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Grabación

La elegancia del gris.
El enfermo imaginario, versión de Josep Maria Flotats.

Rafael Ruiz Álvarez

Página 4

A modo de reflexión final

La suerte con la que podemos contar quienes amamos el teatro clásico francés radica en el hecho de que haya quienes todavía se aventuren en el difícil territorio de hacerlos transitar en nuestros escenarios de hoy. Con un abanico ecléctico y sugerente de miradas, como las de Viyuela, Víllora, Del Palacio, Cid, y aún otros de renombre cercanos o ya algo distantes en el tiempo, se nos ofrece un presente de calidad que, sin duda, emana de la siempre actualidad incontestable del talento de Molière para convertirse en inmortal.

Todos estos modos de acercamiento al clásico lo convierten en otras tantas opciones de recepción, todas ellas válidas, exigentes y expectantes, con lo que ello conlleva de riesgo, pero también de apuesta ilusionante.

La crítica, a menudo espejo del latir del público, aunque no siempre, ha sabido reconocer este esfuerzo y esta ilusión con las que distintas compañías se han aproximado a la obra de Molière. En el caso de Flotats, la respuesta ha sido unánime. No es por ello difícil dejarse convencer por los aplausos del patio de butacas cuando la tinta impresa rubrica su propuesta, como señala Otheguy Riveira (2020):

No se esperaba menos de Josep Maria Flotats, pero el resultado supera todas las expectativas. Una maravilla de puesta en escena con un lenguaje castellano formidable e interpretaciones muy logradas, dentro de lo coral de la propuesta y las individualidades de personajes muy interesantes. Sucede en una ambientación espectacular vestida con suprema elegancia –o gran sentido del humor, según convenga–, por una pareja histórica del teatro europeo nacida en el Piccolo Teatro di Milano, el escenógrafo Ezio Frigerio y la diseñadora Franca Squarciapino. Este espacio aporta el toque majestuoso de una gran farsa en la que la traición amorosa, la desolación del ingenuo enfermo, el abuso de poder de los médicos del siglo XVII y la sabiduría del pueblo encarnada en la criada Tonina, se sirve con tal magisterio que asistimos a un proceso creativo sorprendente en el que Flotats acaba con la habitual sobreactuación del cómico protagonista, para asumirlo con un deleite modesto, sencillamente tímido, frente a la sobreactuada voluntad de quienes pretenden curarlo o sacarle los cuartos con toda clase de trampas.

Bibliografía