en el Salón Cataluña de Lérida; habían representado en función de tarde y noche respectivamente En Flandes se ha puesto el sol y El infierno; y lacónicamente Albar escribe en su cuaderno: “Mi despedida”. Así, sin más aclaraciones. Y sorprende porque antes no había escrito nada que presagiara esta decisión suya. No sabemos las razones. ¿Una desavenencia con la compañía? ¿Desacuerdos artísticos o laborales? ¿Enfrentamientos personales? ¿Conversaciones más ventajosas con otra compañía? Nada nos cuenta. Es este quizá el mayor misterio que esconde este diario.

Lo único que conocemos con certeza es que tan solo ocho días más tarde, el 31 de enero, ya lo vemos enrolado en la compañía de María Palou, que estaba en Burgos, y que el día antes había representado en el Teatro Principal Amores y amoríos, con la asistencia de los hermanos Álvarez Quintero, autores del texto36. Nuestro Albar debutó con El último bravo, de García Álvarez y Muñoz Seca37, y no debió satisfacerle mucho, porque anota en su cuaderno: “Debut mío con un criado. ¡Mal empieza la cosa!”. Está claro, pues, que el trabajo no le iba bien, que estaba disconforme; pero ignoramos las razones.

Con la compañía de María Palou (1891-1957)38 estuvo tan solo 32 días, hizo una pequeña gira por Burgos, León y Valladolid, y participó en 9 de los montajes, siendo el más representado El último bravo, con 9 funciones.

El día 23 de marzo de 1917 nuestro José Albar hace las últimas anotaciones en su cuaderno marrón: “actuación número 730; La locura de Madrid; una representación a las 6’30 horas en el Teatro Calderón de Valladolid”. Nada más. Sin observación alguna. Sin un dato más. Sin un detalle. Nada. Es verdad que se habían acabado las hojas del cuaderno, porque en la página de cortesía posterior existe un dibujo a tinta muy bien hecho representando una máscara de comedia, y tras ella, cruzadas, una espada y lo que podría ser un cetro o bastón de bufón de corte. Bajo la máscara hay una concha de apuntador rodeada de candilejas, y en medio el traspunte haciendo su trabajo con unas hojas en la mano. Debajo del dibujo está la firma, que bien podría ser de José Albar, una fecha: 191- así, sin acabar y un final en mayúsculas: “FIN DEL PRIMER TOMO”. ¿Terminó tan abruptamente su vida de actor? (fig. 8).

Pues no lo creo; porque al final del cuaderno hay unas hojas sueltas, recetas médicas en blanco, que aún conservan restos de cola del talonario, con un membrete a imprenta: “Cándido Antolín. Médico”39 y en el ángulo inferior derecho aparece la data: “Valencia… de… de 19…” Curiosamente, escrito en vertical y en el borde izquierdo, hay un texto que publicita un producto farmaceútico40.

Pues bien, en estas hojas, en su recto y vuelta, aparecen escritos 50 títulos de comedias a los que le siguen unas enigmáticas cifras, que no sabemos a ciencia cierta lo que significan. Casi todos llevan tras sí un 1, un 2 o un 3, pero tras Las de Caín o El adversario aparece un 4, Militares y paisanos lleva un 5, y Don Juan Tenorio va seguido de un 7. Estos títulos podrían muy bien ser los de otras comedias que representó con el correspondiente número de funciones que hizo, tal y como había hecho anteriormente en el cuaderno. Pero ¿con la compañía de Palou o con otra u otras compañías? Eso sí que no nos lo dice, pero estoy convencido de que eran las representadas con la Palou.

Y hasta aquí llegan todas las noticias de José Albar recogidas en su cuaderno marrón, que las acaba el 3 de marzo de 1917, dos años y cinco meses después de haber debutado como actor profesional. Esto es todo lo que sabemos de su vida artística. Sin embargo, hay una última información obtenida de fuente distinta al tantas veces citado cuaderno. Tenemos un programa de mano informativo de la visita al Teatro Goya de Barcelona, en la temporada 1917-18, de la Compañía de Comedia Española. La obra elegida para el debut el 21 de septiembre de 1917 fue Campo de armiño, de Benavente. En la “Lista de la Compañía por orden alfabético”41 figura como “primer actor y director de escena, Mario Albar, primera actriz María Herrero”, y ya en el reparto general aparece nuestro José Albar, aunque sin indicar el personaje que iba a interpretar42 (fig. 9 y fig. 10). Es decir, a los seis meses de suspender su diario profesional y de haberlo continuado muy elementalmente en hojas sueltas, encontramos a nuestro actor integrado ahora en la compañía de su hermano Cándido43.

A partir de aquí no he conseguido más datos de la trayectoria vital o artística de nuestro José Albar. Tan sólo sé que está enterrado en el cementerio de Valencia en un nicho cuyo frontal tiene esta inscripción: “José Mª Antolín Lorente (Pepe Albar) –falleció 29 de agosto de 1921– RIP”. En el Libro de Enterramientos del cementerio se registra que se inhumó el 30 de agosto, que tenía ¡24 años! y que la causa de su muerte fue una neumonía44 (fig. 11).

