Documentos para la historia del teatro español
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1939-1949
1939-1949

Cartelera
1940

El tiempo y su memoria
Escena y política
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Memorabilia
El Teatro y su Doble

 

 

Índice, recopilación y estudio:

Óscar Barrero
Universidad Autónoma de Madrid

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ESCENA Y POLÍTICA

…PERO MENOS POLÍTICA SOBRE LA ESCENA

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El color azul estuvo presente en los escenarios del momento incluso de forma tan anecdótica como la que refleja el cronista de Informaciones que hablaba del próximo estreno de La primera legión, obra de Emmet Lavery traducida por Tomás Borrás, quien, escribe aquel, iba de un lado a otro “en su uniforme falangista”. En los teatros se dejaba ver con frecuencia una representación de las autoridades, a veces de manera tan intempestiva como cuando, según relata el ABC sevillano, la representación de Aída se interrumpió, mediado el acto primero, ante la llegada del jefe del estado y su esposa, con la consiguiente interpretación del himno nacional, brazos en alto y gritos de rigor, después de lo cual se reanudó la ópera.

Este otro caso afecta al teatro infantil, dada la presencia del hijo de un ministro en el cuadro de actores. Se representaba, ante “familias conocidísimas”, según reseña de Luis Araujo-Costa para ABC, una obra ya aplaudida durante la guerra en la España nacional: el retablo Nacimiento, de Víctor Espinós y Jesús María de Arozamena, con música de Cotarelo, Moreno Torroba y Guridi. Los niños que formaban parte del retablo, “primorosamente vestidos”, eran los de las mismas “familias conocidísimas”, según reiteraba el cronista, y entre ellos figuraba el hijo del ministro de la Gobernación, Ramón Serrano Súñer, asistente al acto.

Un último ejemplo revelador. X., en La Vanguardia, daba noticia de los actos celebrados en conmemoración del primer aniversario de la liberación de Barcelona, con motivo de la cual se representaron, en presencia de múltiples autoridades, el primer acto de La Bohemia [sic], el segundo de El buque fantasma y el primero de La Dolores, que incluía una jota postiza, alusiva al Caudillo:  “Un nombre brota en mis labios / cual si fuera una oración; / ese nombre es el de Franco, / nuestro invicto salvador”.

La política, fuera de estos hechos, no estaba ya, sin embargo, sobre las tablas, aunque, al parecer, el himno nacional siguiera siendo preceptivo al final de las representaciones. Lo demuestra una crítica negativa de F. Centeno sobre ¡Qué mala sangre tienes!, de los Paso, padre e hijo, pieza tan mediocre que al final del tercer acto “los espectadores no tuvieron ya más ilusión que escuchar pronto el Himno Nacional”. Pero apenas algún que otro espectáculo se acercaba a temas políticos que se consideraban ya superados en una España que intentaba mirar al futuro. Valdría citar, como aislados ejemplos, la, precisamente por ello, censuradísima Aves y pájaros, de Jacinto Benavente, y La corte de los truhanes, de José Vicente Puente y Arozamena. Esta segunda pieza, en palabras de Cristóbal de Castro en Madrid, retrataba a “rojos españoles financiados y manejados en París por Moscú” y, según Araujo Costa en ABC, era una "sátira de las ideas, las costumbres y los grupos y los hogares escolares que, por fortuna, desaparecieron para siempre con el triunfo de Franco”. Una obra que sí tenía un fondo político evidente venía de Italia pero no causó excesivo entusiasmo: Hombre de partido, de Rino Alessi, considerada por A. de Obregón en Arriba un “drama elemental, sin volumen dramático”. El texto, representado por la compañía del Teatro Nacional, exponía “los errores de la democracia, el liberalismo y el modo de pensar salido de la Enciclopedia y de la Revolución de 1789”, según escribía Araujo-Costa en ABC. Carácter anecdótico, por las características y el lugar de la representación, tuvo Y el imperio volvía…, poema coral-dramático del Padre Ramón Cué, con música de Massana. Lo representaron, en el Teatro Tívoli de Barcelona, alumnos del Colegio del Sagrado Corazón y el crítico de La Vanguardia decía de él que era una “brillante evocación simbólica de los eternos e inmarcesibles valores espirituales de nuestra madre España”, aplastados en la “ignominiosa etapa en que la garra de la vesania marxista intentó desgarrar y ultrajar el suelo sagrado de la Patria”.


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