Vivir del teatro. Los exilios de Josita Hernán.

GÓMEZ GARCÍA, Alba.

Medina del Campo (Valladolid), Bala Perdida, 2021, 265 pp. Prólogo de Fernando Méndez-Leite.

David Navarro Juan Universidad Carlos III de Madrid
Vivir del teatro. Los exilios de Josita Hernán.

Vivir del teatro desea interrogar las fuentes con las que una vez pretendí escribir una biografía. También persigue la borrosa huella de las actrices del pasado. Aún no sé bien quién fue Josita Hernán, pero ya no me importa” (21), confiesa Alba Gómez, en pocas palabras, al inicio de su Introducción. “Una vez pretendí escribir una biografía”. La apertura del libro apunta a la constatación presente del incumplimiento de un propósito pasado... ¿A un fracaso? ¡Afortunado fracaso! Quizás sea cierto que la biografía que una vez imaginó la autora no existe hoy. Narración frustrada, por lo tanto, de una vida truncada, la de la actriz Josita Hernán (1914-1999). En las manos adecuadas, sin embargo, hay intentos malogrados más fértiles que algunos aciertos.

Alba Gómez García ‒doctora en Humanidades por la Universidad Carlos III de Madrid, experta en teatro español de posguerra y en artes escénicas y audiovisuales contemporáneas‒ manifiesta, no sin razón, haber rastreado los pasos de determinadas figuras de nuestra historia. Al tiempo, puede decirse que la especialista firma en esta ocasión un libro que tiene mucho de estela, o de camino machadiano, que no existe antes de que se haya andado. Vivir del teatro es, en este sentido, el resultado ejemplar de la labor investigadora propiamente dicha: producción de conocimiento, puesta al alcance del público de informaciones hasta el momento ignoradas y de saberes recientemente conquistados.

Por otra parte, la autora aún no sabe bien quién fue Josita Hernán, protagonista del volumen que reseñamos. Qué mejor garantía de que el lector o la lectora encontrará atisbos de verdad en este texto que el reconocimiento explícito de que, cuando de aprehender ‒y representar‒ la vida de una persona se trata, el relato totalizante no es una opción honesta. (Máxime, debemos añadir, en el caso de figuras con facetas tan elusivas como las que concurren en la biografía de la actriz en cuestión). Así, ajena al espejismo de la “culminación”, y renunciando a los cierres en falso, Alba Gómez ha recogido y ordenado en estas páginas los valiosos frutos obtenidos en el curso de un proceso necesariamente inacabado.

El grueso del contenido de Vivir del teatro está organizado en torno a cuatro grandes capítulos: “La paradoja de una actriz”, en el que se realiza una primera aproximación a la figura de Josita Hernán y al impacto en su vida de la guerra civil española (ella tiene veinticinco años cuando el bando sublevado se impone frente al gobierno republicano); “Nostalgia de plata”, sobre su infancia y juventud; “La ingenuidad como supervivencia”, en el que se detalla su breve carrera como actriz de éxito (de 1939 a 1951); y “Ensayos de libertad”, dedicado a los largos años posteriores al abandono tanto de los teatros como de la gran pantalla. Un primer vistazo a los títulos escogidos para los distintos apartados permite ya intuir, por cierto, lo que su posterior lectura confirma: que en este ensayo la labor de documentación histórica se ve realzada por una particular sensibilidad intelectual, cercana en ocasiones a lo poético y perceptible también en las reflexiones sobre conceptos como “exilio” e “identidad”.