No tengo ninguna noticia más de él. Su vida se diluyó como se diluye una función teatral cuando baja el telón. Quizá por eso llevaba razón María Casares cuando decía que lo ideal de un texto teatral era que sólo se representara una sola vez. Como nuestra propia existencia.

Quedan muchos interrogantes, muchas incógnitas, muchas conjeturas tristes para el investigador, que, como casi siempre, acaba encariñado con la persona investigada. ¿Por qué aquel final abrupto en su cuaderno? ¿Por qué se le acabó esa necesidad de dejar constancia de su vida artística? ¿De dónde le vino el deseo de construir casi un diario actoral? Sostiene Trapiello que hacen diarios “dos clases de personas: los que están a disgusto consigo mismos, y los que, por el contrario, están encantados” (Trapiello, 2011: 425), y nuestro José Albar fue uno de estos últimos. Estaba “engolfado” con el teatro, luchó para conseguir ser un profesional y quizá quiso levantar acta de su logro, de sus éxitos más o menos modestos, de sus preocupaciones y de sus contrariedades.

Sí, quedan muchas incógnitas en su cuaderno, pero también nos quedan en el cuaderno “pálidas señas” de la vida casi anónima de un actor de reparto de principios del siglo XX; nos queda el valor indescriptible del aplauso tras un mutis; nos queda el imán irresistible de los escenarios; nos queda el espejo del nomadismo teatral; nos queda el miedo al trabajo intermitente y escaso. Conocemos mejor por el cuaderno marrón la estructura del teatro a finales del XIX y principios del XX: la organización de las compañías, las broncas entre los egos, las suspensiones por no haber vendido ni una entrada, las giras interminables o el asombro que sentimos por aquellos repertorios de veinte, veinticinco o treinta obras listas para ser representadas por un solo elenco. Y todo esto no es poco. Y todo esto es mucho. Y todo esto lo sabemos por un humilde cuaderno marrón de un actor desconocido que se llamó José Albar.



29 Emilio Mario, hijo (1868-1911) no pudo ser, por razones obvias.

30 Agradezco a Luz González, de la SGAE, la información que me ha dado sobre este asunto.

31 ¡Éxito! ¡Gran éxito! ¡Éxito inmenso! ¡Cada día más éxito! Siempre entre admiraciones.

32 Acaba con una cruz latina. Y así fue. Según consta en la entrada 8720 del “Libro de Enterramientos” de Puerto Real (Cádiz), el 6 de septiembre de 1916 fue inhumado en ese cementerio Julio Soto Pedreño, hijo de Enrique y Dolores, de 43 años, casado y cuya muerte fue causada por una “oclusión intestinal”. (Agradezco a Juan Manuel Ruiz y al personal del Archivo de Puerto Real la información que me ha facilitado para la elaboración de esta nota) (fig. 6).

33 Vallisoletana, trabajó en las compañías de Sala/Tallaví y Carmen Cobeña. Casó con José Montenegro con el que fundó compañía. En los años 20 se dedicó mucho al cine con notables éxitos (El abuelo, Pilar Guerra o Curro Vargas).

34 Fue anunciado su debut con grandes titulares en el Noticiero granadino (27 de octubre de 1916).

35 El Cardenal, Pastor y Borrego, El infierno, La ciudad alegre y confiada, La fuerza bruta, Malvaloca, Doña Clarines, Lluvia de hijos, Campo de armiño, Música popular, La malquerida, Amores y amoríos, La casa de los crímenes, Las de Caín, La noche del sábado y La frescura de Lafuente.

36 Que además leyeron un romance dedicado a la ciudad, tal como recoge el Diario de Burgos (29 de enero, 1917).

37 Que recibió un buen varapalo de la crítica. (Diario de Burgos, 1 de febrero, 1917).

38 Mujer de afamada belleza, fue tiple de zarzuela y actriz de comedia. Hija de cantantes, se educó en Méjico en ambientes cultos y de alta sociedad. Ya en España se dedicó al teatro logrando formar compañía en 1916. Casó con Felipe Sassone.

39 Se refería a su padre, porque su hermano aún no había empezado la carrera.

40 “La harina lacteada Nestlé es el mejor alimento para los niños, convalecientes y ancianos”.

41 Todos los entrecomillados están sacados del mencionado programa de mano.

42 Lógicamente, pues el listado era para indicar los componentes de la compañía, no el reparto concreto de Campo de armiño.

43 En el repertorio que anuncia la compañía no aparecen ninguno de los títulos encontrados en las hojas sueltas mencionadas del cuaderno, lo que me reafirma en la creencia de que esta enumeración anterior correspondía a los trabajos que José había hecho con la compañía de María Palou.

44 Mi agradecimiento a Nieves López Martí, quien me proporcionó, entre otras cosas, los datos del Libro de Entierros sobre nuestro actor.