El manejo solvente de las fuentes ‒por lo general, de carácter netamente novedoso‒ es, sin duda, uno de los valores más destacados de este volumen. La investigación cuyos resultados aquí se presentan descansa sobre los sólidos fundamentos de la organización y la interpretación del material documental recopilado por la autora (desde periódicos y revistas de la época hasta entrevistas más recientes en televisión, pasando por testimonios orales, sin olvidar las películas y las piezas en las que actuó Josita ni los textos de su propia pluma, periodísticos y literarios). Merece no obstante la pena añadir dos observaciones respecto de este encomiable trabajo de documentación: en primer lugar, que Vivir del teatro no es, en modo alguno, un mero ejercicio de ensimismamiento académico, como en seguida pasamos a detallar; en segundo lugar, que en este trabajo lo que “no se sabe” (aquello de lo que no se tiene constancia, de lo que no se ha encontrado la suficiente evidencia) resulta de tanto interés como lo que sí ha sido comprobado.

Ciertamente, todavía son varias las lagunas existentes en la biografía de Josita Hernán, en tanto que el material disponible no da cuenta de la totalidad de su vida. El señalar los límites de nuestra información, la delimitación de las zonas oscuras, constituye, con todo, una de las formas más valiosa del conocimiento. La publicación que nos ocupa tiene su origen en una búsqueda de lo que subsiste; pero también, en ocasiones, en un encuentro con lo que no ha permanecido. Al cuidado de Alba Gómez, los vacíos resultan elocuentes y los silencios comienzan a hablar. La ausencia de lo que por acción u omisión se ha permitido que desaparezca, la falta de palabras de quienes en su momento detentaban la posibilidad de hablar, las mentiras ‒autógrafas y ajenas‒ o el esfuerzo de una persona por difuminar sus propias huellas son ejemplos de ello.

Por lo demás, es preciso subrayar que esta biografía no comienza ni termina en la figura de Josita Hernán. La autora no se acerca a ella como a un ídolo, ni pretende erigir en uno a la actriz. También se ha señalado ya que el rigor científico de la publicación no es un fin en sí mismo. En este libro, el recorrido que se realiza por la vida de su protagonista se plantea en términos que trascienden lo anecdótico o particular y que iluminan fenómenos de carácter general y problemas todavía actuales. La vida de Josita es, por supuesto, la suya; pero también, en cierta medida, la de otras mujeres ‒y la de otras creadoras‒ sumidas en la España franquista, así como la de todas las personas que, en aquel tiempo, se encontraron a sí mismas en el lado perdedor de la historia.

Comprometida con la necesidad de continuar arrojando luz sobre aquel contexto, la autora reflexiona en torno a las distintas formas del exilio (formulado en plural en el título del volumen) y en torno al problema de la identidad en el marco de una dictadura: identidades fracasadas, fingidas, posibles, traicionadas, contradictorias, fracturadas, fragmentadas… Habida cuenta, además, de la profesión de Josita, Alba Gómez se pregunta, con especial intensidad, por las identidades de una actriz en la España de los años 40, a la que la experta concibe como un escenario en sí mismo. De manera perfectamente consciente, Josita, que en distintos sentidos vivió del teatro, encarnó la necesidad de superponerle una máscara a la anterior, sucesivamente, en una alternancia de personajes interpretados dentro y fuera de platós y escenarios.

La situación de los sectores teatral y cinematográfico en la posguerra es, por descontado, uno de los ámbitos en los que más se detiene el libro y que mejor descritos resultan, junto con el papel de la cultura en las posteriores tentativas del régimen por abrirse al exterior y homologarse al resto de países occidentales. Finalizada la contienda, el franquismo trató de recuperar la industria y de devolver la normalidad a la profesión, pero para muchos actores y actrices aquella aparente continuidad pasaba necesariamente por una tarea de negociación con sus afecciones políticas, de reconfiguración de su faceta pública y, es evidente, de convivencia con la censura. A esta última forma de tiranía se sumaba también, por cierto, la del taquillaje, factor insoslayable para todas aquellas personas que deseasen hacer de la interpretación su modo de vida. Una y otra determinaban sustancialmente la viabilidad de los papeles a los que alguien como Josita Hernán podía aspirar, circunstancia que sin duda condicionó su vida entera.

La actriz, nacida en plena Edad de Plata, en el seno de una familia culta, acomodada y bien relacionada con la élite intelectual y artística de la época, recibió una educación liberal y, a finales de los años 20, tras vencer cierta resistencia por parte de sus padres, inició su carrera como actriz. Sus primeros escarceos estuvieron vinculados con una representación de Amor de don Perimplín con Belisa en su jardín, de Federico García Lorca, si bien su debut profesional en la escena comercial tuvo lugar en 1930 de la mano de Las mocedades del Cid. Se trata de un momento de cambios profundos en los ámbitos del cine y del teatro, transformaciones ‒en consonancia con la propia mutabilidad de los años 40 y 50 (piénsese, por ejemplo, en la expansión del paradigma hollywoodiense y en la internacionalización de sus producciones)‒ que este trabajo de Alba Gómez se ocupa también de exponer.

Por lo que respecta a Josita Hernán, el año de la caída en desgracia de su padre (militar de profesión) y de su madre, apartados para el resto de sus vidas de las ocupaciones que habían desempeñado (inclusive la crítica teatral), coincidió con el de su propio encumbramiento profesional. En efecto, en 1939 se produjo el estreno de la comedia La tonta del bote, exitosísima película que hizo de ella una de las actrices más reconocidas de España. Su papel en el filme era el de “ingenua”, una muchacha bonita, poco inteligente, desamparada y de valores católicos a la que el destino depara, tras el infortunio, un feliz casamiento. Este personaje femenino tipo ‒que la autora analiza pormenorizadamente en relación con el trasfondo ideológico impuesto por el régimen‒ marcó para siempre, y de manera amarga, a la persona que lo encarnó. Josita invirtió parte del capital obtenido en su propia compañía de teatro, con la que aspiraba a representar papeles “serios” que realmente encontrase estimulantes; sin embargo, una y otra vez sus empeños se toparon con los límites impuestos por la censura y por las expectativas de un público, abonado al entretenimiento y a la evasión, que no demandaba de ella sino variaciones sobre la figura de la “rubia tonta”. Ridi, Pagliaccio.

Incapaz de dar vida a los personajes que deseaba, en 1951 abandonó su carrera como actriz y decidió mudarse a París. Allí, según conocemos a través del volumen, ejerció distintas profesiones: colaboraciones periodísticas en revistas francesas y españolas, clases de teatro en el conservatorio nacional y encargos procedentes de la embajada española (cursos, actividades culturales…). Particularmente interesantes, a propósito, resultan los viajes de estudios que, entre 1959 y 1974, realizó junto a sus alumnos de teatro a diferentes pueblos y regiones rurales de España, iniciativa de la que el volumen ofrece valiosos testimonios. También en París, Josita tuvo conocimiento de las corrientes de renovación teatral de los años 60, así como del nuevo feminismo y de las reivindicaciones estudiantiles, manifestaciones políticas y culturales que ella no llegó a comprender bien. Por lo que parece, desde entonces, y durante sus últimos años, fue víctima de un progresivo decaimiento físico y también emocional. Su mundo, pensó, había quedado atrás.

Lo hasta aquí referido no alcanza, en todo caso, la categoría de resumen. Vivir del teatro es un estudio detallado y primorosamente documentado del que esta reseña ofrece tan solo, es evidente, algunas pinceladas superficiales. La de Josita es una figura fascinante, a la par que olvidada, cuyos fragmentos han encontrado acogida en la labor investigadora de Alba Gómez, quien con esta publicación sienta las bases para la recuperación de su memoria ‒y, con ella, la de una parte de nuestra propia historia‒. La autora, hábil conocedora del devenir teatral y cinematográfico del s. XX, ha rastreado con minuciosidad los vestigios de la vida de Josita Hernán, ha cuestionado sus fuentes, no dando nunca nada por sentado y ha extraído sus propias conclusiones. El resultado es un texto apasionante en el que lo más personal (el fracaso, la identidad, la soledad…) se manifiesta una vez más como profundamente político.